El Dr. Matthew Beyranevand, coordinador de matemáticas de una escuela en Massachusetts nos muestra cómo él convierte las matemáticas en una asignatura divertida y valorada por sus estudiantes.
No es un secreto que enseñar matemáticas es un gran desafío. A menudo los estudiantes encuentran esta ciencia formal como algo aburrido y complejo, y pensar en estrategias que los cautiven parece imposible. Es claro que las matemáticas están estigmatizadas socialmente, lo que dificulta aún más la labor, sin embargo, estar en el siglo XXI nos permite pensar en la asignatura de otra forma y es necesario hacerlo para convencer a los niños de que los números, si se aprenden a través de métodos pedagógicos atractivos, pueden ser apasionantes. El Dr. Matthew Beyranevand, coordinador de matemáticas de una escuela pública en Massachusetts, sugiere algunas técnicas que, sin dejar de lado las bases y estándares fundamentales, pueden convertir las matemáticas en algo entretenido e interesante para los estudiantes.
1. Preguntar
El pensamiento tradicional sugiere que un estudiante tiene que conocer procedimientos, repetir pasos y obtener una respuesta correcta. Sin embargo, Beyranevand asegura que para lograr captar el interés de los estudiantes, es necesario permitirles preguntar de una forma auténtica y natural. “Queremos que los niños -no los libros ni los profesores- hagan las preguntas”, dice el profesor. Plantear problemas, es una habilidad útil que si se desarrolla de forma correcta, invita a los estudiantes a pensar matemáticamente en cualquier ámbito cotidiano.
“Por ejemplo, si pongo una foto de un prisma rectangular en el tablero sin definición y dimensiones evidentes, puedo pedirle a los estudiantes que formulen preguntas que puedan ser contestadas con base en la figura”.
En un modelo tradicional, dice Matthew, le diríamos a los estudiantes que esa figura ES un prisma rectangular, lo que se aleja de la matemática en el mundo real. Los matemáticos preguntan, adivinan, teorizan y hacen trabajos basados en la retroalimentación que se hace sobre sus conjeturas. Ese sería el objetivo en la clase de matemáticas: formar matemáticos y no computadores que sepan cómo resolver un problema de forma mecánica (sin entender lo que están haciendo).
2. Música
¿Quieres que tus estudiantes se emocionen con las matemáticas? Matthew sugiere que consideres hacer videos musicales matemáticos. Encuentra una canción popular y transforma la letra en los temas de la clase. Después graba a tus estudiantes cantando la canción y diviértete. NO hay excusas, no se necesita una gran cámara y acceder a herramientas audiovisuales online en pleno siglo XXI, sí es posible. Matthew sabe que no es la forma más adecuada para entender y registrar conceptos, pero considera que los estudiantes se divierten y desarrollan su lado creativo mientras piensan sutilmente en matemáticas.
Mira cómo lo hizo él:
3. La mentalidad de lo posible
Muchos niños no disfrutan las matemáticas porque tienen una “mentalidad fij”a, es decir, aquella mentalidad que está sujeta a la creencia de que ciertas habilidades son innatas y no se pueden desarrollar a través del aprendizaje. Matthew asegura entonces que es importante que los profesores demuestren a sus estudiantes lo contrario y para lograrlo es indispensable hablar del error como algo natural del aprendizaje. Si los estudiantes entienden que los errores son parte del proceso y que la velocidad no determina la inteligencia, muchas barreras que imposibilitan el gusto por las matemáticas se pueden derribar. El objetivo es convertir esa mentalidad fija en una mentalidad en crecimiento o mentalidad de lo posible.
4. Múltiples caminos
En las salas de clase tradicionales, los profesores muestran solo un método como el único camino para resolver un problema. Esto no ayuda a que los estudiantes entiendan realmente las matemáticas. En lugar de esto, dice el profesor, tenemos que enseñarle a los niños múltiples caminos basados en sus diferentes intereses y aptitudes. De esta forma los motivamos para que con creatividad formulen sus propias formas de resolver problemas. Una vez que los estudiantes desarrollan un procedimiento por su propia cuenta, el profesor debe permitirles descubrir otro tipo de ejemplos o averiguar si sus soluciones pueden realmente funcionar.
“Darles a los estudiantes esta oportunidad ayuda a motivarlos e incrementa su creatividad y sus habilidades de resolución de problemas”, afirma Matthew.
¿Lo intentarías con tus estudiantes?
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