El profesor chileno Miguel Robles nos cuenta su experiencia con Música Educa y cómo este proyecto cambió su forma de enseñar.
Hay varias formas de entender la música. Está quien la disfruta a partir de las bandas o cantantes que le gustan, otros que comprenden a la perfección todas las fórmulas de este arte de combinar sonidos y algunos que conocen el trasfondo histórico y sociológico que la ha desarrollado. Miguel Robles (30), profesor de música en el colegio Cree de Cerro Navia, la conciben y la comprende en todas sus aristas, pero con un agregado: conoce de cerca el valor de la música en el proceso educativo.
La música como canal para un aprendizaje integral es lo que más valora este docente que se hizo parte de Música Educa, una fundación que desde hace tres años busca apoyar el desarrollo profesional de los pedagogos en música de Chile, a quienes les hacen capacitaciones durante un año. Para ello adaptaron el programa de Education Through Music, organización fundada en Nueva York en el año 1991, que cuenta con una vasta experiencia en el desarrollo de intervenciones para el mejoramiento de la educación musical en diversas escuelas. Actualmente la organización chilena está potenciando el desarrollo de seis docentes.
Robles, profesor de música desde hace siete años, conoce la importancia de la disciplina y maneja ampliamente la teoría musical, pero no siempre cuenta con las herramientas para transformar los pentagramas y notas musicales en un proceso interactivo y lúdico. Por ello, este año empezó a formar parte este proyecto que potencia su desarrollo profesional y permite compartir prácticas pedagógicas que posteriormente puede aplicar en la sala de clase.
Nuevas metodologías
Una de las metodologías que más ha sorprendido a Robles es la de Zoltán Kodály, inspirada en el compositor húngaro. Se trata de un proceso -incluido a principios de año en la lista de patrimonio inmaterial de la Unesco– que aborda distintos aspectos como planificación de clases, repertorio, solfeo y diferentes actividades.
Según el profesor, se basa en una serie de principios que hacen de su didáctica un juego, que aporta una nueva forma de leer el pentagrama y propone un procedimiento de canto mediante signos con unas manos. Al final del semestre escolar , los niños observan un pentagrama, tras varias interacciones manuales y vocales con las notas.
Roble, cuenta que después de aplicar este método su clase ha cambiado radicalmente. Este profesor logró cautivar a sus estudiantes con algo tan simple como el juego.
“Después de entender el método Kodály tengo una experiencia muy linda, porque yo el año pasado utilizaba otro método y los niños como que quedaron muy cansados y me acuerdo que en octubre con un pre-kinder me llegaron unos profesores a decirme: ‘Mira, no sabemos qué hacer porque no quieren subir a tu clase’. Entonces me recomendaron que agarrara la guitarra y les tocara algo’. De alguna forma, me dijeron que mi clase era muy aburrida, entonces llega marzo y me preguntan: ‘¿Qué hiciste?’ Porque resulta que los cabros chicos estaban felices, porque era otra clase de música. Es decir, ya nada que ver con lo de antes y como en mayo, una practicante me dijo que se había armado una ronda en el patio, que estaban jugando a la ‘Ronda ronda’ y estaban felices, se agachaban, interactuaban y eso es algo muy raro ahora”, cuenta Robles.
Según el mapa curricular que tiene preparado Música Educa, al menos para primero básico, la creatividad los llevará a crear patrones utilizando la percusión con las manos y el cuerpo y sabrán crear una historia sonora mediante una composición grupal. Al mismo tiempo que aprenderán a conectar la música con habilidades matemáticas y de lectura gracias a la relación musical con el abecedario, los números y los patrones. Y todo con canciones como “Te pito, te henua” de la agrupación chilena Mazapán y otras más internacionales como “Estrellita, ¿dónde estás?”. Para Robles, la música tiene mucho que ver con un proceso psicoemocional, el desarrollo de la creatividad y la seguridad de nuestros niños. Por ende, no debiera ser algo que se deje al azar.
“Hay algo más que hay y que es importante tomar en cuenta con el canto, esto se trata de un proceso psicoemocional, super propio, tan de adentro. Que un niño se de cuenta de que su voz tiene espacio, tiene vida, que puede cantar, es algo que debe ser maravilloso. Por ejemplo, yo recuerdo que cuando daba clases en otro colegio, le contaba a mi esposa lo frustrado que estaba porque no lograba que las niñas cantaran, una de séptimo básico. Y ella me explicaba que son niñas y el canto está dentro de ellas, es como exponerse, que tenía que hacer algo para que les gustara y que no podía llegar queriendo que ellas cantaran, eso es como desnudarlas, no lo iban a hacer. Y cuando son chicos, es más fácil trabajar eso, no tienen esos inventos de que no saben cantar, simplemente lo intentan. Por eso, si la música se tomara más en cuenta, como un ramo importante, seguro tendremos en el futuro niños más creativos y seguros de quiénes son”, finaliza el profesor Robles.
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