Buscando mejores oportunidades, los padres de este niño dejan su pueblo para ir a una gran ciudad. Triste y confundido, el pequeño descubrirá algo que cambia su ánimo y su forma de entender lo que está viviendo.
Sus padres están terminando de empacar las últimas cosas y él aún no decide cuál será aquel juguete que lo acompañe en una nueva aventura que lo tomó por sorpresa. Con todo listo, dejan su pueblo, dejan su casa, dejan sus amigos y finalmente, viajan por tierra hacia un nuevo, grande y desconocido destino con el fin de emprender un proyecto de vida mejor. En todo el trayecto, el pequeño guarda en sus manos el juguete que eligió para llevar a la nueva ciudad donde su padre consiguió trabajo: un pequeño avión.
Finalmente llegan a su nuevo hogar. El ruido, las luces, los autos, todo parece diferente, pero no hay vuelta atrás. Una nueva etapa está por comenzar en la vida de la familia, en la vida de este niño quien confundido y triste, deja atrás todos sus recuerdos.
Con la nueva ciudad y la nueva casa, también llega la nueva escuela…
… una escuela desconocida, donde no están sus amigos, donde no están quienes solían ser sus profesores. Sólo y aburrido, saca de su mochila el pequeño avión, buscando consuelo y resguardo en aquel objeto que representa lo que dejó atrás. Entonces, sucede algo que jamás imaginó. Una niña, atraída por el objeto le dice “Yo vine a Chile en avión”. Esa frase detona el inicio de una amistad muy especial, una amistad de dos estudiantes que tienen más cosas en común de las que podrían llegar a imaginar. Ambos, en pequeña o gran escala, tuvieron que enfrentar lo mismo. Ella cruzó fronteras, él cruzó algunas ciudades de su propio país, pero ambos llegaron al mismo destino y a la misma escuela donde tienen que encontrar la forma de adaptarse e integrarse de nuevo.
En ese proceso de integración, alumnos, padres, profesores y todos los miembros de la comunidad educativa pueden ser protagonistas desde el primer día de clase. Porque todos ellos pueden marcar la diferencia en la vida de niños como los que protagonizan esta conmovedora historia creada por el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) –organización que promueve y protege la dignidad y los derechos de las personas que migran a Chile–. Trabajar las emociones y desarrollar valores como la empatía pueden ser la clave para que todos trabajen y aprendan juntos sin importar raza, religión, género o cultura. Porque #TodosSomosMigrantes
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