El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) explica desde la historia, por qué la profesión docente se transformó y qué medidas se han tomado en la región para transformar esta realidad.
El libro Profesión: Profesor en América Latina. ¿Por qué se perdió el prestigio docente y cómo recuperarlo? del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) pone su mirada en los nuevos y futuros profesores de Latinoamérica. El libro examina datos y estudios disponibles sobre las políticas públicas que varios países de la región están poniendo en práctica para atraer, preparar, y seleccionar a los docentes, pero además, analiza algo muy interesante: la evolución histórica de la profesión docente latinoamericana y los cambios en el mercado laboral que han incidido en la efectividad y valoración de los docentes. Y ¿por qué son importantes estos análisis? Porque según se explica en el libro, “solo atrayendo y preparando a mejores candidatos a la docencia se logrará realmente transformar en el largo plazo la profesión y aumentar la efectividad de los docentes de nuestra región” . Una de la principales conclusiones que se plantean es que ninguno de los países analizados (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú y el resto de países de Latinoamérica y el Caribe) han sido capaces de atraer de manera consistente a los profesores más talentosos para que ejerzan la docencia en sus sistemas educativos.
Pero, ¿por qué no se están atrayendo a los mejores candidatos? Esta es la primera respuesta que responde el estudio. Según se explica, hay dos factores históricos importantes que explican el deterioro de la profesión docente desde mediados del siglo pasado. El primero es la expansión de la cobertura escolar y los cambios en la profesión, y el segundo factor tiene que ver con los cambios en el mercado laboral femenino.
Los autores del libro explican que, la expansión de la cobertura escolar y los cambios en la profesión, implicó que en pocas décadas se tuvieran que incorporar al sistema, cientos de miles de nuevos profesores.
Debido a la explosión demográfica y la creciente urbanización de las sociedades latinoamericanas, la oferta educativa se amplió y en muchos países se impulsó fuertemente el tema de la inclusión escolar, la obligatoriedad de ciertos niveles educativos, entre otras cosas. Ante la voluntad de los países de lograr que cada vez más niños y jóvenes ingresaran y egresaran del sistema escolar, se dio una enorme expansión del número de docentes que los educarían. El problema era que el reclutamiento de nuevos docentes no se podía hacer de una forma tan rápida y drástica. Por esta razón, a partir de las décadas del 60 y 70 se flexibilizaron los requisitos para acceder al trabajo docente y por otro lado, se expandió -muchas veces de manera poco regulada- la formación docente.
“Una estrategia generalizada fue abrir programas extraordinarios que brindaban el título docente en corto tiempo, a veces en tan solo seis meses. Probablemente el caso chileno sea el más emblemático. A los docentes que recibieron su título de estos programas acelerados, la sociedad les puso en burla el apodo de “profesores Marmicoc”. Este nombre hacía referencia a una marca de ollas de presión para cocción rápida. Expertos concuerdan en que este fue el primer gran golpe contra el prestigio de la profesión docente”, mencionan los autores.
Lo que sucedió con esto es que se generó una masa de graduados de carreras de educación que no tenían, en todos los casos, una formación de calidad.
Como si fuera poco, en los años 80, hubo una reducción drástica de los salarios de los docentes latinoamericanos. Nunca habían sido demasiado altos, pero años atrás se habían registrado algunas alzas. Todo esto quiere decir que se combinaron dos factores que sin duda afectaron el prestigio de la profesión. El resultado de esto: jóvenes talentosos desinteresados en la carrera docente. “El prestigio y la autoridad social de la que gozaba el maestro se esfumó en menos de un siglo. Los beneficios laborales de los que suelen gozar hasta el día de hoy los maestros –como la estabilidad laboral y tiempos de descanso superiores a otras profesiones- no han sido suficientes para frenar este deterioro”, afirman los autores del libro.
Dicho deterioro, como bien se enuncia antes, está relacionado también con los cambios en el mercado laboral femenino. ¿Qué tiene que ver esto?
La profesión docente ha sido tradicionalmente una carrera femenina. Sin embargo, la ampliación de opciones laborales para las mujeres hizo que muchas mujeres talentosas se alejaran de la profesión. Durante la mayor parte del siglo XIX, las mujeres que trabajaban eran estigmatizadas. La mayoría de ellas trabajaban más por necesidad que por opción, y lo hacía en funciones mal remuneradas. La profesión docente era mejor aceptada socialmente, pero solo porque se podía entender como una extensión del espacio doméstico (la crianza de los hijos). Sólo después de muchos años, las mujeres latinoamericanas pudieron acceder a la educación superior y a medida que América Latina se industrializaba (décadas de los 40, 50 y 60) se abrieron nuevas oportunidades laborales en trabajos de oficina. En paralelo, comenzaron a acceder a mayores derechos y uno de los cambios más importantes fue que cada vez más se normaliza el ingreso de la mujer a la educación superior, y con ello a labores mejor remuneradas.
Aunque las mujeres siguen siendo las que más se matricula en carreras de pedagogía, el ingreso de mujeres muy talentosas en carreras profesionales más lucrativas, combinado con el acelerado aumento de la cobertura escolar, ha tenido un fuerte impacto sobre el prestigio y el atractivo de la carrera. Entonces, ¿qué medidas se han tomado para cambiar esta realidad y atraer mejores docentes a la profesión?
Las reformas enfocadas en mejorar la calidad de los nuevos docentes se agrupan, según la investigación, en tres grandes líneas de acción que han funcionado de forma similar en todos los países estudiados:
1. Volver más atractiva la profesión docente:
Esta línea de la reforma se centra en transformar la carrera docente para que sea más meritocrática. De esta forma, las oportunidades laborales de los docentes están más estrechamente vinculadas al desempeño del docente. Y por otro lado se relaciona con ofrecer salarios más competitivos e introducir cambios en la estructura salarial para remunerar más el esfuerzo y el logro.
2. Mejorar la formación inicial de los futuros profesores:
Varios países de la región han tomado medidas que apuntan a una mayor selectividad y mejores incentivos a la hora de ingresar a los programas de educación, y a implementar estándares de calidad para estos programas con el fin de preparar mejor a los futuros docentes. En Chile, por ejemplo, se estableció un proceso que aumenta de manera gradual las exigencias de puntajes en la prueba de admisión a la universidad. Otra medida que se ha seguido para atraer a mejores candidatos son los incentivos monetarios, principalmente en la forma de becas y créditos para costear estudios. Un ejemplo de ello –mencionado en el libro–, es la experiencia chilena con la Beca Vocación de Profesor, implementada a partir de 2011. Esta cubre el costo de matrícula y otorga un estipendio según el puntaje de la prueba de selección universitaria (PSU).
3. Seleccionar a los mejores candidatos a la docencia y apoyar a los docentes nuevos:
Además del historial académico, varios sistemas educativos están incluyendo otras variables en sus procesos de selección. Por ejemplo, el conocimiento disciplinario y pedagógico, el liderazgo y la capacidad didáctica. Por lo general estas variables se recolectan a través de pruebas escritas de conocimientos, entrevistas personales y clases demostrativas.
En el caso de Chile, muchas de estas acciones para fortalecer la docencia se han estado llevando a cabo.
“Si bien nuestro país también ha sido afectado por los dos fenómenos que menciona el libro (necesidad de contar con más profesores y el acceso de mujeres a otras profesiones), esta realidad ha estado cambiando favorablemente”, explica Joaquín Walker, Director Ejecutivo de Elige Educar. El director de la organización pone algunos ejemplos que reflejan esta diferente apreciación sobre el status de los docentes, que han sido consecuencia de varias políticas: “Este año, los seleccionados en carreras de pedagogía aumentaron en un 20%, y quienes fueron admitidos con puntajes superiores a 680 puntos PSU. Además, según el Índice Elige Educar 2018, que hace nuestra organización junto a GFK Adimark, la profesión docente es la quinta más valorada socialmente, y el interés por estudiar carreras de educación entre jóvenes de 18-24 años por primera vez superó el interés por todas las otras carreras.”
Aunque el esfuerzo debe continuar, todo esto es un indicativo de los esfuerzos de América Latina por mejorar el prestigio y la calidad de esta profesión. Lo más importante es que los desafíos se han identificado y la meta es seguir trabajando por encontrar soluciones que permitan seguir valorando el rol de quienes todos los días se dedican a cambiar la vida de millones de estudiantes.
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