¿Cuál es el secreto de Peter Tabichi? ¿Cómo se convirtió en el mejor profesor del mundo? En esta entrevista nos cuenta detalles de su forma de enseñar.
En medio de la entrevista hubo un corte eléctrico. Las luces se apagaron y la conversación se interrumpió por un momento. Segundos antes le había preguntado a Peter Tabichi cuál era el valor de enseñar ciencia en un lugar como la Villa Pwani, en Nakuru, la localidad de Kenia donde imparte clases de ciencia, matemática y física en la Escuela Secundaria Keriko. Al regresar la luz, unos minutos después, el profesor keniata se ríe y aprovecha la situación para dar una respuesta cómica, acertada y tangible: “por situaciones como esta necesitamos enseñar ciencia. Hay muchos desafíos y la ciencia juega un papel importante en la búsqueda de soluciones concretas”.
En la Villa Pwani, Peter y sus alumnos no tienen que lidiar con los cortes eléctricos esporádicos de grandes ciudades como Santiago de Chile, pero tienen otras grandes carencias. Muchos de los estudiantes caminan durante kilómetros para poder llegar a una escuela que además de estar ubicada en un área remota, no tiene cocina, conexión a internet o aulas bien equipadas. A esto se suman problemáticas propias de la zona, como la escasez de agua, la pobreza y el hambre de niños y niñas que llegan a estudiar con el estómago vacío. Pero reconocer este contexto no significa darle a Peter una categoría de mártir, significa más bien, entender la trascendencia de su respuesta, de sus palabras, y sobre todo, de su rol como profesor de asignaturas que cobran aún más sentido en el lugar donde eligió enseñar.
Arte, historia, lenguaje… Para Peter Tabichi, todas las áreas del saber son importantes.
Sin embargo, confiesa que la ciencia, en particular, responde a las necesidades de las otras materias y permite potenciar el talento de sus jóvenes estudiantes. Bajo esta creencia, diseñó un club de ciencias donde todos son bienvenidos. “Tenemos muchos estudiantes en el club. Yo no escojo un grupo particular. Motivo a todos y cada uno de ellos para que participen. Entonces, recibo a muchos jóvenes y los guío para que identifiquen problemas, desafíos. La idea es mostrarles que tienen el potencial de transformar el mundo”, dice el profesor. Tras identificar problemáticas, Peter Tabichi los orienta para que encuentren soluciones ideales y cuando él no tiene las herramientas para apoyarlos, acude a otros profesores.
Para este docente, lo más importante es garantizar que los estudiantes reciban todo el soporte que puedan llegar a necesitar y afirma que para eso, la ayuda de otros es esencial. “Si alguien me habla de electroquímica y yo no enseño química, trato de conectarlos con sus profesores de química”, comenta Peter. “Todos ellos cumplen un rol fundamental. Por ejemplo, los profesores de lenguaje tienen que apoyar el desarrollo de la documentación que se trabaja en ciencia; corrigen y entrenan a los estudiantes para que aprendan a hacer presentaciones, pues ellos deben comunicar bien sus ideas a las personas, a las audiencias. Por su parte, los profesores de química aseguran que ciertos contenidos estén bien y los apoyan con la recolección de materiales. Es maravilloso ver cómo todos los profesores trabajan en la misma dirección. Además es una gran ayuda, tener el apoyo de todos”, agrega.
Así, Peter ha convertido la colaboración en uno de los ejes de su metodología de enseñanza.
Y no sólo porque trabaja en conjunto con otros profesores que asisten a los estudiantes en materias que él no domina, sino porque en sus lecciones, el trabajo en equipo es prioritario. Está convencido de que cuando los estudiantes trabajan juntos pasan cosas extraordinarias; pueden compartir, comparar, expresar ideas con sus pares. Entonces, dice el profesor, es darles la oportunidad de aprender realmente y respetar las ideas de los demás.
Y aunque este profesor define su clase como “una lección más”, lo cierto es que tiene el sello de los docentes que trascienden lo tradicional, un sello que invita a los estudiantes a ser creativos, a ser los primeros y a trabajar en conjunto para alcanzar, pese a las diferencias de aprendizaje, logros comunes. “Una de las cosas que más hago es llevar la creatividad al aula. Entiendo que los niños vienen de distintos contextos y tienen necesidades variadas. En un aula tienes a aquellos que aprenden rápido y en otro extremo están quienes aprenden a un ritmo más lento”, afirma Peter. “Así que intento ajustar las clases para que todos se sienta apreciados y puedan disfrutar, seguir el ritmo. Para eso implemento metodologías con un foco práctico”, agrega.
Esto ha implicado convertir sus propias necesidades como docente y las del contexto en soluciones, transformando lo imposible en algo posible.
En una escuela sin conexión a internet, con un solo computador y con estudiantes que no logran materializar la palabra wifi, se las ha ingeniado para utilizar la tecnología en el 80% de sus lecciones. Lo ha hecho viajando a cibercafés con sus estudiantes, descargando material que luego utilizan en el único computador de la escuela y prestando su celular, uno de los pocos que hay en la Secundaria Keriko. Sus acciones convierten la palabra “creatividad” en algo tangible y visibilizan la importancia de idear fórmulas para enseñar de una manera diferente. “Hay una necesidad de improvisación, de mostrarle a los estudiantes que tienen potencial y puedo decir que lo más clave para lograrlo es la creatividad”, afirma. Y eso lo hace en sus clases, en aquellas que considera, son tan comunes como las de cualquier otro profesor.
Al inicio de éstas, el profesor marca una pauta y luego los deja trabajar en grupos de tres o cinco. Después se asegura de estar ahí, siempre ahí… actuando como guía, como facilitador. Y nunca los controla ni ordena, sólo deja que desarrollen sus ideas y que descubran todo lo que quieran por su propia cuenta. “Hago todo lo que los profesores hacen, utilizar distintos enfoques para intentar responder a las necesidades de los estudiantes”, dice. Esta ha sido su estrategia desde que llegó a esta escuela, y a sus estudiantes, tanto a mujeres como a hombres, les ha ido extraordinario. A través del club de ciencia diseñado por Peter, han podido competir en escuelas locales, en competencias a nivel nacional y en ferias tan importantes como la Intel ISEF, en EE.UU., donde participaron con un proyecto que permite a ciegos aprender matemática y medir objetos. Gracias a esto, las puertas del mundo se abrieron para aquellos jóvenes que, además de interactuar con alumnos de otras nacionalidades, regresaron para nutrir a sus compañeros con una experiencia que hoy les permite seguir soñando en grande, seguir creyendo que son capaces.
“Como profesores, desbloqueamos el potencial de los estudiantes. Cumplimos un rol muy importante en sus vidas”, dice el docente keniata.
Con una dosis de improvisación frente a las carencias, él lo ha logrado. Ha desbloqueado ese potencial y ha desenterrado una confianza que no estaba visible cuando llegó a esta escuela. Lidiando con niveles de autoestima muy bajos y problemas de concentración detonados por el hambre, ingenió la manera de convertir esos desafíos en oportunidades de enseñanza que hoy se traducen en esos resultados y aprendizajes concretos. Pero hay algo en su forma de ser profesor que trascienden la pedagogía o la ciencia en sí misma.
Para Peter Tabichi, enseñar es mucho más que estar en el aula y esa visión es la que le ha permitido descubrir su fórmula ideal. “Como profesores no solo vamos al salón a dictar clase. Necesitamos salir, necesitamos entender de dónde vienen los estudiantes y ser conscientes de los desafíos que ellos enfrentan. Entonces, cuando llegas a conocerlos, puedes apoyarlos”. Su norma autoimpuesta ha sido visitar las casas de sus estudiantes, conocer a sus familias, reconocer sus problemas e identificar sus necesidades individuales, para así diseñar clases orientadas en formar estudiantes que sean capaces de responder a problemáticas tan grandes como el hambre y la sequía, o tan chicas como un corte de luz momentáneo… clases pensadas en formar jóvenes que, al igual que él, podrían llegar a cambiar el mundo.
Te invitamos a leer las 16 frases más potentes de Peter Tabichi en esta nota.
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