En mapudungún, Neyün significa respirar. Pero Neyün también es un programa educativo que a través del mindfulness, podría revolucionar la forma como los niños aprenden.
Antes de entrar a la sala de clases, los niños se ubicaron en una fila. Uno a uno fueron entrando mientras ofrecían un gesto afectuoso a dos de sus compañeros que ese día, tenían la función de estar en la entrada para ser saludados por los demás. La sala estaba lista para ellos, pero no tenía el formato tradicional; en lugar de apuntar a la pizarra, las sillas formaban un gran círculo. Margarita Naudon, profesora de la clase de valores, estaba en el centro invitándolos a iniciar la clase con un breve ejercicio de respiración. Entonces, los estudiantes levantaron sus brazos, luego los pusieron sobre sus estómago y empezaron a respirar siendo conscientes de cada inhalación y exhalación.
Esta fue la primera actividad de muchas otras que se realizaron ese día en esta clase, una clase que no es igual a las demás… una clase que invita a los niños del Colegio CREE a conocerse, a estar presentes y a entender sus emociones. “Desde este año, en la clase de valores, estamos implementando clases de Neyün. En el colegio tenemos una línea de trabajo muy fuerte en el tema del desarrollo socioemocional y para nosotros es súper importante instalar esa capacidad en los niños”, explica Margarita.
Pero, ¿a qué se refiere la profesora cuando habla de Neyün?
Esta palabra, en mapudungún (lengua mapuche), significa respirar. Pero Neyün también es un programa educacional chileno liderado por cuatro personas que querían ayudar a los niños a enfrentar los desafíos emocionales con los que tienen que lidiar, incluso antes de aprender cualquier materia. Paula Ferrando, Directora de Contenidos de Neyün, docente de profesión y experta en mindfulness, también define dicho programa como una invitación a que los niños se contacten con un espacio dentro de ellos, con un espacio de ecuanimidad y bienestar al que puedan tener acceso siempre.
Neyün llegó al Colegio CREE en formato de prueba.
El programa se implementó primero en un curso pequeño y se obtuvieron excelentes resultados. Este colegio está inserto en un contexto de vulnerabilidad social alta –en Santiago de Chile–, y muchos de los estudiantes que asisten, enfrentan enormes carencias en el ámbito familiar. Esto se traduce en frustración, agresividad y dificultades a la hora de aprender. Entonces, Neyün se instaló en esta comunidad educativa como una respuestas a estas necesidades. Luego del periodo de prueba, el programa empezó a implementarse de forma regular en muchos otros cursos.
“El colegio integró el programa porque una de las cosas más importantes que veíamos que necesitaban nuestros estudiantes era aprender a conocerse y trabajar con sus emociones”, explica Tomás Rivadeneira, director del Colegio CREE.
“Veíamos que reaccionaban frente a pequeñas cosas de un modo agresivo o que estaban muy enojados y frustrados, pero no eran capaces de entender lo que les estaba pasando, ni de encontrar estrategias concretas para enfrentar sus propias emociones”, agrega. Entonces, el colegio abrió su puertas a Neyün en un esfuerzo por darle a los estudiantes herramientas que trascienden lo cognitivo, herramientas para la vida. Pero lo interesante de este programa es que además incluye a los docentes y en ese sentido funciona como una especie de engranaje que genera, en palabras de Paula, un “círculo virtuoso”.
¿Cómo funciona exactamente?
“Por una parte se implementa en un curso para que los profesores del colegio puedan ver lo que le pasa a los niños, cómo lo reciben, qué les produce, cómo cambia el clima de aula”, cuenta Paula. Esa primera parte es ejecutada por facilitadoras de Neyün que además de hacer clases, capacitan a profesores como Margarita y les entregan las herramientas necesarias para que ellos también aprendan a enfrentar sus propios desafíos emocionales. ¿Qué tipo de herramientas? La principal de estas es el mindfulness, una práctica basada en la meditación que Paula define como “la capacidad de estar presente, atento a cada momento y con apertura”. La segunda fase de este proceso consiste en entregarle a los docentes estrategias que puedan implementar en sus aulas.
Y ¿por qué llegar primero a los profesores y no directamente a los niños?
Porque Neyün busca dejar capacidades instaladas. Francisca Muñoz, Economista y Directora Ejecutiva del programa, explica que enseñar prácticas como el mindfulness a los profesores, y otras técnicas asociadas a Neyün es necesario para crear una cultura que priorice la educación emocional. “Los adultos tampoco fuimos educados en este tipo de prácticas. En el colegio no nos enseñaron cómo nos relacionarnos bien con nuestras emociones, con nuestra mente, con nuestro cuerpo, entonces es clave poder enseñarles también a los profesores”, afirma Francisca.
De hecho, parte del éxito de este programa ha sido trabajar directamente con los docentes.
Y esto tiene que ver con que, los profesores están aprendiendo exactamente igual que los niños. “Nos enseñan a meditar, ejercicios de relajación y nos entrega todo el contenido de neurociencia que hay detrás del programa”, cuenta Margarita. Esto no sólo genera empatía, sino un ambiente saludable que incluye a todas las partes que están involucradas en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Basta con entender que un profesor estresado no puede enseñar bien y un niño estresado no puede aprender bien. Entonces, ofrecerles a ambas partes las herramientas para enfrentarse a la ansiedad, la frustración y el estrés, puede ser la mejor manera de garantizar un aprendizaje de calidad.
“Hay un dato muy tajante de la neurociencia que dice que un cerebro estresado aprende desde un 50% menos. Y ahí el ‘desde’ es muy importante porque puede suceder que un cerebro estresado aprenda 0”, explica Francisca. Neyün responde a este hecho con técnicas prácticas y realizables, técnicas de mindfulness y contenidos psicoeducativos que permiten a los estudiantes darle una mirada a los pensamientos negativos que afectan su día a día para responder a estos de una manera diferente. “Hoy está comprobado que una herramienta como el mindfulness, que desarrolla la atención, la concentración y la autorregulación, no sólo me hace más feliz, sino que mejora mi proceso académico también. Es un todos ganan”, explica Paula.
¿Y qué otros ejercicios o prácticas se realizan en las sesiones de Neyün?
En la clase de Margarita, por ejemplo, luego del ejercicio de respiración, los estudiantes tuvieron que pensar en aquellas cosas que no les gustan… como ir al colegio. O en cosas en las que creen no ser tan buenos, como las clases de matemática o lenguaje. Luego de pensar en esto tenían que plantearse la pregunta: ¿Es eso verdad? El objetivo era cambiar su mirada frente a esas negaciones automáticas, encontrar soluciones prácticas para modificar esa creencia y demostrarles que tal vez el colegio sí les gusta, o que tal vez no odian la matemática y simplemente hay cosas que no están entendiendo bien y que detonan esa frustración o rechazo.
En otra clase, dirigida por Paula, crearon un volcán activo imaginario.
Para esto pusieron una cinta adhesiva que atravesaba la puerta de la sala de clase. Los niños tenía que salir de la sala sin tocar la cinta antes de que hiciera erupción el volcán. Eso implicaba hacerlo en el menor tiempo posible. Mientras tanto, alguien tomaba el tiempo… Luego de este primer ejercicio, tenían que hacer exactamente lo mismo para ingresar a la sala. Pero esta vez con una diferencia: mientras cruzaban la puerta, los demás exclamaban “¡sí se puede!” ¿Qué diferencias hubo entre ambos ejercicio? La primera vez, se demoraron más tiempo y por el afán de cruzar, rompieron la cinta adhesiva. La segunda vez, todos cruzaron de manera exitosa y en menos tiempo. Las palabras de ánimo marcaron una diferencia notable en el ejercicio y los estudiantes fueron conscientes de esto.
El resultado de todas estas experiencias que rompen una estructura escolar más tradicional, se resume en una palabra: bienestar.
Un bienestar que se traduce en mejores aprendizajes. “Todo esto tienen tantas bases científicas que ya es una revolución. Por ejemplo, es ley en Inglaterra que los niños reciban mindfulness. Esta evidencia es lo que hace que esté generando un impacto tan profundo, no sólo en la educación, sino también en el mundo de la salud”, afirma Paula. Y esto también se evidencia en los cambios que se han dado en este colegio. Hoy, muchos estudiantes de CREE que tienen la posibilidad de estar en las clases de Neyün, han demostrado ser capaces de tomar mejores decisiones y esto sucede porque han aprendido a parar antes de actuar, respirar y bajar las revoluciones para determinar qué reacción es mejor para determinada situación.
“En un contexto tradicional y no tradicional esta debería ser la base, y tiene que ver mucho con el cómo aprendemos los seres humanos; un ser humano no solo aprende desde lo cognitivo, también aprende desde la emoción. Y educar esas emociones es lo que va a determinar que los niños tengan éxito, un éxito mirado desde la felicidad y el bienestar, en la vida misma”, comenta Francisca.
Cursos como el de Margarita, que antes no tenían las mejores relaciones, hoy funcionan como familias que se reúnen en círculo para vivir el aprendizaje de una manera diferente.
Al respirar, estar conscientes, presentes y al educar las emociones, profesores y alumnos están haciendo un cambio cultural que hoy impacta al Colegio CREE y podría impactar a otras comunidades que se atrevan a darle un giro a la forma de educar. “La educación en Chile es rígida y nos atrevemos muy poco a hacer cosas distintas”, dice Margarita. “Entonces, que el colegio nos ofrezca este espacio para capacitarnos es increíble y necesario. Primero porque es una estrategia que realmente funciona y segundo porque cuando uno trabaja en sectores vulnerables, donde los desafíos son todos los días, tener estas herramientas también es la mejor manera de hacer mejor nuestro trabajo”.
Ya lo dijo Paula: Neyün invita a los niños a contactarse con un espacio dentro de ellos, pero también invita a los profesores a vivir esta experiencia con compromiso, pues la trascendencia de respirar profundo o realizar actividades como el “volcán activo”, sólo tiene sentido a través de ellos, los docentes, quienes impulsan cambios todos los días desde la sala de clase.
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