Hace más de 40 años, el húngaro Erno Rubik creó el rompecabezas más famoso del mundo: el Cubo de Rubik. Lo hizo como una herramienta didáctica para sus estudiantes. ¿Por qué?
En 1974, el húngaro Erno Rubik inventó un impresionante rompecabezas mecánico tridimensional con más de 43 trillones de combinaciones posibles y una sola solución. Rubik tardó un mes investigando cómo funcionaba este colorido rompecabezas que está formado por pequeños bloques que giran sobre un eje. Hoy todos lo conocemos como el Cubo de Rubik o “cubo mágico” y desde su creación, se han vendido más de 350 millones de unidades en todo el mundo. Esto lo ha convertido, no sólo en el rompecabezas más vendido, sino también en el juguete más vendido del mundo.
¿Por qué hablar del Cubo Rubik? No sólo por su valor matemático –pues se llega a su única solución por medio de combinaciones y algoritmos–, sino también porque su creador, además de arquitecto y escultor, fue profesor.
De hecho, algo muy interesante del famoso cubo es que fue creado por Rubik como un apoyo didáctico para sus estudiantes de diseño. “Estaba buscando una buena tarea para mis alumnos. Cuando estudian de un libro, muchas personas van directo al final para buscar las respuestas. Ese no es mi estilo. Para mí, lo más divertido es el acertijo, el proceso de resolverlo y no la solución en sí”, dijo el creador hace años en una entrevista con CNN. “Además estábamos jugando con la geometría, que no es un sujeto estático, sino algo móvil, mutable. Así que estaba buscando una estructura móvil y encontré que la geometría de un cubo es muy emocionante por el alto nivel de simetrías que tiene y el hecho de que puedes hacer muchas cosas con él”, agregó el profesor.
De hecho, él atribuye el éxito de este rompecabezas a esa contradicción que representa entre la simplicidad y la complejidad, entre el orden y el caos.
Él mismo, antes de compartir el juego con sus estudiantes se enfrentó a la dificultad de encontrar una solución… y cuando llegó esa solución, el momento fue muy emotivo. Justo después de lograrlo, compartió la experiencia con las personas de su escuelas, y a sus estudiantes les encantó. “No es como con un rompecabezas, que empiezas a armarlo, le dedicas algo de tiempo y al final está resuelto, terminado. Si encuentras la solución al cubo, no significa que lo resolviste, sino que estás en el punto de partida. Puedes seguir y hallar algo más, puedes mejorar tu solución, puedes acortarla, puedes profundizar más y más y adquirir conocimientos y muchas otras cosas”, comentó el profesor.
Erno Rubik creó una pieza única y compleja para sus estudiantes, les dio un objeto para encontrar una solución y seguir aprendiendo a partir de ésta. Su instrumento pedagógico se convirtió en uno de los juegos más famosos del mundo, pero más allá de eso, su historia evidencia el rol de un profesor que, como muchos otros docentes, quiso enseñar de otra forma; diseñando una nueva alternativa de aprendizaje y entregando herramientas que potencian el desarrollo del pensamiento. Hoy, gracias a su innovación, otros profesores pueden seguir sus pasos e incluso, utilizar su famoso cubo para lograr el mismo objetivo: el de enseñar.
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