Francisca Díaz, quien fue profesora de básica (primaria) durante 13 años, es ahora directora del CPEIP, un organismo del Ministerio de Educación de Chile que contribuye al desarrollo profesional de los profesores. En este artículo, nos cuenta algunas de sus expectativas, su historia y lo que se necesita para ser profesor.
Cuando Francisca Díaz Domínguez habla sobre educación, sobre ser profesora, menciona muchas veces la palabra intuición. Porque para ella, una profesora de educación básica (primaria) que trabajó en sala durante 13 años hace más de 15, la intuición la llevó a querer hacer más; ayudar a sus compañeros y darse cuenta de que la enseñanza era más que eso que le habían enseñado en la universidad: tratar a los alumnos como un conjunto, con ella al frente y una pizarra. Por eso, tras más de 30 años de trabajo en los que se ha enfocado en el desarrollo profesional docente y gestión en educación a través de universidades y fundaciones, desde 2018 es la directora del Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas del Ministerio de Educación de Chile (CPEIP), un organismo que tiene como objetivo contribuir al desarrollo profesional docente, apoyando la formación y el fortalecimiento de los equipos directivos y docentes, con el fin de mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje en las escuelas del país.
“Este es un gran desafío, uno que siento muy propio especialmente por el desarrollo profesional, cómo un profesor transfiere el conocimiento desde un contexto más formal de curso teniendo en cuenta, por ejemplo, el desarrollo emocional (…) Porque actualmente tenemos un gran desafío, tenemos que revisar nuestro modelo y que no quede obsoleto en dos años más. Actualmente la sociedad del conocimiento hoy día propone una manera de aprender muy atractiva que es muy intuitiva, porque por lo general las tecnologías tienen interfaces que fueron desarrolladas por los mejores diseñadores, los mejores informáticos,para poder hacer que el aprendizaje sea amigable, atractivo y eso compite con un profesor que es inseguro, porque está muy cuestionado; un profesor que no tiene todas las habilidades, que está muy demandado, entonces ahí hay una tensión”, dice Francisca.
Para Francisca este es el mayor reto que enfrenta Chile en el ámbito educativo y para ella fue clave durante sus años en aula. “Antes se hablaba mucho de la educación en masa, como un todo. Y yo por intuición, descubrí que los procesos de aprendizaje mejoraban con el uno a uno y trabajando en equipo con otros profesores (…) Por eso, sentí en ese momento que tenía una deuda intelectual, hice un magíster en Psicología Educacional de la Pontificia Universidad Católica de Chile y empecé a mirar las dinámicas internas de un establecimiento, cómo se desencadenan los procesos de mejora al interior de una escuela, cómo funciona la política pública en educación, porque todo impacta ”, explica.
“Hay muchas cosas que te amarran y te obligan a seguir trabajando de la misma manera, por el currículum, la normativa, leyes y una cantidad de cosas que no te están promoviendo una pedagogía contemporánea y más moderna. Entonces, hay que ser doblemente fuerte, para poder romper esos paradigmas. Hay que atreverse a hacer cosas distintas, hay que levantar voz, creer que se puede, probar, experimentar… pero de forma rigurosa, obviamente. Y siempre buscar mejorar”, considera.
Demostrar que siempre se puede mejorar, también fue clave para ella en lo personal, ya que su padres no estaban convencidos de que estudiara pedagogía.
Cuando ella presentó la Prueba de Selección Universitaria, sacó un alto puntaje en matemática, lo que era ideal para estudiar carreras como ingeniería o medicina. Pero ella insistió en estudiar pedagogía aunque sus padres consideraban que no era la decisión correcta. “La verdad es que nunca los convencí, porque no había mucho acuerdo, pero sí había cierta autonomía y libertad, entonces en ese sentido creyeron un poco en mí, aunque no muy convencidos. Después me acuerdo que mi padre me dijo que si iba a ser profesora, tenía que ser la mejor. En ese sentido, creo que él pudo ver a través de los años que esta fue una profesión en la que me pude ir desarrollando, fui feliz siendo profesora, encontré un desarrollo profesional y personal”.
Esta era una decisión que Francisca había tomado desde los 11 años de edad, cuando ponía a los vecinos, hermanos y primos en fila, y daba una clase sobre el tópico que se le ocurriera, inspirada en algunas tías profesoras de la familia, en una época en que la profesión docente no estaba tan valorada, según cuenta. Y es la valoración docente, un aspecto en el que Francisca considera que sí se han logrado varios avances.
“Creo que actualmente, en Chile, no hay quien te diga que la educación no es importante y eso hay que hacerlo notar con mucha más fuerza”.
El principal objetivo actualmente es centrarse en las nuevas demandas del aprendizaje y en pensar en un modelo que ponga al estudiante en el centro. También en demostrarle a los profesores que la profesión no se desarrolla únicamente en un colegio. Y Francisca es un claro ejemplo, porque tras sus años de docencia en establecimientos privados y de sentir que le faltaba desarrollarse en ámbitos públicos, pudo empezar a brindar asesorías a escuelas públicas en temas relacionados con gestión instruccional y acompañamiento docente. Años después, llegó a cargos universitarios; el último que desempeñó antes de llegar al CPEIP fue el de directora de Postgrado y Educación Continua de la Universidad Diego Portales.
“Los establecimientos universitarios tienen una cosa muy encapsulada, muy cerrada, que en el fondo hace que este vínculo con la vida real sea distante y eso les juega en contra. Juega en contra para el desarrollo profesional de los profesores, es sabido que muchos de los profesores que trabajan en colegios después salen a otros ámbitos y se encuentran con un camino laboral que estaba un poquito trunco, del que no sabían nada. Hay más espacios de desarrollo, más allá del colegio, y eso hace falta, hay que desarrollar eso. Se necesitan más profesionales en el ámbito de políticas públicas, por ejemplo. Al menos en la educación básica o educación párvulos, hay docentes que tienen la experiencia en sala y tienen la técnica o la capacidad para dar clases universitarias, pero se necesita en esta área más académicos, más personas que muestren todas las posibilidades que hay en este mundo. Si queremos seguir trabajando en valoración y en mejorar nuestras educación, necesitamos desarrollarnos en todos los aspectos”, explica Francisca.
“Yo también partí con el foco de hacer clases, sólo eso. Para mí ser profesora consistía en mostrarle el mundo a otros”.
La principal razón por la que Francisca siempre quiso ser profesora, es porque desde muy pequeña se sintió con esa capacidad de explicarle el entorno a otros. “Y todavía me pasa, algunas veces quizá me veas en la calle explicándole algo a un desconocido. Pero, insisto que para ser profesor se necesita mucho más, mucha gente habla de la vocación, yo hablo siempre de la intuición, fue realmente clave para mi. Se necesita para ser profesor, para ver los procesos de aprendizaje de cada uno, para tener la capacidad de dar y recibir feedback, para trabajar en equipo, delegar, apoyarse entre docentes. Creo que los que estén pensando en ser profesores, también tienen que dimensionar que ser profesor es una de las profesiones que requieren mayor rigurosidad, de seriedad y profesionalismo. Si están conscientes de eso, está bien”.