Desde hace 10 años, un establecimiento educativo ubicado en Providencia, brinda a madres y padres con horarios irregulares la oportunidad de que sus hijos puedan asistir a la educación inicial.
En un establecimiento ubicado en Santiago de Chile se encuentra una sala cuna y jardín infantil que nunca para. Atiende a niños y niñas 24 horas al día, los siete días de la semana. Esta, es una apuesta de la red de jardines infantiles Vitamina para apoyar, especialmente a las familias que trabajan en horarios irregulares en distintos centros médicos de la ciudad.
“Contamos con tres turnos en nuestro equipo, uno diurno que se incorpora desde las 7:30 de la mañana. Luego tenemos un turno extendido que son dos personas que se quedan con nosotros hasta las 8:30 de la noche. El equipo de noche trabaja en turnos rotativos, a diferencia del diurno que trabaja de lunes a viernes. Además, tenemos un equipo que trabaja sólo los fines de semana. Y nuestros trabajo siempre es coordinarnos para que todos los niños tengan las experiencias y actividades acordes”, explica María Ignacia Díaz, coordinadora del establecimiento educativo.
Actualmente a más de 100 niños y niñas, de los cuales tres son atendidos en la noche y 15 los fines de semana; la mayoría son hijos de enfermeras y asistentes de enfermeras. En los horarios nocturnos, se trabajan actividades más pausadas, con la intención de que el niño o la niña, tenga una rutina similar a la que tendría en casa. Por eso, una de las cinco salas que se encuentra al centro del establecimiento y la más grande, se transforman en una habitación compartida por unas horas en la noche.
Mesas, sillas, juguetes y cuadernos van hacia un lado y salen de un gran armario, varias camas pequeñas con su respectivo plumón. Cada niño duerme en ese espacio, después de algunas actividades pedagógicas pausadas. “En la noche se hace un trabajo muy relacionado con los temas de servicios, de muda, de acostarse, y tienen una actividad pequeña, tranquila, que puede ser un cuento, una dinámica con alguna de las estaciones de trabajo y la idea es aclimatar ese período para que sea lo más parecido posible a la casa y no sobre-estimularlo”, explica María Ignacia.
High Scope como base
Para poder trabajar de una forma en que se pueda respetar el proceso de cada niño sin importar el horario en que asista al jardín infantil, se toman algunas bases del currículum de High Scope, una metodología que nació en Estados Unidos en 1970, gracias al psicólogo David Weikart. Su filosofía de trabajo se basó en la teoría e investigación del desarrollo infantil, en donde los profesores se relacionan con los alumnos como facilitadores o socios y nunca como superiores, debido a que gran parte del proceso de aprendizaje se realiza a través del juego y el desarrollo de proyectos. Además, es importar respetar los procesos de aprendizaje de cada estudiante.
Una base que es clave en esta sala cuna y jardín infantil, donde reciben bebés desde los cinco meses y medio, y donde tienen, actualmente, niños de hasta cuatro años y medio, es que para pasar de nivel se toman en cuenta más logros de desarrollo que la edad;que sepan gatear o caminar, en el caso de los más chicos, y que aprendan a controlar su esfínter, para los niveles mayores.
“Bajo esa premisa, de las diferentes realidades y horarios con los que trabajamos, es que trabajamos con un currículum bajado en HighScope. Tenemos nuestras propias experiencias de aprendizajes y también estamos basados en las bases curriculares nacionales. Para nosotros también es importante tener espacios abiertos para que ellos inicien sus experiencias. Nosotros siempre estamos revisando en dónde está el niño, qué aprendizajes tiene y de acuerdo a eso, buscamos distintas experiencias para apoyarlos. Nuestra idea siempre es potenciar, respetar los proceso de todos”, asegura la coordinadora.
Una vez al mes todo el equipo se reúne para revisar cada caso y trabajar con base a los logros de cada uno, un seguimiento importante debido a que en horarios como el nocturno y fines de semanas, trabajan en una misma sala con estudiantes de distintas edades. Previo a ese seguimiento, otro aspecto clave son las entrevistas previas con los familiares, donde se busca saber la realidad de cada madre y padre, además de conocer los gustos e intereses de cada uno, para poder trabajar, con esa base, la autonomía de cada uno.
Sala abierta para la familia
“Nosotros tenemos una política puertas abiertas que consiste en que le damos la oportunidad a los padres a que puedan venir y ver lo que hacen, estar con sus hijos. Es muy importante para el desarrollo la presencia de la familia, esencial para el aprendizaje. En este jardín particularmente, vienen mucho las mamás en sus tiempos libres, ya que tenemos una de las clínicas muy cerca. Vienen muchas veces a dar el almuerzo o a participar en alguna experiencia pedagógica. La política es que la familia se involucre en el aprendizaje, y que venga a estar un rato con sus hijos”, cuenta María Ignacia.
Por esa razón, en las puertas de todas las salas, hay un cronograma, donde se especifican las actividades del día para que cada familiar oueda decidir si quiere ser parte de la actividad. Además, en este jardín no hay tareas para hacer en casa, pero sí un trabajo en que se le comunica a la familia todo el trabajo que se está haciendo en casa con la intención de que lo potencien. “Este trabajo con cada madre y cada padre es clave. Nuestra comunicación con ellos es sumamente importante, especialmente con aquellos niños que asisten en los turnos de noche”, explica María Ignacia.
Así, María Ignacia junto a su equipo de trabajo potencia desde hace más de 10 años esta modalidad de educación inicial que abre las puertas las 24 horas del día para ofrecerle, a todos los niños y niñas, sin importar la edad, la posibilidad de desarrollarse en un periodo de vida que es esencial.
El beneficio es sólo con convenio empresarial. En forma particular funciona sólo de 7:30 a 19:30 hrs.
Una pena, porque habemos padres con horarios irregulares y sin red de apoyo que necesitamos un servicio 24/7, y éste no existe.