Erin Ott desarrolló una tarea para fomentar las relaciones confiables entre ambas partes. A esta tarea la llama: La lista de cuídame.
“Quiero que los estudiantes salgan de mi salón de clases entendiendo simplemente una cosa: que son importantes”, dice Erin Ott, una profesora de arte y lenguaje que se ha enfocado en demostrar a sus alumnos que un entorno de aprendizaje debe basarse en la unión entre alumnos y profesores. Hace varios años, la profesora desarrolló una tarea para fomentar las relaciones confiables entre ambas partes. A esta tarea la llama: La lista de cuídame. ¿Cómo funciona esta tarea? Los estudiantes deben llenar una página con una lista de cosas que podrían hacer sus profesores para cuidarlos. Ella pide a sus alumnos que expliquen cada palabra con unas oraciones. “No me gusta restringir los tipos de respuestas para que cada lista me brinde el verdadero sabor de la personalidad de cada estudiante”, explica Erin.
Por su parte, la profesora escribe su propia lista y la comparte como modelo.
Su lista incluye los comportamientos y hábitos de los estudiantes que ella espera ver durante el día en el ambiente de aprendizaje. En lugar de repasar una lista de reglas, esta fórmula, según explica la profesora, sirve para comunicar que el ambiente de la sala de clase debe ser compatible para todos quienes están allí. Además de esto, ella les pide que recuerden una clase en la que se hayan sentido felices de aprender. ¿Qué hizo el profesor para apoyarlos? ¿Qué podría hacer un profesor para ayudarles a aprender de la mejor manera posible? Luego les da un poco tiempo tranquilo para que redacten su lista. Unos días después, la entregan.
La profesora lee las listas cuidadosamente y a veces hace notas al respecto.
A veces, los estudiantes pueden poner cosas como “no nos pongas tareas”, o “dame dulces”, pero ella intenta ignorar esas respuestas para enfocarse en las respuestas que realmente revelan aspectos importantes de la personalidad de los estudiantes y de las cosas que los motiva. Muchas veces, ellos comparten cosas que están basadas en experiencias negativas que tuvieron previamente. Por ejemplo, escriben cosas como: “no me grites, ni a la clase, cuando estés molesto”. “Estas respuestas me dan una pista sobre el tipo de actitud que pueden tener sobre la escuela y / o el aprendizaje”, explica la profesora. “Me tomo las listas con seriedad y trabajo duro para abordar las solicitudes en clase cuando es posible”. Erin intenta que su práctica y las rutinas le sirvan para adaptar las clases según las necesidades de sus alumnos. Ella quiere que se sientan seguros y que aprendan a respetar ese ambiente que responde a lo que ellos quieren o esperan.
Pero lo más importante de esta tarea, dice Erin, es que ella escribe una breve respuesta a cada uno de sus estudiantes.
“Debido a que es el primer comentario personal que doy a los estudiantes, me aseguro de mostrar gratitud por su trabajo, reconozco algo específico de su lista y expreso un entusiasmo genuino por conocer a ese estudiante”, explica la docente. En esta etapa de la tarea, ella no corrige ortografía, ni revisa la calidad de las respuestas. Esto sucede porque el objetivo de la tarea es crear interacciones sólidas y positivas. A lo largo del año, ella guarda las listas para futuras referencias que puedan ser útiles más adelante. Finalmente, devuelve las listas a los estudiantes en la última semana del año escolar, en parte para recordarles que cuidarlos fue un esfuerzo de un año de duración, pero también para hablarle a los futuros profesores sobre sus necesidades como estudiantes y personas.
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