“El objetivo principal en un aula tiene que ser la educación emocional”, dice Laura Vela, una educadora de Málaga que nos contó qué es Cin-Emoción y por qué ha sido importante la implementación de este proyecto en su aula.
“Cámara y emoción”, así empieza el rodaje de las películas que se graban en el aula de Laura Vela, una educadora de Málaga, España, quien dirige un centro de educación infantil y tiene un Máster en pedagogía Terapéutica. Estas películas hacen parte de Cin-Emoción, una iniciativa a través de la cual los niños exploran las emociones a través del cine.
¿Cómo surge este proyecto? Antes de llegar a la grabación de películas, los estudiantes de Laura trabajaron con un espejo frente al cual podían ver diferentes reacciones y expresiones faciales relacionadas con algún tipo de emoción. Las educadoras planteaban situaciones, las caras cambiaban y los niños podían encontrarse con ellos mismos. Luego crearon “El libro de emociones”, una especie de álbum donde estaban fotos de sus caras representando diferentes emociones. Ese libro lo veían todas las mañanas y era todo un éxito.
Entonces Laura pensó: si el ejercicio del espejo y las imágenes funcionan, ¿por qué no transformar la dinámica en un proyecto audiovisual?
El primer paso fue la elaboración de una claqueta y de una cámara con una caja de cartón. Luego, se le explicó a los alumnos el proceso del rodaje y la función de la claqueta en el mundo cinematográfico. Fue así como surgió la idea de cambiar la expresión “cámara y acción” por “cámara y emoción”. El paso siguiente era la creación de historias cortas en las cuales se pudieran abordar emociones sencillas pero vitales para su desarrollo. Una de estas, por ejemplo, narraba la historia de dos niños que habían perdido a su mascota y estaban muy tristes porque no la encontraban. Decidieron buscarla y la hallaron en un jardín lleno de flores.
Una vez creada la historia, el paso siguiente es seleccionar a un pequeño grupo de actores –niños– que recrean la escena frente a la cámara –smartphone–.
Se simulan los espacios, se filman todas las situaciones planteadas en las historias creadas y cuando todas las escenas están listas, se fusionan, se elimina el sonido y en un proceso de edición se incorpora la narración de la historia con una voz en off. “Los niños, en la elaboración de estos videos, son los actores y son los protagonistas de las historias. Cada video, comienza con uno de los alumnos que hemos seleccionado utilizando la claqueta y diciendo “cámara y emoción”. En cada video, siempre se graba la escena de la claqueta con la voz del niño y después se une al resto de escena que hemos grabado”, cuenta la educadora.
Después, el momento más esperado: la proyección de la película en un día de cine con los niños. “Es increíble ver sus reacciones, ni siquiera pestañean”, dice Laura refiriéndose al entusiasmo y la motivación de un grupo de alumnos de 2 y 3 años que a pesar de ser tan pequeños, disfrutan en grande la actividad. “Trabajamos, en primer lugar, el autoestima”, dice Laura. “Los niños, cuando se ven en esas historias, ponen una cara de orgullo y de satisfacción que es indescriptible. Ellos mismos se reconocen y reconocen a sus compañeros y través de esto trabajamos mucho la empatía”.
La película termina y se realiza una especie de coloquio en el cual los niños tienen la oportunidad de hablar de los protagonistas, de lo que sintieron, de la historia en general.
Muchas veces, las educadoras cambian los finales e invitan a los niños a que inventen también nuevos finales para las historias, al igual que nuevos personajes. En todo este proceso se trabajan las emociones desde diversos ángulos y se siguen trabajando fuera del aula pues las películas son enviadas a las familias, quienes en casa, dialogan con sus hijos acerca de la película creada.
“Las emociones hay que educarlas y esta educación tiene que tener una base en la familia y otra en la escuela. Si desde el aula reforzamos esas emociones, conseguiremos que nuestros alumnos sean conscientes de su capacidad de aprender pues esta capacidad está vinculada 100% con las emociones. No se puede concebir un aula sin que se eduquen las emociones”, cuenta la educadora.
Cin-Emoción surge también de un interés particular por el mindfulness, una técnica basada en la atención plena.
Como la técnica también está muy relacionada con el manejo de emociones y la consciencia con respecto a éstas, Cin-Emoción se ha convertido en una estrategia ideal para aplicar este concepto en los centros de educación infantil. Al ser una dinámica a través de la cual los niños se ven y se encuentran frente a la cámara, es un instrumento ideal de visibilización y consciencia de las emociones. “Qué mejor forma de entender una emoción que viendo cómo te sientes, tus expresiones, tu reflejo”, explica Laura, quien está convencida de que las emociones son y deberían ser en cualquier aula, una prioridad. Lo mejor es que la educadora también se ha encargado de que los padres le den la misma relevancia, no sólo al aprendizaje de las emociones, sino también a la técnica de mindfulness como tal; en el centro se ha capacitado a los padres con sesiones de mindfulness que les permite entender qué es y cómo se puede aplicar en el aprendizaje de sus hijos. ¿El objetivo? Que el trabajo de las emociones trascienda el aula.
“La base de toda persona son las emociones”, dice Laura, “entonces pienso que el objetivo principal en un aula tiene que ser la educación emocional”.
Esta educadora encontró la forma de priorizar la educación de las emociones a través del cine y convirtió a sus pequeños estudiantes en protagonistas de películas que les permiten reconocerse como seres humanos; seres humanos que entienden cómo se sienten y por ende, que saben cómo responder frente a determinadas situaciones que si bien hoy parecen simples, en un futuro garantizará un desarrollo integral.
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