“Proclaman su presencia con una confianza maravillosa que requiere nuestra atención”.
Hace unos años, cuenta la profesora Laura Thomas en un artículo de Edutopia, los graduados del Programa de Educación de Profesores de la Universidad de Antioch (lugar donde ella hace clases), repartieron ramilletes de diente de león. ¿Cuál era el objetivo? ¿Qué estaban haciendo con estos ramilletes? Los futuros profesores habían convertido esta flor amarilla en el símbolo no oficial del tiempo que compartieron a lo largo de la carrera. Según le explicó una alumna a Laura, ellos se imaginaron como semillas individuales, que al crecer juntas se convirtieron en flores preparadas para regar más semillas por el mundo. “Supongo que esto nos ayudó a encontrar consuelo en un gran punto de inflexión, recordar nuestro tiempo de aprendizaje y crecimiento juntos, y mirar hacia adelante con optimismo y esperanza, imaginando nuestra misión compartida como nuevos maestros”, le comentó la estudiante Hannah French a su profesora.
Pero, ¿por qué un diente de león? Según explica la profesora, hay varios elementos que convierten esta flor en una inspiración perfecta para los profesores, especialmente para aquellos que están empezando su carrera.
El crecimiento
No se necesitan muchos dientes de león para cubrir un gran patio. De hecho, uno es más que suficiente pues, poco a poco, se multiplica. Además, deshacerse de esta flor no es nada sencillo pues básicamente es una maleza que hay que arrancar desde la raíz para que se vaya por completo. Esta flor vuelve, una y otra vez, y su raíz es bastante fuerte. Laura compara la fortaleza de su crecimiento, con la fortaleza que tienen y deben tener los profesores, especialmente aquellos que están iniciando. Los nuevos docentes, dice la profesora, por un lado deben entender lo que representan, deben rescatar aquello en lo que creen y deben dejar que esto los sostenga firmemente, tal como lo hace la flor. Por otra parte, Laura rescata el hecho de que los dientes de león crecen en todas partes; en las grietas de las aceras, en los cimientos de los edificios, en medio del césped. En todos estos lugares absurdos crecen, florecen y ella está convencida de que los profesores pueden hacer lo mismo. “Por favor, entiende que tú y tus alumnos pueden hacer lo mismo, crecer y prosperar en todo tipo de condiciones difíciles”, afirma la profesora. “La enseñanza puede ser difícil. Es fácil desanimarse ya que nunca terminamos, los niños siempre crecen y cambian, y nuestra labor es trabajar en los espacios donde aún no conocen las cosas. Sería mucho más fácil enseñar lo que los niños ya saben, pero ese no es nuestro trabajo, y trabajar en esos espacios, moverlos de la comodidad de lo que finalmente comprenden, a la tierra de nadie, de lo más nuevo que aún no conocen, requiere que seamos tan tercos como los dientes de león”, agrega Laura.
La confianza
Todo el mundo las conoce. Están presentes en muchas partes y tienen un color amarillo que es imposible de ignorar. Laura dice que, prácticamente, “nos gritan que las veamos”. Y aunque sabe bien que las flores no tienen emociones, le gusta pensar que los dientes de león en particular, son como los payasos de la clase que siempre llaman la atención y que no tienen miedo a ser quienes son. Ellas “proclaman su presencia con una confianza maravillosa que requiere nuestra atención”. Laura habla de esto para que los nuevos profesores recuerden que esta misma confianza que tiene la flor, puede servirles para sostenerse y sostener a sus alumnos en momentos más difíciles.
Alimento
Los dientes de león son una de las principales fuentes de alimento de las abejas. El polen de esta flor les proporciona la nutrición que necesitan. Esto se vincula mucho a la labor del profesor, pues ellos también son alimento. Además de nutrir las mentes, los profesores alimentan el alma. “No tengas miedo de esas partes menos académicas del trabajo, y no dejes que nadie te diga que no son importantes” porque ser profesor a veces es mucho más que los planes y las normas.
Los ciclos
La enseñanza se asemeja a los ciclos de esta flor. Los dientes de león no duran eternamente. Una flor se puede desvanecer y otra puede nacer en un lugar diferente. En otras palabras, la flor tiene ciclos, y la enseñanza también. Lo importante, menciona la profesora, es ver estos ciclos como oportunidades para reinventar, reimaginar, mejorar, en lo personal y lo profesional. Esto significa poder cambiar de opinión, desechar ideas o creencias para que otras puedan crecer, tal como lo hace el diente de león. “Permite que cada experiencia nueva sea un vehículo para nuevos deseos, propios y de tus alumnos; permítete cultivar raíces, florecer y esparcir semillas para que puedan crecer nuevas raíces”.
Maleza
Sí, los dientes de león son maleza y muchas personas los desechan por esta razón. Pero a pesar de todo, siguen creciendo aún más cerca del suelo. “Aprenden un poco y descubren cómo seguir, supongo”, dice Laura. Como docente, muchas veces sentirán situaciones similares, situaciones en las que te sientes derribado o desechado como maleza. Sin embargo, es clave entender qué representas como profesor para poder tomar las decisiones correctas sobre lo que funciona para ti y tus alumnos.
Leave a Reply