En la escuela Westborough en Massachusetts, la bibliotecaria Anita Cellucci lidera esta actividad junto a Ceil Parteleno, el consejero escolar.
¿Cómo lidiar con la ansiedad, la depresión, el estrés post traumático y otros problemas que pueden llegar a sufrir los estudiantes? Hay muchas alternativas, pero Anita Cellucci, la bibliotecaria de la escuela Westborough High School en Westborough, Massachusetts, tuvo una idea alternativa para apoyar a los niños que están pasando un mal momento en la escuela. Ella y el consejero escolar, Ceil Parteleno, se unieron para crear un grupo específicamente dirigido a estudiantes que habían experimentado un trauma o una pérdida. Pero este grupo de apoyo no era como otros: el objetivo de este era utilizar la literatura para ayudar a los niños a entender sus emociones.
Este tipo de apoyo se llama “biblioterapia” y según explica en el medio MindShift la Dr. Liz Brewster (investigadora de biblioterapia y profesora en la Escuela de Medicina de Lancaster, Inglaterra), la biblioterapia puede ayudar a las personas, no sólo a entender, sino también a procesar y considerar las emociones difíciles. “Cuando las personas reconocen sus pensamientos y emociones en una obra de ficción o en otros libros, esto puede ayudarles a sentirse menos solos”, explica Brewster.
Para los adolescentes en particular, el uso de los libros como herramienta terapéutica, puede ser invaluable.
Especialmente para aquellos que están lidiando con problemas como la depresión y la ansiedad. En esta etapa de sus vidas, los jóvenes se enfrentan a grandes inseguridades. Por ejemplo, es fácil para ellos creer que ser excluidos de un evento social, puede ser un conflicto personal con determinada persona. Además, las redes sociales, a menudo alimentan estas creencias, hecho que sin duda afecta la salud mental de los jóvenes que además de enfrentarse a la vergüenza y la estigmatización, no buscan el apoyo emocional que necesitan. Leer las historias de ciertos personajes de ficción, puede ayudarles a normalizar ciertos sentimientos y les puede dar el valor de abrirse frente a sus propios conflictos. Esto lo han podido comprobar Cellucci y Parteleno en las sesiones de biblioterapia donde se generan discusiones (lideradas por la bibliotecaria), sobre algunas obras y se invita a los estudiantes a compartir sus impresiones personales. Los estudiantes que participan de estas sesiones también tienen la opción de reflexionar en privado, escribiendo en unos diarios.
¿Qué tipo de libros utilizan en la biblioterapia de esta escuela?
Cellucci menciona en MindShift libros como El cerebro de Buda. Esta obra ofrece consejos centrados en la empatía, el amor, la amabilidad y el autocuidado, y aunque es un libro de no ficción, Cellucci rescata de éste los principios del budismo para ayudar a los estudiantes a que compartan sus experiencias personales. Después de leer este libro, ellos discuten sobre cómo se relacionan con la lectura. Cellucci también utiliza libros de ficción de forma individual. Un ejemplo de esto es Ignoren a Vera Dietz por favor, del autor A.S. King; libros como este, les ayuda a hablar de temas sensibles como la angustia humana.
“Muchos de los estudiantes que leen Ignoren a Vera Dietz por favor, se relacionan con Verla, el personaje principal. Este personaje les ayuda a entender si nuestra historia familiar determina o no determina nuestro destino”, explica Cellucci en MindShift.
Además de los libros, ¿qué más sucede en estas sesiones de la escuela Westborough?
Cada biblioterapia tiene un formato estructurado con el fin de ofrecerle a los alumnos un espacio seguro. La sesión empieza con una actividad, como yoga o un ejercicio de respiración (mindfulness). Después, Perteleno le enseña a los estudiantes herramientas cognitivas, como las pruebas de realidad, o la toma de perspectiva. Estas actividades les ayuda a enfrentar pensamientos que los atormentan. Por ejemplo, si una estudiante preocupada cree que su amigo la está ignorando, Parteleno desafía sutilmente la creencia, haciendo una pregunta como: “¿tienes evidencias que prueben que esto es verdad?” o “¿hay alguna otra razón con la que puedas explicar el comportamiento de tu amigo?”
Aparte de esto, los estudiantes también practican actividades basadas en la Terapia de Conducta Dialéctica (DBT), a través de la cual aprenden a manejar las emociones intensas.
Parteleno guía a los estudiantes a través de ejercicios de juego de roles cognitivos y de atención plena, representando escenarios desafiantes que hayan enfrentado durante la semana. Por ejemplo, los adolescentes en el rol del grupo de pérdida, jugaron a hablar con amigos y familiares acerca de su dolor.
Algunos estudios han confirmado los efectos de este tipo de psicoterapia en jóvenes, en cambio, el uso de la biblioterapia es mucho más reciente y menos estudiado. Sin embargo, más expertos como la Dr. Brewster, sugieren que efectivamente puede reducir los síntomas de ansiedad o depresión en los adolescentes. Y tiene sentido pues en esta dinámica los estudiantes no sólo logran abrirse, también se sienten confiados al escuchar las historias de otros. Por ejemplo, en una sesión, Cellucci habló de la muerte de su abuela, una pérdida que la afectó mucho cuando era niña.
“El grupo fue de gran ayuda pues me permitió abrir mis sentimientos y compartirlo con otras personas que estaban sintiendo la misma pena”, dice uno de los estudiantes en el mismo medio.
Cellucci asegura que los estudiantes esperan con interés al grupo porque es un momento de reflexión silenciosa y conexión personal en un espacio seguro y confiable. Los estudiantes que experimentan los beneficios terapéuticos de la biblioterapia también comienzan a ver la biblioteca como un refugio donde pueden encontrar libros que los ayuden a comprender sus sentimientos. Esto también convierte la actividad en una especie de proyecto de fomento de lectura al interior de la escuela. ¿Cómo se puede implementar? La bibliotecaria aconseja algunas cosas que pueden ser útiles para quienes esperan convertir los libros en un instrumento para trabajar las emociones: lo primero es crear exhibiciones para generar conciencia y darle voz a los estudiantes (estas exhibiciones pueden ser creadas por ellos mismos). Cellucci también sugiere la posibilidad de abrir espacios en la escuela que promuevan el entendimiento de los problemas de salud mental para romper con la estigmatización. Esto también puede ser útil para darle voz a los estudiantes. Todo esto, además de las sesiones de biblioterapia, debe hacerse con el apoyo de líderes escolares que permitan abrir oportunidades como estas al interior de las escuelas.
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