Los niños de esta escuela preescolar reconocen los nombres de artistas como Pollock o Warhol. ¿Por qué? Porque ellos mismos se convirtieron en artistas a través de un proyecto que les permitió conocer el arte de una forma única.
“¿Qué es el arte?”, preguntó la profesora de la LSU Early Childhood Education Laboratory Preschool (escuela preescolar). Sus estudiantes respondieron: “El arte es cuando haces algo y quieres compartirlo”, “el arte es convertir una caja en un avión”, “el arte es construir algo”, “el arte es algo que dibujas”. Desde muy temprana edad, los niños de esta escuela preescolar no sólo han podido construir su propia noción de arte, también se han familiarizado con el tema e incluso conocen bien los nombres de grandes artistas como Pollock, Warhol y Van Gogh. Esto ha sucedido porque la escuela, que está inspirada en la metodología Reggio Emilia, se ha dedicado a despertar este interés en los niños a través de diversos proyectos. Por ejemplo: un Museo de Arte en el Aula donde los niños se expresaron a través de diversos métodos y materiales.
¿Pero cómo llegó el aula a convertirse en museo?
Primero, los niños se familiarizaron con técnicas artísticas vinculadas a estos artistas reconocidos. Aprendieron a usar la palabra abstracto para describir el arte que no se parecía a las personas u objetos de la vida real. El arte, poco a poco cubrió las paredes de la clase en incluso los padres hicieron parte de este proceso. De hecho, uno de ellos creó un mural con los niños para que pudieran expresarse a mayor escala. Después de muchos procesos de creación, los niños se dieron cuenta de que necesitaban un lugar para exhibirlo todo y compartirlo con los demás. Este espacio era el museo.
Poco a poco los niños sumaron nuevas obras a su colección y pudieron aprender otras características del trabajo artístico.
Por ejemplo, que los artistas no limitan su trabajo a una hoja de papel. Descubrieron que los trabajos también podían ser enormes, tridimensionales (como las esculturas) o incluso interactivos. También notaron que existía un libro de Braille y se preguntaron cómo podían experimentar los museos los visitantes que no pueden ver. A raíz de todo esto, decidieron agregar algunas pequeñas esculturas a su propio museo e incluso decidieron agregar un poco de tecnología a éste; ellos se grabaron a sí mismos describiendo su arte utilizando el micrófono de un computador. Las grabaciones –que se convirtieron en códigos QR–contenían una descripción sobre la obra e información sobre los materiales que utilizaron.
Luego de un trabajo de meses, el museo, conocido como MOCA ––The Museum of Children’s Art–, finalmente abrió sus puertas.
Los niños querían que fuera lo más real posible y por eso, cada detalle fue impresionante. Dibujaron mapas de exhibiciones –incluso mostrando dónde estaban los baños–, publicaron una lista de reglas en la entrada para visitantes con afirmaciones como “No tocar las obras”. También hicieron cámaras de seguridad hechas de diversos materiales que se colgaron en toda la galería. Hubo guardias de seguridad y niños en la entrada que distribuían boletos hechos a mano y saludaban a los visitantes. Mientras que las personas (familias, niños y otros miembros de la comunidad educativa) visitaban el museo, los artistas daban vueltas para responder preguntas. Los niños estaban orgullosos de su trabajo y abrumados por la cantidad de visitantes al MOCA.
Después de esta apertura, las cosas no terminaron.
Los estudiantes siguieron creando obras que se exhibieron en el aula. El estudio de arte que crearon para esto se extendió además a las artes visuales y a las artes escénicas. El impacto fue enorme y trascendió el aula. La familias de los niños aseguraban que en vacaciones, al visitar museos, sus hijos lograban identificar obras de arte y artistas famosos. Además continuaron haciendo arte en casa… se habían convertido en verdaderos artistas y ellos estaban convencidos de eso.
A través de este proyecto, los niños aprendieron a apreciar el arte, no solo el suyo, sino el de sus compañeros y en general, el arte de grandes artistas. También comenzaron a reconocer detalles de piezas que, por lo general, pasarían desapercibidas para los ojos de un niño de 4 años y aprendieron la satisfacción de comenzar una pieza y volver a ella día tras día hasta terminarla. Los estudiantes de esta escuela preescolar se convirtieron en artistas de verdad explorando al máximo la creatividad, trabajando en equipo, valorando los procesos de creación, descubriendo nuevas técnicas y explotando al máximo sus capacidades. Además se adueñaron de una idea que fue creada y ejecutada con éxito, un proyecto llamado MOCA que gracias a sus talentos y motivación estuvo a la altura de cualquier gran museo del mundo.
The Making of an Art Museum, NAEYC
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