La profesora Johanna Rauhala asegura que algunas suposiciones podrían impactar de forma negativa la práctica docente. Por eso comparte algunos tips para combatirlas.
Suponemos cosas. Es parte de nuestra naturaleza. Por ejemplo, si vamos a sacar fotocopias, dice la profesora Johanna Rauhala en Edutopia, asumimos que la máquina fotocopiadora funcionará. Y está bien, pues la mayoría de las veces en realidad funciona. Sin embargo, dice ella, en el contexto escolar, algunas suposiciones pueden causar frustración y desembocar en el famoso “Síndrome Burnout”.
Dichas suposiciones tienen que ver con las creencias que tienen los docentes con respecto al cómo deberían actuar o trabajar, o sobre cómo los estudiantes deberían comportarse. Lo bueno es que al ser conscientes de estas, se puede trabajar para minimizarlas. ¿Cuáles son?
1. “Debería saber esto”
Tienes experiencia. Llevas años enseñando lo mismo y la clase está muy bien planeada. Eso es cierto, sin embargo, cada clase es nueva y tiene distintas necesidades. Esto quiere decir que cada año es importante aprender de nuevo y adaptar la forma de enseñar según la cultura, las familias, las personalidades, etc. Saber el contenido, no es lo mismo que entender a los estudiantes y equilibrar ambas cosas es indispensables para que el aprendizaje sea efectivo.
Otro detalle: reaprender el contenido es posible. Aunque hayas enseñado cierto tema una y otra vez, está bien cuestionar, revisar, estudiar hechos, actualizar información y otros detalles que poco a poco se irán resolviendo a lo largo de la clase. “Déjame decirte algo: la mente de la enseñanza está llena, es una rueda de partes móviles que se elevan, caen, vienen y se van. Que hayas olvidado algunos detalles es una señal segura de eficiencia”, afirma Rauhala. Entonces, está bien no saberlo todo, y está bien NO asumir que “deberías saberlo todo”. La mejor forma de hacer frente a esto, dice la profesora, es analizar previamente la unidad, tener notas de resumen y confiar en que una vez que empieces a sumergirte en la enseñanza, volverá a aparecer el conocimiento.
2. “Los niños deberían saber esto”
Damos por hecho que los niños deberían saber algunas cosas. Como ejemplo, la profesora habla del uso de la regla: con tus estudiantes están en el laboratorio y van a medir algunas cosas. De repente, notas que los estudiantes no saben cómo funciona una regla y por ende no pueden realizar el ejercicio. El asunto se vuelve frustrante y se pueden buscar muchos culpables. Pero Rauhala afirma que hechos como este deberían entenderse como fortalezas y no como fracasos. “¿Qué harías?… Deje a un lado la guía y mira lo que necesitan los estudiantes en este momento, aquí y ahora”.
3. “Debería ser mejor o hacer las cosas mejor”
“El camino hacia una enseñanza efectiva no es una línea recta”, asegura Rauhala. Es importante entonces hacer un balance donde se analiza qué tan lejos se ha llegado. Esta pausa es una oportunidad que permite planificar los próximos pasos. Pero es importante ser reflexivo, entender las fallas y tener también algo de autocompasión. “Los fracasos repetidos pueden ser una parte esencial del crecimiento. Los errores son donde desarrollamos resistencia y donde practicamos elegir comenzar de nuevo”.
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