Lori Desautels explica qué es la “disciplina alineada con el cerebro” y por qué ésta es ideal a la hora de apoyar a los estudiantes en un proceso de cambio de comportamiento.
Lori Desautels es profesora en la Butler University en Indianapolis. Una de sus grandes pasiones ha sido motivar a sus estudiantes a través de la neurociencia, por eso les enseña cosas como la neuroanatomía. En un artículo en Edutopia, la profesora aborda una temática que es recurrente en cualquier contexto educativo: la disciplina en el aula.
Lo primero que Lori menciona es que los castigos tradicionales, especialmente con estudiantes que han tenido experiencias infantiles adversas, aumentan un conflicto interno e incrementan los niveles de estrés en el cuerpo y en el cerebro. El castigo, dice la profesora, se usa para tratar de forzar el cumplimiento y la gran mayoría de los procedimientos disciplinares en las escuelas son, justamente, formas de castigo que funcionan mejor con los estudiantes que menos los necesitan. ¿Qué significa esto? Que según lo explica Lori, la forma como recurrentemente las escuelas intentan disciplinar a los estudiantes más difíciles, usualmente no cambia nada y de hecho, suele escalar el problema.
Disciplina
A diferencia del castigo, la disciplina es proactiva y empieza antes de que haya problemas. Esto quiere decir que la disciplina “proporciona orientación, se centra en la prevención, mejora la comunicación, modela el respeto y abarca las consecuencias naturales. Enseña imparcialidad, responsabilidad, habilidades para la vida y resolución de problemas”, afirma la docente.
Para explicar esto, Lori se centra principalmente en los estudiantes que han tenido experiencias negativas crónicas. Según explica, intentar cambiar un comportamiento con un castigo, es como tratar de cortar una hierba solo desde la parte superior. Si no se llega a la raíz, dicho comportamiento podrá aparecer en otras partes. Los cambios neurobiológicos causados por dichas experiencias negativas crónicas y una historia de adversidad, pueden desencadenar una respuesta de miedo en el cerebro y por eso, los jóvenes con dichas características tienen cerebros en constante estado de alarma. En ese estado, las consecuencias no se registran de una forma correcta y por ende, la disciplina solo se puede aplicar cuando el profesor y el alumnos están tranquilos. Si esto no pasa, las dificultades en el comportamiento puede aumentar.
Disciplina alineada con el cerebro
Lori propone la utilización de un modelo de disciplina alineado con el cerebro. En éste tipo de disciplina, explica ella, se deben enseñar los comportamientos que se quieren ver, sentando bases para sistemas y estrategias de prevención. Dichos sistemas preventivos se enseñan por medio de procedimientos y rutinas, son colaborativos, y están llenos de opciones. El propósito es justamente crear un cambio de comportamiento que se mantenga en el tiempo y no sea solo por cumplimiento u obediencia durante un corto período.
Particularmente, para aplicar el modelo de disciplina alineada, Lori enseña a sus estudiantes sobre neuroanatomía, pues de esta forma pueden entender lo que sucede en sus cerebros cuando se estresan, se enojan o se ponen ansiosos. Al entender esto, hay una especie de alivio y poder. En sus clases hablan de la corteza prefrontal, la amígdala y la neuroplasticidad. Identifican y hacen listas de las cosas que desencadenan emociones y trabajan en estrategias de afrontamiento. Ella les enseña a los estudiantes a usar su respiración y movimiento para calmar sus sistemas de respuesta al estrés.
En esta lógica, la profesora ofrece algunos ejemplos para aplicar la disciplina alineada de una forma natural en lugar de optar por el castigo:
Cuando el alumno insulta frecuentemente: haz que cree un libro de afirmaciones positivas para la clase o una lista de “palabras amables” que pueda enseñarle a una clase de estudiantes más jóvenes.
Cuando agrede físicamente a otros con empujones, golpes o patadas: puedes darle al estudiante un nuevo espacio de aprendizaje en la sala o un nuevo lugar en la fila. También puedes pedirles que tengan algún acto de bondad con la persona afectada.
Si esto ocurre en el recreo, puedes pedirle que te ayude a supervisar el tiempo de recreo o también pedirle que se reivindique con la persona afectada.
Para el lenguaje inapropiado: Lori dice que esto requiere una discusión cuando, tanto el estudiante como el profesor, se encuentran en un estado mental tranquilo. A veces, las palabras que son inapropiadas en la escuela, se usan en el hogar, por lo que debemos entender el contexto cultural de los alumnos y hablar con ellos. Un estudiante grande podría investigar las palabras que utiliza y hacer un informe de por qué son palabras que no se deben utilizar en la escuela; los estudiantes más jóvenes podrían tratar de escribir lo que estaban tratando de transmitir utilizando otro lenguaje o dibujos adecuados para la escuela.
Tareas incompletas: Lori también sugiere que tengas una conversación individual. Pregunta si algo ha cambiado en su hogar o en la escuela, o si no comprende algo en particular. Haz un plan con el estudiante y si es posible con los padres, para recuperar el trabajo que se ha perdido. Considera asignar un mentor (estudiante) que lo pueda ayudar.
“La investigación es clara. Nuestros cerebros aprenden mejor en un estado de alerta relajada. Nuestros sistemas de disciplina deben comenzar a cambiar hacia la creación de este estado en todos los miembros de nuestra comunidad escolar”, concluye Lori.
Esto, en otras palabras significa crear los espacios y las estrategias ideales para que los alumnos realmente tengan la oportunidad de reflexionar, aprender y empezar un cambio de comportamiento duradero basado en el diálogo, en las acciones positivas y en sus potencialidades.
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