Alejandra Meza cree que es primordial que el sistema educacional se enfoque en las nuevas generaciones para hacer una labor que tendrá frutos en el mediano plazo.
Titulada como profesora de Artes, la docente Alejandra Meza (51 años) derivó poco a poco a la enseñanza de la robótica. Hoy es finalista en la categoría General del Global Teacher Prize 2022, premio organizado en Chile por Elige Educar. Luego de 13 años de labor profesional en el Colegio Institución Teresiana de Las Condes, hoy se desempeña en el Instituto Hebreo de Lo Barnechea, Región Metropolitana, donde desarrolla su labor educativa desde primero básico a segundo medio
Su trabajo se enfoca en integrar a los más pequeños –especialmente a las niñas– en el ámbito de las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas, también conocido como STEAM. “La tecnología, la robótica, la creatividad y la innovación educativa son componentes esenciales en mi aula y en el proceso enseñanza aprendizaje para niños que, en algunos años, estarán realizando trabajos que aún no han sido inventados”, asegura sobre su método de trabajo.
Para Alejandra, potenciar el interés y la curiosidad de las niñas, niños y adolescentes en esta área sirve como una herramienta eficaz para poder combatir el déficit de profesionales en estas áreas que mantiene el país. “Hoy tenemos que enfocarnos en los más pequeños. Lograr que se encanten y no pierdan el interés por aprender y ser creadores en este ámbito es la clave”, reflexiona la docente.
Reforzar a las nuevas generaciones
La clave para lograr sus objetivos, explica Alejandra, es generar en los alumnos y alumnas el afán por crear, experimentar y desarrollar sus ideas con todo el apoyo que necesiten. “Nos ha hecho modificar no sólo la forma como entregar la clase, sino el rol del profesor. De ser un transmisor de datos, focalizando todo el esfuerzo en la pedagogía, ahora somos unos entrenadores de nuestros estudiantes entregando las condiciones para que ellos y ellas aprendan”, cuenta la profesora.
Este trabajo busca generar un impacto a corto plazo en las tareas diarias de sus estudiantes, pero también a mediano plazo,cuando decidan sus carreras profesionales; y en largo plazo, cuando entren al mundo laboral. “De aquí a cuatro o cinco años vamos a ver cambios si podemos reforzar la educación en este ámbito”, calcula Alejandra.
Para ello, el primer paso a dar es cambiar las cosas en el aula. “Dar las condiciones para que las niñas, niños y adolescentes experimenten en la sala, encuentren su estilo y camino al aprendizaje, pero por sobre todo, que el aula sea un lugar seguro, donde los estudiantes estén cómodos, tengan acceso a herramientas y materiales y en un estado de ánimo de curiosidad y expectación por aprender”, concluye.
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