Al norte de Chile existen prácticas de innovación educativa que inspiran en Calama, La Calera y Alto Hospicio y que transforman la educación llamando a los estudiantes a ser protagonistas de sus aprendizajes. Es lo que hicieron los 10 ganadores de Elige Innovar 2022 ¡Te invitamos a conocerlos!
Educación financiera: Con finanzas entretenidas, proyecto ganador de la categoría “Innovación Transformadora”
En el Instituto Obispo Luis Silva Lezaeta de Calama, uno de los 10 ganadores de Elige Innovar 2022, que tiene 63 años, 1800 alumnos, cuatro cursos por nivel, 50 aulas, laboratorio, canchas, gimnasio, capilla y 75 docentes, de pronto se ve en una sala a un grupo de seis estudiantes de cuarto medio que han perdido la noción del tiempo mientras juegan con un puzzle de educación financiera.
Esos seis alumnos viven en una de las comunas con mayor ingreso per cápita en Chile. En esa ciudad árida ubicada en pleno desierto de Atacama, conocida como la tierra del sol y el cobre por los diversos yacimientos mineros de los alrededores, no todos sus habitantes tienen las mismas condiciones de vida, ya que los sueldos asociados a la minería distorsionan la realidad.
El electivo de Economía
“La composición de nuestras familias es variada: hay mineros, empleados públicos… y por lo tanto los ingresos son bastante diversos. Esta diversidad de estudiantes nos impulsó a enseñarles a manejar sus ingresos”, dice Cristian Orrego, Profesor de Historia, jefe de UTP de Enseñanza Media y Coordinador del proyecto ganador “Educación financiera: con finanzas entretenidas”, a través del juego.
Para este docente, la educación financiera permite a los jóvenes tomar decisiones y, considera, es uno de los motivos por los que el electivo de economía se llena. En 2021 y en medio de la pandemia de Covid-19, 180 estudiantes de tercero y cuarto medio eligieron ese ramo sobrepasando por mucho el número de inscritos en las asignaturas de mayor elección como Matemáticas.
¿Qué pasó? Para Cristian hay dos motivos: por un lado la escasa alfabetización financiera que existe en Chile y “que se va haciendo crítica porque los ciudadanos que estamos formando no saben elegir productos financieros, toman créditos indiscriminadamente o tienen sobreendeudamiento lo que afecta a las familias”; y por otro, porque desarrollan “aprendizajes significativos que les sirvan en la vida: explicamos cómo les afecta si no la conocen bien”, reafirma Orrego.
Trabajo interdisciplinario
El equipo del programa está compuesto también por los docentes Alix Castillo, Beatriz Antillanca, María Alejandra Reyes, Milena Ramírez y Paola Lasso, quienes se encargan de motivar a los estudiantes a través de la modalidad Aprendizaje Basado en Juego (ABJ). Cristian y Paola, profesora de Matemáticas, están certificados para aplicar el juego Financity que jugaban los seis alumnos de cuarto medio.
El trabajo interdisciplinario es fundamental para lograr aprendizajes contextualizados. Durante la pandemia tuvieron dificultad para enganchar a los alumnos, “entonces presentamos un proyecto para trabajar nueve asignaturas simultáneamente en tercero medio”, señala Cristian Orrego.
No fue fácil, debieron explicar a los estudiantes y docentes que esta forma de trabajar la educación financiera desde diversas asignaturas no significa una sobrecarga, sino que se trata de un trabajo colaborativo.
Definieron un horario de trabajo y descargaron Discord, un servicio de mensajería que les permitía trabajar con los estudiantes. Los alumnos se motivaron y en un mes desarrollaron un proyecto para primero, tercero y cuarto medio que incluyó Historia, Economía y sociedad, Educación ciudadana, Matemáticas e Inglés.
La metodología
Cada juego es para seis personas, existe un banco y a cada uno se le entrega una casa con gastos e ingresos. Los estudiantes pueden pedir préstamos, ahorrar o comprar servicios y en cada etapa surgen eventos inesperados, como un aumento en la tasa de interés o que se cierre el banco.
“Busca desarrollar habilidades sobre la toma de decisión financiera. Al terminar todas las etapas se dan cuenta de si lograron el objetivo o no. La mayoría lo logra”, dice Cristian Orrego. “Se interesan porque entienden que si toman una mala decisión financiera afecta a su familia. Los alumnos se dan cuenta de cómo aplicar esto en su propia vida”, agrega Paola Lasso.
Para el Instituto Lezaeta de Calama el premio fue una sorpresa y significó una gran alegría. Elige Innovar les reafirmó que el trabajo colaborativo es importante. “Para no ver las aulas como aisladas y tener nexos con otras organizaciones. Eso permite generar otras metodologías de enseñanza diferentes a las clásicas”, dice Cristian a quien le interesa que los docentes puedan capacitarse en otras formas de enseñar. Esa es la mayor potencia de este reconocimiento.
Cuando era jóven: proyecto ganador de la categoría “Innovación Transformadora”
Consejos de un adulto mayor
Para Emilio Aracena, Educador Diferencial de la Escuela Santa Rosa del Huerto en La Calera, otro de los 10 ganadores del Elige Innovar 2022, este premio también fue sorpresivo. Acá te contamos qué hizo.
Emilio trabaja en un establecimiento de 226 estudiantes, con 32 alumnos por sala y un patio techado. Allí desarrolló un proyecto llamado “Cuando era joven”, que buscaba socializar con adultos mayores a través del registro escrito, rescatando la historia de la ciudad.
Partió con la idea cuando vio que sus estudiantes pasan demasiado tiempo en el teléfono y que muchos no leían, ni escribían, entonces se aburrían en Lenguaje. “No sabían para qué les iba a servir un poema o un cuento, ellos querían ser Youtubers. Entonces quise que alguien mayor les diera un consejo de vida, que les dijeran que se podía salir adelante”, aseveró Emilio Aracena.
En el curso escogido por Emilio –el quinto básico– hay estudiantes con trastornos de aprendizaje, principalmente niños con algún grado de TEA, déficit intelectual o con funcionamiento limítrofe. “Desgraciadamente por ser una escuela vulnerable no todos caben en el PIE, entonces los incluí en este proyecto lo más posible haciendo duplas y ha resultado muy favorable, porque chicos que no leían ni escribían ahora tienen el incentivo de levantar la mano y pedir leer un extracto, aunque lean por sílaba o letra han tenido motivación propia”, mencionó Aracena.
La integración se dio cuando Emilio pidió al centro de adultos mayores Fe y Esperanza, que le permitieran ir con sus estudiantes a entrevistar a los residentes. Cada lunes y martes iban grupos de 10 o 15 niños al centro, por turnos. Los 26 estudiantes del curso, debían salir del establecimiento, caminar dos cuadras y cruzar la calle para llegar a entrevistar a los 28 adultos mayores en duplas. Luego la pareja elegía la historia que iría en el libro recopilatorio con las entrevistas.
La idea era dejar un registro de los adultos de La Calera que tenían historias sobre el campo, la minería o el ferrocarril que llegaba con cal. Emilio comenta que trabajan de forma transversal lo cultural, la inclusión y la integración, porque el 35% del curso son estudiantes que vienen de Venezuela, Ecuador y Argentina. “Ellos se han interesado en la historia de La Calera y se han integrado a través de este programa. Aportan mucho vocabulario y conocimiento porque manejan más contenido que los chilenos", afirma Emilio.
Trabajo fuera de la escuela
Junto a Emilio, hay un equipo educativo compuesto por Teresa Sánchez, Fresia Pereira, Ariel Meneses, Iván Zamora, Rebeca, Virginia Loyola y Patricio Valencia, quienes facilitaron horas y espacios para desarrollar las entrevistas en la hora de Lenguaje, y las ilustraciones que acompañarían las historias en Arte. Los alumnos trabajaron también con la biblioteca donde aprendieron qué es la escritura, quiénes hicieron los primeros escritos en La Calera y conocieron las actas antiguas.
“Les enseñamos qué es una entrevista y la practicaron con sus familiares y profesores y tuvimos clases de sensibilización hacia el adulto mayor en Convivencia Escolar”, dice Emilio Aracena. Con eso listo, entrevistaron a los residentes del hogar Fe y Esperanza, luego transcribieron las grabaciones y ahora están en el proceso de creación del libro.
En clase de Lenguaje proyectan una historia en la pizarra, trabajan la lectura y después entre todos definen el orden de la información. “Preguntaban qué conector usar, cómo iniciar un cuento, cuál es la problemática de la historia… era un trabajo muy enriquecedor”, menciona Emilio. Luego cada uno trabajaba su historia y en el taller de Lenguaje se revisaba contenido, gramática, redacción, ortografía y puntuación.
Al mismo tiempo empezaron a hacer el boceto de cada historia en las clases de Arte. En esa asignatura destacó Rafaela, estudiante de 11 años con TEA grado dos, quien se dedica a ilustrar. “Ella no escribe ni lee, pero usamos sus dotes artísticos para ilustrar los cuentos. Ella logró establecer una conversación con una adulta mayor, siendo que los chicos con TEA no te hablan, fue un paso gigante que dimos”, comenta Emilio Aracena.
Cuando comenzaron a trabajar hubo un cambio en el aprendizaje de los estudiantes. Prestaban más atención, trabajan y hacían sus tareas. “Fue impresionante verlos oír las historias y enterarse que muchos de esos adultos no sabían leer o escribir. Al terminar las entrevistas les decían que era muy importante aprender a leer”, afirmó Emilio.
Para el equipo no hay límites con sus alumnos, por eso “cuando supimos que éramos ganadores todos aplaudían porque ha sido un proceso de mucho esfuerzo y paciencia. Los chicos estaban súper alegres”, dice Emilio que usará el premio para terminar el libro.
Educación circular basado en el proceso lector: proyecto ganador de la categoría “Innovación Transformadora”
Aprender a leer post pandemia
Más al norte, en la comuna de Alto Hospicio, una profesora del Colegio Metodista Robert Johnson también notó que los estudiantes tenían problemas de lectura. En su caso, debido a la educación a distancia por casi dos años. ¿Cómo logró innovar, revertir la situación y resultar ganadores de Elige Innovar 2022? Acá te lo contamos.
Rosa Utreras, Coordinadora de Primer Ciclo y Profesora General Básica, diseñó junto a un equipo de docentes compuesto por Alicia Fernández, Karina Villanueva y Nicolás Aracena un proyecto llamado “Educación circular basado en el proceso lector”, que buscaba recuperar los contenidos curriculares perdidos en pandemia con sus propios estudiantes enseñando.
“La idea salió del fonoaudiólogo que notó las dificultades de lenguaje que tenían los chicos de segundo básico, ya que no habían tenido kinder ni primero básico, entonces eso afectaba la comprensión de lectura y escritura”, dice Rosa Utreras.
A partir de ahí evaluaron el momento pedagógico en el que estaban los niños y se encontraron con la sorpresa de que lo que habían visto en pantalla, no coincidía con el trabajo presencial.
Decidieron que quienes les enseñarían a los de segundo básico serían las estudiantes de Técnico en Atención de Párvulo, una de las especialidades TP del colegio. Ellas también habían sufrido con la pandemia, porque sus prácticas fueron telemáticas sin contacto con niños. “Decidimos trabajar con las chicas de tercero y cuarto medio para que vieran la importancia del trabajo previo a primero básico”, añadió Rosa.
Vinculación entre adolescentes y niños
Vincularse en un colegio tan grande, con tres anexos, 150 docentes y 1700 estudiantes, no es tan fácil. Las 80 estudiantes de TP de 16 y 17 años cursando tercero y cuarto medio, debían cruzar la Avenida Las Parcelas para llegar a las salas de segundo básico que albergaban a 112 alumnos y llevarlos al patio techado o a la biblioteca para trabajar.
“Les designamos grupos de trabajo a ellas: dos niños por estudiante en práctica. Empezaron por indagar en sus vidas, hacer juegos o pintar y una vez iniciado el lazo afectivo fueron trabajando”, cuenta Rosa. Se trabajaba semana por medio, una semana tercero y otra cuarto medio, y cada una llevaba una bitácora para vincular la información que levantaban desde los grupos.
De martes a viernes en el segundo bloque se hacía el programa y los lunes las alumnas hacían el intercambio de información. Durante el proceso hubo pausas de evaluación formativa para determinar cuánto iban aprendiendo y al final hicieron una evaluación sobre el proceso de lectoescritura, el seguimiento de instrucciones y el trabajo autónomo.
Para Rosa fue importante demostrar que es una lucha que los niños no avancen y que la comunidad educativa tiene recursos internos para resolver esos problemas: las estudiantes de TP.
Proceso creativo
“Unirse a otros es importante para ir generando nuevas ideas y proyectos. Uno notó algo, otro enganchó con la idea, nos sentamos a conversar, discutimos mucho, buscamos quién nos podía ayudar, cómo se podían hacer los cuadernillos. Todos queríamos aportar desde nuestras miradas y experiencia, sirvió para ir ensamblando conocimiento desde las Educadoras Diferenciales, los profesores de Técnico Profesional, las profesoras de Educación Básica y la profesora de Lenguaje para ver qué necesitaban las niñas de TP y los niños de básica”, comenta Rosa Utreras.
Se reunían los martes en la tarde para organizar los contenidos en función de la directriz que daba la profesora de Lenguaje y definían los módulos con los docentes de media. Luego Alicia, la encargada de TP, decía qué niña podía trabajar qué aspecto y quiénes debían trabajar en dupla cuando había alguna estudiante TP que estaba en PIE.
Cuando supieron que estaban dentro de los 10 ganadores, no lo podían creer. “Porque somos un colegio muy común entonces no creíamos que teníamos opción de ganar”, afirma Rosa.
Innovación en educación
Para Cristian Orrego, del Instituto Obispo Luis Silva Lezatea de Calama, hablar de innovación es complejo y “el primer problema es el tiempo, debo estar consciente de que voy a gastar más tiempo del que tengo. Por eso hay resistencia al cambio, se podría tener un departamento de innovación pedagógica en los colegios con horas para capacitación. La innovación es un cambio deliberado para alcanzar mejores aprendizajes”.
“Se puede hacer innovación en el aula, se necesita un buen equipo que respalde porque así se logra, es fluido y grato. Pero lo más importante es el entusiasmo que se entrega a los niños y el hacer algo del agrado de ellos para que se empapen del trabajo”, dice Emilio Aracena, de la Escuela Santa Rosa del Huerto de La Calera.
El respaldo también es importante para Rosa del Colegio Metodista Robert Johnson de Alto Hospicio. “Tiene que ver con las confianzas de los directivos. Es muy difícil innovar, pero cuando nos permiten experimentar y se generan vínculos de confianza con las personas, es posible”.
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