Una gran historia para reflexionar acerca de la niñez y la importancia de no olvidar que los niños necesitan espacios para imaginar, soñar y explotar al máximo su creatividad.
Cuando Lily era una niña, construyó un muñeco de nieve como ningún otro. De forma inesperada, este personaje de nariz de zanahoria y brazos de palo, cobra vida y se convierte no sólo en su mejor amigo, sino también en el productor de toda su imaginación. Cuando llega el verano, Lili lo guarda en su refrigerador, pero no se olvida de él y cada vez que vuelve el invierno, comparten toda la temporada juntos, soñando en grande, tal como lo hicieron desde el primer día.
Poco a poco, Lily va creciendo y cuando llega a la adultez, otras prioridades invisibilizan la presencia de su viejo amigo.
Un día, en el trabajo, una señal la hace recordar de todos los momentos que un día compartió con su muñeco de nieve y todas las alegrías que nacieron de esos encuentros llenos de sueños y fantasías. Entonces, toma una decisión… llega a su casa, abre el antiguo refrigerador y se reencuentra con el viejo muñeco.
Cuando Lily se reencuentra con su amigo, no sólo vuelve a la infancia y entiende la importancia de no olvidar, también logran transmitir este mensaje a un personaje muy importante: su hija.
En solo algunos minutos, este corto refleja la maravilla de ser niño. La capacidad de asombro que tienen y la emoción que les produce soñar, imaginar, construir mundos. Lily creció y logró darse cuenta de que quería que su hija tuviera la misma posibilidad que tuvo ella cuando creó su muñeco. La oportunidad de jugar y fantasear para potenciar habilidades que en esa primera etapa de vida son fundamentales. Lily regala a su hija lo que cualquier niño a esa edad quisiera tener: la libertad de potenciar su creatividad, pero sobre todo, le ofrece el apoyo y la compañía que necesita para poder jugar libre, crear sin límites, crecer y por supuesto, aprender. En otras palabras, Lily cumple el rol de muchos educadores que trabajan con niños pequeños, pero también instaura la idea de no dejar de lado estas mismas oportunidades con estudiantes más grandes.
Las acciones de esta madre y su experiencia personal con su amigo, resaltan la importancia de no olvidar que los jóvenes también pueden ser creativos y que la escuela debe ser un espacio para explotar dicha creatividad, se trata de un vehículo en el proceso de enseñanza-aprendizaje. De hecho, utilizar ese potencial como herramienta para transmitir conocimientos, puede ser la clave de muchos profesores que día a día buscan cómo emocionar a sus estudiantes con los procesos de aprendizaje. Los jóvenes también pueden jugar, también pueden crear y también pueden vivir el aprendizaje de una forma diferente.
La imaginación y creatividad nos transporta mágicamente hacia un mundo donde todo es posible, desarrollar la creatividad e imaginación en los niños les permite que en el futuro sean capaces de formular hipótesis, encontrar respuestas a problemas personales que se le presenten en su vida diaria.
EXTRAORDINARIA REFLEXIÓN PARA, INCENTIVAR A LOS NIÑOS