“Estas notas tienen un puntito de rebeldía y de intentar ser justo con mis alumnos”.
Desde hace 16 años, Ramón Rodríguez o como todos lo conocen, el profe Ramón, ha dado clases a niños de primaria en Sevilla, España. Además, es profesor de futuros docentes y se ha dedicado a hacer talleres sobre educación alrededor de su país. Hace poco, este profesor se volvió muy popular en internet tras publicar un tuit que llamó la atención de muchos. En éste, mostraba la forma como calificaba a sus alumnos: sin números, sólo con sobresalientes y cualidades. La imagen del profesor en Twitter decía: “Elena es una niña feliz: sobresaliente; es generosa y buena compañera: sobresaliente; es respetuosa: sobresaliente”. Por su mensaje, recibió muchos agradecimientos y también críticas. Pero lo más importante para él, fue poder mostrarle a los docentes que no están solos en el aula y que también se pueden atrever a hacer cosas así.
Pero, ¿Por qué este profesor califica de esta manera?
Según comentó en una entrevista con la BBC, las notas numéricas le parecen algo frías e injustas y si bien cree que no son malas, sí está convencido de que son insuficientes. “Una nota numérica no me arroja luz sobre un alumno”, dijo el profesor en la entrevista. “Yo apostaría más por evaluar a qué nivel se encuentra el niño con respecto a la matemática, al lenguaje… Si le digo que en matemática tiene un 7, hay poca información, pero si voy desglosando los objetivos y voy informando a la familia de lo que el niño va adquiriendo y lo que todavía no, eso sí es información rica y ayuda a los padres a que colaboren en casa”, agregó el profesor.
Ramón considera que una nota numérica no puede resumir el trabajo que realizan los estudiantes en un trimestre.
Por eso, dice él, las escuelas deberían pensar más en diseñar evaluaciones centradas en las competencias, en darle valor a todas las habilidades que tienen los niños y que no se ven reflejadas en los boletines de notas. Obviamente el tema no es simple, pues hay exigencias que empiezan en la escuela y concluyen con una prueba de admisión universitaria. Es decir que, si los alumnos quieren ingresar a la universidad, también deben ser evaluados.
A Ramón, esto le preocupa… le preocupa porque esa preparación empieza desde que son muy chicos y desde su punto de vista, no debería ser así. “Parece que estamos preparando a los niños para esa prueba desde que tienen 7 años. Y a ese examen se enfrentan con 17. A los niños hay que darle margen para ser niños. Los chicos de primaria no deberían vivir esa presión del examen, de cumplir con las expectativas que se tiene sobre una nota en concreto. Es mucho”, comenta el profesor.
Lo que propone este docente, tal como lo dice él, tiene algo de “rebeldía” y de intentar ser justos con los estudiantes.
“Yo quiero que ellos vean que a la misma altura que está el 7 en matemática están esas otras cualidades que ellos tienen: que son capaces de hacer felices a sus compañeros, que tienen empatía, que son capaces de dibujar muy bien y nadie se lo dice”, explica Ramón. Que ellos vean reflejado todo eso en sus calificaciones, los hace sentir valorados y en especial, confiados, seguros para seguir explotando todos esos talentos.
Claramente, encontrar 7 u 8 cualidades sobresalientes en cada niño es una tarea compleja y para ello es indispensable conocerlos a fondo día a día. Pero no es imposible… él lo ha logrado y en parte también por la escuela donde trabaja. Allí no sólo es apoyado, sino que también es prioritario el tema de educar las emociones y convertir las aulas en un segundo hogar para los estudiantes.
Ramón es un apasionado de la educación y esa pasión lo ha llevado a hacer las cosas de una manera diferente.
Desde su experiencia, aconseja a todos sus colegas a hacer lo mismo, a vivir con pasión la aventura de enseñar, a disfrutar cada día y a divertirse porque esa es la claves para que los niños aprendan mejor. “Ellos son expertos en ver la actitud con la que entras en la clase, te analizan y si es una actitud buena, positiva, los niños van a ir contigo hasta el fin del mundo”, dice Ramón en la misma entrevista. “La docencia es la mejor profesión del mundo, no imagino una profesión en la que cada día sea una aventura diferente, en la que ocurran mil anécdotas, en la que recibas tantas muestras de cariño, tantas miradas de complicidad. Es maravilloso y ser testigo directo del crecimiento de tus alumnos, de su evolución, de su madurez, yo creo que es un regalo que tenemos que disfrutar cada día”.
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