Conversamos con Adelaida Cortés, directora desde 2014 del Departamento de Educación de Párvulos de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE). Aquí nos cuenta su experiencia tras 30 años de doble militancia, el trabajo en aula con niños e impartir clases en la universidad. Además de sus consideraciones sobre la educación inicial.
“La educación de párvulos te va a hacer feliz. Eso es lo que digo a todos los estudiantes indecisos que recibo”, dice sentada en su escritorio Adelaida Cortés. Sonríe amplio, tan amplio, que sus ojos se ponen diminutos. Y continúa: “La educación inicial es lo más importante, es lo que te mueve. El estar en la sala y ver todo de lo que son capaces los niños (…). Uno es súper feliz al ver cómo el niño va aprendiendo cosas”.
Adelaida habla sentada en la oficina de la dirección del Departamento de Educación de Párvulos de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), carrera que dirige desde 2014. Ahí cuenta su experiencia profesional, que suma 30 años de doble militancia entre la docencia universitaria y el trabajo en la sala de clase. “Para mi fue clave ese proceso, porque constantemente estaba comprobando teorías y al hablar desde la experiencia, creo que los estudiantes creen más en ti, en lo que estás diciendo y te respetan más”, cuenta Adelaida.
Tras titularse como educadora de párvulos de la Universidad de Chile en 1979, trabajó durante algunos años en el jardín COEN (Centro de observación y estudio del niño), hasta llegar al Liceo Experimental Manuel de Salas (Ñuñoa), donde trabajó tres décadas.
Desde 1991, año en que comenzó a dar clases en la UMCE, su semana se distribuía de la siguiente forma: 36 horas en el colegio y 12 en la universidad, realizando clases de currículum y realizando revisión de prácticas. Hasta que decidió renunciar en 2011 para dedicarse a tiempo completo a sus labores académicas. Pero Adelaida no se olvida de la importancia de esta doble militancia por más de 20 años, todos los días pasa por el colegio -vive a un par de cuadras- y acompaña a las estudiantes en práctica que llegan a ese establecimiento. “Siempre paso y me da nostalgia. Me gusta mucho trabajar con lo niños, pero lo tuve que hacer por un tema práctico, porque yo no quería jubilar después de los 60 años”, explica.
Creer en los niños
Aunque Adelaida ahora habla con pasión sobre esta profesión, no quería estudiar educación de párvulos. “En su momento, fue lo que tocó”, cuenta y se ríe largo. Su primera opción era estudiar psicología en la Universidad Católica y la segunda, Educación de Párvulos en la Universidad de Chile. Por un balance que decidió hacer entre tiempos y costos, fue que terminó en el camino de la educación inicial. “La carrera era más barata y más corta. En base a eso fue mi decisión de ese entonces. Fue una decisión muy práctica”, recuerda.
“Aún estudiando, yo no estaba muy convencida. Pero en el tercer año de carrera empecé a ver clases con Susana Bornand, quien se convirtió en una persona muy cercana. Yo le comenté que yo no sabía si eso era realmente lo que quería, porque en esa época no teníamos prácticas, era una carrera más acotada, era diferente. No sabía si me gustaba, me cuestionaba mucho (…) Ella siempre me valoró mucho y me decía que yo iba a ser una muy buena educadora. Ella aportó gran parte de lo que soy ahora y además me convenció de que si iba a ser educadora, tenía que ser buena”, cuenta Adelaida.
Tanto fue la insistencia de esta docente, que en una época en que las prácticas se realizaban en el último año de carrera, le consiguió un cupo para trabajar ad honorem en un jardín infantil particular que trabajaba con hijos de empresarios durante el verano. “Fue un mes en el que aprendí mucho y en el que entendí que sí, que era lo que quería ”, dice.
– ¿La profesora Susana alguna vez le dijo lo que vio en usted?
– Sí, entre varias cosas, me dijo que yo creía mucho en los niños, y que eso de creer en los niños me daba la posibilidad de hacer muchas cosas que generalmente no se hacían en los jardínes. Hacer cosas distintas, desafiantes.
Educar desde los gustos
Adelaida recuerda que cuando llegó al Liceo Experimental Manuel Salas, lugar donde trabajó con niños de 4 a 6 años, sólo había sillas, mesas, tizas, un pizarrón, libros y algunas fotocopias para colorear. No había material para trabajar desde el juego. Para ese entonces, el trabajo fue buscar cómo estimularlos y entender la necesidad de cada niño.
“Fuimos cuatro educadoras de la misma generación que entramos al colegio y entre nosotras, junto a los apoderados, fuimos armando material. Por ejemplo, una de las colegas trabajaba el currículo cognitivo con los juegos de rincones. Entonces los papás fueron a La Vega y trajeron cajones de frutas y verduras. Los arreglaron y los pintaron. Así se fue trabajando poco a poco y eso hizo que el colegio cambiara su visión de educación de párvulos. Otras veces, si veíamos que el niño tenía un interés particular, le pedíamos a los padres que le compraran cierto material para estimularlo”, dice.
Por ejemplo, tuvo un alumno que le gustaba mucho el inglés. “Siempre quería saber cómo se decían todas las cosas en inglés y pedía que le escribieran la palabra en inglés. Le dijimos a la mamá y le compró un diccionario de español-inglés. Al finalizar el año, el niño me llevó una carta escrita en inglés. Cada palabra la sacó de ese diccionario”. Por ello, Adelaida tiene como premisa aceptar todo lo que niños hacen y entregarles todas las herramientas que requieran para su interés.
Esos pequeños detalles, dice Adelaida, contribuyen a que cada niño tenga mejores habilidades a futuro. También cree que contribuyen a que cada alumno recuerde de una forma especial sus primeros años educativos. “Al entender que la educación inicial no es algo en donde debes tener los niños todo el tiempo sentados. El juego, el movimiento y sus intereses son importantes, seguro que estos niños te van a recordar siempre, porque los estimulaste y creíste en ellos”, asegura.
Su mejor prueba es que muchas veces sus ex estudiantes la reconocen. En un consultorio médico y hasta en un centro de votación. “Siempre me ven, ven mi nombre y me dicen: ‘Usted fue mi tía’. Hasta me han llegado correos de alumnos que ahora tienen como 40 años y eso para mi, vale mucho”, cuenta.
Uno de los reencuentros más curiosos, le pasó dentro de la misma universidad, con el hermano de un ex-estudiante. Un empleado, del área de informática de la casa de estudio, le regaló una foto donde se ve ella de rodillas y un niño en un parque. “Me la mostró, ¡y era yo con su hermano! Me cuenta que me recordó porque le sonaba mi nombre, porque mi nombre no es común y porque su hermano me recuerda”, dice.
La evolución del nivel educativo
“La educación parvularia tendía a ser más escolarizada, entonces a veces se olvidaban y se olvidan todavía, que son jardínes infantiles y que están trabajando con niños. Creo que ahora, muchos están más conscientes de la importancia de la educación inicial (…) Otros cambios, creo que tienen que ver mucho con la estructura de la carreras, ahora se hacen más prácticas y es una carrera más extensa”, dice Adelaida cuando hace un balance de su trayectoria y cómo lo que es la educación inicial actualmente.
También destaca la creación de las nuevas Bases Curriculares para la Educación Parvularia (BCEP), referente curricular en el que surgen nuevos énfasis y se incorporan nuevos núcleos de aprendizaje, donde destaca la importancia del movimiento para el aprendizaje de los niños y niñas desde su nacimiento hasta los 6 años de edad.
“Creo que es un aporte, pero no es algo nuevo. Es decir, la educación de párvulos desde su orígenes ha tenido como principio el juego y todo ese tipo de situaciones, pero en las prácticas, no han sido las mejores y se estructura mucho. Entonces, lo que sí es bueno de las nuevas bases es que, a diferencia de antes, te marcan lo que el niño necesita aprender y que eso es lo mínimo. Entonces como que presiona un poco para trabajar el énfasis educativo con mayor consciencia”, considera.
Además, Adelaida hace énfasis que en la educación de párvulos lo más importante es creer en lo niños y en sus capacidad, y no en las estructuras. “Se tiende a creer que los niños no saben muchas cosas y la verdad saben mucho más que nosotros. Lo saben, lo perciben. Y si no lo saben, lo perciben, lo investigan y eso es impresionante y es que lo siempre me ha apasionado”.
Desde Elige Educar, valoramos la experiencia de Adelaida. Ella representa las aspiraciones de cientos de jóvenes que buscan una formación docente contextualizada, donde la teoría se une con la práctica por una mejor educación y formación docente.
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