En una entrevista exclusiva con Elige Educar, la ganadora del Global Teacher Prize cuenta por qué eligió el arte para enseñar y cómo ha logrado impactar a sus estudiantes a través de esta asignatura.
Andria Zafirakou siempre supo que quería ser profesora y para lograr serlo, decidió convertir el arte en una herramienta de enseñanza. ¿Por qué el arte? Porque era su hobby, porque le apasionaba, porque era buena en ello y porque siempre estaba buscando la forma de crear y desarrollar sus habilidades artísticas. Antes de entrar a la escuela de formación docente se graduó como diseñadora de textiles, exhibió una colección de arte en un show, tuvo mucha publicidad por ello e incluso vendió algunos de sus trabajos, sin embargo, nunca pensó en dedicarse a esto de lleno… su vocación no la cambiaría por nada y eso siempre lo tuvo muy claro.
Entonces, pensar en fusionar sus dos grandes pasiones no era descabellado y así lo hizo y lo ha hecho a lo largo de sus 12 años como profesora en la Alperton Community School.
Esta escuela está ubicada en Brent, uno de los barrios más étnicamente diversos, pobres y violentos de Londres. La vida para los estudiantes de Andria no es sencilla; muchos viven en espacios compartidos con cinco o seis familias, comparten sólo un baño, el mismo baño en el que muchos también hacen sus tareas porque no tienen otro rincón para hacerlo. Además, muchos de estos niños son refugiados y llegan a la escuela con la ropa sucia, soñando con poder comer algo. La vida de estos jóvenes es compleja y además de lo que sucede en casa, tienen que lidiar con lo que pasa entorno a la escuela: las pandillas y el narcotráfico, dos problemáticas que Andria intenta atacar a diario en conjunto con la policía.
Es un contexto desafiante, pero esta profesora, quien hoy es conocida como la “mejor del mundo” ha sabido enfrentar esta realidad a través de ese sello artístico que la caracteriza.
Al venir de una familia de migrantes (sus padres son griegos chipriotas), Andria siente gran empatía por sus alumnos, por eso se ha centrado en demostrarles a ellos y a toda la comunidad educativa que cualquiera, sin importar de dónde viene o cuál es su historia, puede aprender. ¿Cómo lo ha logrado? Sus medidas son muchas, pero todo empieza en su sala de clase donde el arte se respira en todos los rincones. Las clases de esta profesora inician con muestras de piezas de arte o movimientos artísticos. Más adelante, Andria ofrece un ejemplo de qué es lo que desarrollarán en la clase y paso a paso les muestra aquello que deben lograr. Entonces la sesión se divide en momentos: los primeros 5 minutos ellos hacen algo y vuelven para mostrárselo, van a hacer algo más y vuelven para mostrárselo de nuevo. Esto lo hacen hasta que adquieren las habilidades necesarias para hacer una gran pieza artística. Ella, mientras tanto, da vuelta por toda la sala, asegurándose de que todos esté bien. Las piezas artísticas dependen del tema y la técnica, pero sin importar lo que hagan, ella se esfuerza en trabajar algo que realmente les interese. “Me preocupo en lograr que sea divertido para ellos e interesante, así que elijo una gran variedad de artistas y culturas con las que se puedan relacionar, aquellas que los puedan inspirar. No tiene sentido enseñarles el renacimiento si no están interesados en ello todavía, así que les enseño artistas que son contemporáneos o les pido que hagan objetos o pinturas con los que puedan relacionarse, como Michael Craig Martin… Cuando les muestro estas cosas, se emocionan”, cuenta Andria.
Se emocionan porque se sienten identificados, se emocionan porque se sienten protagonistas, se emocionan porque tienen la oportunidad de expresarse a través de cosas que realmente les importan.
“El arte los ha hecho mejores comunicadores porque sus opiniones son validadas; ellos tienen la posibilidad de hablar de sus obras, tienen la posibilidad de ser críticos, tienen la posibilidad de socializar porque comparten con los demás y también pueden cometer errores y se siente cómodos con ello. El arte les da el poder de ser creativos, curiosos, experimentales… y eso, en contraste con un estricto currículo, les da una especie de receso”, explica la profesora. Todo esto es fundamental en un contexto como Brent, donde el arte, según explica Andria, se ha convertido en una herramienta de transición para los estudiantes que vienen de distintas partes del mundo; una herramienta de transición porque pasan de sentirse inseguros por no saber inglés, a sentirse confiados y felices. “Amo cuando los niños que llegan a la escuela y no saben una sola palabra en inglés, después crean las más increíbles piezas de arte; porque muchos de ellos ya han estado expuestos al arte en sus propias culturas… entonces después les muestras a todos sus trabajos y los demás se impactan, ellos sonríen y eso es lo que necesitan… es un momento de transición para ellos. Es el momento en el que crecen, se sienten confiados, se sienten orgulloso de sí mismos y felices… el arte se convierte también en una herramienta para sanar, especialmente cuando están sometidos a estrés. Yo a veces me quedo hasta tarde, dejo la sala abierta, los niños entran, pintan, ponen algo de música y son dos horas en las que se escapan”.
Las clases como música, drama y educación física, explica Andria, tienen el poder de transformar vidas y por esto deberían ser tan prioritarias como las asignaturas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática).
El mundo laboral está cambiando, dice la profesora y por eso, es esencial pensar en lo que aún no ha llegado, en los trabajos que no se ha inventado y en las habilidades que los estudiantes necesitan para pensar de una forma diferente cuando salgan al mundo real. “Las asignaturas que ayudan a crear son vitales, nuestras asignaturas ayudan a los niños pensar creativamente, los ayudan a pensar afuera de la caja, a comunicarse más efectivamente, a construir trabajo en equipo, a ser resilientes, los ayudan a resolver los problemas… Estas son las nuevas habilidades que demandan las industrias, ya no buscan científicos, buscan a los creadores, y si no valoramos estas asignaturas no estamos haciendo justicia por nuestros niños”.
Andria no sólo ha convertido el arte en una prioridad, también ha logrado que toda la comunidad entienda el arte de una manera diferente.
Uno de sus logros ha sido darle al colegio el estatus de “especialista” en artes visuales y ahora, invertirá el premio que ganó en llevar artistas reales a la escuela. Para ellos, explica la docente, será una oportunidad maravillosa… primero porque se conectarán con artistas de carne y hueso y segundo, porque podrán entender que tienen oportunidades, que tiene un futuro en esta profesión. Además para los artistas también será inspirador poder visitar la escuela.
No es común que los profesores del Reino Unido pasen más de tres años en la misma escuela. Ella lleva 12 y se siente afortunada. Se siente afortunada porque ama el lugar donde trabaja. A pesar de los desafíos que enfrenta a diario, ha encontrado en esta escuela, un espacio para hacer las cosas diferentes, para ofrecer oportunidades y empoderar a sus estudiantes a través de una asignatura que en sus palabras, debería ser una prioridad en el currículo de cualquier colegio. Ella encontró en su hobby la forma de enseñar de una manera distinta, pero aconseja a los profesores que trabajan en contextos similares que encuentren sus propios métodos: “trata de ver qué tipo de soluciones puedes encontrar; no hagas siempre lo mismo, hay otras alternativas; busca, persevera, no pares porque… ¡estás cambiando vidas!”.
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