El profesor de física Esteban Arenas nos invita a descubrir los secretos científicos que se esconden en cualquier casa. Una propuesta ideal para que niños y jóvenes sigan aprendiendo en vacaciones.
“Como profesor, intento buscar cada situación y cada lugar para seguir aprendiendo”, dice Esteban Arenas, un profesor de física que está convencido de que los espacios cotidianos también pueden ser herramientas de aprendizaje. En un recorrido por su casa, que tiene más de 100 años y está ubicada en el centro de Santiago de Chile, este profesor muestra el efecto térmico que tiene una pared de adobe, las posibilidades de ahorrar agua en el baño con un elemento tan simple como una botella de plástico, la importancia de tener un pequeño huerto en casa y reutilizar materiales, además de todas las sorpresas científicas que se pueden descubrir al cocinar un huevo, un trozo de carne o un poco de arroz.
Con explicaciones tan simples como el efecto que tiene el calor en las proteínas de la carne que cambian el sabor de ésta cuando se cocina, o explicando cómo las proteínas globulares del huevo cambian de transparentes a blanco cuando éste se fríe, Esteban deja claro que la ciencia, aunque parece compleja, se puede entender de una forma simple, cotidiana y entretenida.
Abrir espacios para que los niños puedan vivir la ciencia sí es posible y de hecho, no es necesario ir muy lejos para que esto suceda. Aunque la casa antigua de Esteban (en la cual también hay un restaurante llamado Espacio Rest) tuvo un rediseño sustentable y ofrece elementos pedagógicos muy prácticos y útiles, cualquier casa, dice él, es ideal para seguir aprendiendo fuera del aula.
En vacaciones, cocina con tus hijos, construyan un huerto casero con pallets, exploren con diferentes materiales y experimentos … así el tiempo libre será un buen momento para seguir aprendiendo.
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