Graciela Zapata terminó el colegio en 1975 y en 2023 se animó a ser una flamante mechona de Pedagogía en Historia y Geografía, en la Universidad Católica Silva Henríquez. Se hace llamar la “Abuela Mechona” en Instagram, y señala que dio tres veces la prueba de ingreso para lograr su sueño: entrar a estudiar pedagogía.
Abuela, dueña de casa y, ahora, estudiante de segundo año de Pedagogía en Historia. Oriunda de la ciudad de Santiago, recuerda haber nacido en una pieza con el piso de tierra y sostenida por palos. Sus padres no pasaban mucho tiempo en el hogar, y la distancia etaria con sus hermanos no les permitió compartir momentos de calidez. Fue justamente este sentimiento de soledad, lo que la motivó a buscar refugio en los libros y cuadernos.
Comenzó trabajando como asesora del hogar, entró a estudiar al Instituto Bíblico –donde conoció a su marido– y dejó atrás sus sueños de enseñar. Hasta antes de entrar a la universidad, se desempeñaba como pastora evangélica y cuidaba a su nieto en la ciudad de Puerto Montt.
“Entré a estudiar porque mi hija mayor me inscribió para dar la prueba y prácticamente me empujó a hacerlo. Había escuchado que yo decía –de siempre– que quería estudiar pero no tomaba acción, y ella lo hizo. Me inscribió en la prueba y aquí estoy”, señaló Graciela sobre cómo inició su camino en la docencia.
Se levanta cada día a las 6 de la mañana y compatibiliza sus estudios con su labor de dueña de casa: “Vivo sola, no es tanto el quehacer en la casa pero sí mucho el estudio”, explicó. Lo que más le ha costado ha sido crear grupos de trabajo, desenvolverse con la tecnología, hacer resúmenes y descargar libros.
“En cinco años más me gustaría estar trabajando en algún colegio, no sé si lo lograré pero sería mi ideal”, comentó la “Abuela Mechona” que no tiene –solamente– el objetivo de terminar la carrera, sino que, también, de ejercerla y espera poder lograrlo.
Está consciente de los desafíos de la educación actual, pero dice estar preparada para afrontarlo. A su juicio el mayor desafío es la diversidad, ya que el carácter de los/as estudiantes es muy distinto y eso lo encuentra un desafío. Su inspiración, confiesa, para desempeñarse en esta profesión fue su amor por la enseñanza. “Para estudiar la carrera de pedagogía me inspiraron los propios estudiantes, enseñar y hacer clases. Me gusta mucho enseñar, ha sido desde siempre mi vocación y por eso lo escogí”, comentó.
Los desafíos –tanto tecnológicos como etarios– están muy presentes en su camino, tal como los desafíos educativos que enfrentan las y los docentes todos los días en el aulas. Sin embargo, Graciela invita a todos/as a atreverse:
“Quienes quieren estudiar pedagogía y aún no se atreven, háganlo. Es súper gratificante poder ver a los/as estudiantes aprendiendo, el cariño que ellos transmiten y, a su vez, nosotros poder transmitirles conocimiento”, comentó la actual estudiante de segundo año de pedagogía.
Si alguien no se ha decidido y tiene la posibilidad de estudiar pedagogía, “Vamos que se puede, pedagogía arriba!”, es el mensaje que entrega la “Abuela Mechona” para los que escuchen su historia.
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