Esta es parte de la historia de Ivonne Montenegro, quien a los 43 años decidió estudiar educación de párvulos. Ahora con 48 años, y 3 años ejerciendo su profesión, nos cuenta sus motivaciones.
Ivonne Montenegro tiene 48 años y hace casi tres se tituló como educadora de párvulos. “Era algo que tenía pendiente, que quería hacer, pero pensé que no lo iba a lograr”, cuenta la docente oriunda de Villa Alemana, región de Valparaíso, tras un largo periplo que la llevó hasta Punta Arenas y Talcahuano, hasta regresar a su ciudad natal en 2005.
Mucho antes de eso, estudió primero y segundo básico en Argentina, lugar donde vivió con su familia desde 1975 hasta 1977. Al regresar, su padre quedó cesante y a ella y a sus siete hermanos -cinco mujeres y dos hombres- les tocó estudiar en un liceo técnico. Ella optó por la especialidad de “Atención de párvulos”, que le permitió trabajar como asistente.
Desde entonces trabajó en varios jardines infantiles de la región, hasta que se casó en 1991 y tuvo cinco hijos. “Para ese entonces, decidí dedicarme a ser mamá. Además, con el trabajo de mi esposo nos tocó movernos mucho por Chile y él muchas veces se iba por varios meses a misiones. Fue casco azul en Haití, viajó a Alemania a unos cursos, le tocó ir a Israel a buscar unos barcos. ¡Y eran viajes de meses!”, recuerda Ivonne.
Pero hace algunos años, el novio de una de sus hijas le empezó a insistir que averiguara cómo estudiar educación de párvulos, mientras él estaba estudiando pedagogía en educación física. “Fue mi yerno el que me pasó toda la información, me dijo hasta que había posibilidades de becas si mis notas eran buenas y así fue. Estuve un año becada, la matrícula fue gratis y conté con todo el apoyo de mi esposo. ¡Y menos mal que mis hijos ya estaban grandes! La más chica tenía en ese entonces, cuando empecé la universidad, 8 años. Pero nos arreglamos entre todos”, cuenta.
Las dificultades universitarias
“Yo tenía mucho miedo cuando entré, porque yo decía que a lo mejor no iba poder estudiar porque quizá no iba a tener la misma memoria de antes. Pero la verdad es que me fue súper bien, salí con una nota de 6.2 más o menos. Éramos 50 los que llegamos en 2012 y salimos como seis en 2015. Lo que más me costó fue toda la parte tecnológica, porque en la universidad se trabajaba con muchas cosas por Internet. Todo lo de informática, fue lo que más me costó. Pero menos mal que mis hijos me ayudaron”, recuerda. Ahora, asegura que todas las ideas para el trabajo, que ahora ejerce en el jardín infantil Los Robles, las saca de internet.
Se disfraza de mago y de mimo. Para realizar trabajos de lenguaje ha hecho cosas como una ruleta, con un spinner con las distintas vocales. “Y siempre que salgo, me la paso buscando cosas para armar nuevas ideas. Mi esposo también me ayuda, me ha ayudado a armar baules y otros inventos de cosas que he conseguido en internet”, dice.
Cuando empezó a estudiar tenía 43 años, pero Ivonne asegura que su edad nunca fue tema entre sus compañeras. “Creo que nunca fue tema porque todas éramos mujeres y como que me veían como una mamá y una ayuda, porque sabían que yo había estudiado como un técnico en párvulos, que ya había trabajado como educadora. Entonces sabían que yo tenía algunas ventajas”, recuerda.
La edad, asegura, tampoco ha sido un tema al momento de buscar trabajo. “Hasta ahora, no me ha faltado pega. De hecho, creo que por mi edad es mucho más sencillo, porque en los colegios saben que ya me casé, que ya tuve hijos y que voy a dedicarme al trabajo. Además, tengo bastante experiencia, así que creo que ese no es un tema. Y la verdad, yo me siento de treinta”, cuenta entre carcajadas.
Educar desde la raíz jugando
Ivonne no recuerda hace cuánto fue, pero recuerda que recibió un mensaje de la cantante chilena Mon Laferte con una foto adjunta. “Me contactó por Facebook y me mandó una imagen en donde estábamos las dos, ella estaba cumpliendo cuatro años, me parece. Estaba sobre una mesa, con dos trenzas y yo atrás. Me escribió para decirme que siempre me recordaba porque era la más preocupada por ella y yo ni me acordaba, porque su nombre real es Norma, entonces en su minuto no la ubiqué”, dice Ivonne.
Esa foto fue en Ronald Ross, un colegio pequeño que existió en los años ochenta en Viña de Mar y donde Ivonne trabajó un tiempo antes de dedicarse a la maternidad. “Trabajando ahí y en otros lugares, fue que me di cuenta que definitivamente la educación de párvulos me gusta harto. Porque me encanta jugar y siempre me encantaron los niños. En mi familia nunca nadie tuvo ese interés, pero a mi como que me nació desde jóven”, cuenta.
“Creo que la educación inicial es la raíz de todo, porque si tú lo haces bien con la plantita desde el principio te va a dar frutos súper buenos. Entonces yo creo que es así y así lo he comprobado con mis hijos, lo he comprobado con la crianza ellos. Siempre fueron los primeros de curso, son unas personas super independientes y por eso, mi idea siempre es trabajar el desarrollo integral y ahí la educación inicial es clave. Porque imagínate que a un niño no le enseñes de forma integral, es muy difícil enseñarle después. Hay que aprovechar que a esa edad son como una esponjita. Y es clave trabajar por motivarlos, por sus intereses, estar siempre ahí, escuchar sus preguntas”, finaliza.
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