“No creo que sea la mejor profesora del mundo, probablemente el mejor profesor está allá afuera y es demasiado humilde para considerarse un gran profesor”, Maggie MacDonnell.
Frente a una audiencia llena de docentes y vestida con un traje típico de la comunidad indígena Inuit, la canadiense Maggie MacDonnell, ganadora del Global Teacher Prize 2017, compartió su historia y la de sus estudiantes, el relato de cómo en un lugar recóndito y aislado del ártico llamado Salluit, ella ha sido capaz de transformar la vida de muchos de sus estudiantes. Empezando por el contexto geográfico donde es profesora y pasando por una serie de hechos históricos cruciales, esta docente de educación física nos sitúa en la vida de una comunidad, de la cual ahora ella es parte, para explicarnos por qué los profesores importan y cómo con acciones que parecen pequeñas, la vida de un niño o un jóven puede dar una giro de 360º.
Traumas históricos
Cuando los colono europeos llegaron al ártico, cuenta Maggie, la comunidad indígena Inuit tuvo que enfrentar una serie de eventos complejos y traumáticos. El primero se trató de algo que en Canadá llamaban “Las Escuelas Residenciales”; el gobierno canadiense tenía autorización de volar al Ártico para alejar a los niños indígenas de sus familias y llevarlos a miles de kilómetros de distancia hacia alguna ciudad donde los colocaban en dichas escuelas. ¿Qué querían con eso? “Sacar lo indígena de lo indígena”, es decir, despojarlos de todas su costumbres, quebrar su identidad. Estos niños llegaban a unos establecimientos liderados por curas y monjas, donde se les hacía sentir menos humanos por el simple hecho de tener otra cultura, otra lengua y no sólo eso… en las Escuelas Residenciales, los niños también fueron víctimas de abuso sexual y según narra la docente, existen en la actualidad pruebas de este hecho. Cuando volvían a sus aldeas, esos jóvenes ya no eran Inuit; les habían aniquilado su cultura, su alma y no eran capaces de relacionarse con sus comunidades como alguna vez lo hicieron. La última escuela residencial se cerró en el año 1996.
Juan Correa/Elige Educar
Como si esto fuera poco…
La comunidad Inuit fue obligada a desplazarse por orden del gobierno y hubo un brote complejo de tuberculosis que afectó a uno de cada cuatro indígenas y hasta el año 2015, la enfermedad seguía causando estragos. Ella misma vivió en carne propia la enfermedad. Por último, pero no menos importante, Maggie habla de una matanza de perros que hubo en el Ártico; los perros eran para la Inuit la forma más segura y eficiente de desplazarse y no sólo en términos de velocidad… estos animales reconocían el camino, olían a kilómetros si un oso polar estaba cerca y alertaban a sus amos. ¿Qué pasó con ellos? En un intento por forzar a los Inuit a dejar su vida “salvaje”, y dejar su modelo económico sustentable, el gobierno ordenó matar a los perros, socavando así su herencia cultural.
Juan Correa/Elige Educar
¿Por qué mencionar los traumas históricos?
En Canadá, dice MacDonnell, se habla de algo llamado “trauma generacional”, esto significa que el dolor de algunos ancianos que recuerdan haber vivido en Escuelas Residenciales, el dolor de haber perdido a sus familias y a sus perros, se ha transmitido de generación en generación. Muchas de esas personas que fueron moldeadas para dejar de ser quienes eran, cayeron en la adicción del alcohol, hecho que indirectamente ha impactado a los más jóvenes. Entonces ¿cómo vive Maggie esta realidad desde los proceso de enseñanza? Maggie es una visionaria, lo que le ha permitido enfrentar el contexto utilizando cuatro tipos de lentes: uno lentes post coloniales, unos lentes feministas, unos lentes de desarrollo comunitario y unos lentes de inclusión. Todos estos se suman para convertirse en acciones que encauzan la educación hacia el mejoramiento de la comunidad y el empoderamiento de jóvenes que se convierten en soluciones en medio de un contexto socioeconómico complejo donde hay problemas de hacinamiento, un alto porcentaje de inseguridad alimentaria, una tasa preocupante de alcoholismo, drogadicción, y además, un alto porcentaje de abuso sexual y embarazos no deseados. La realidad es dolorosa y parecería no relevante, pero Maggie resalta la importancia de conocer esta historia para poder enseñar y enfocar la educación hacia el bienestar de toda la comunidad.
“Si la educación no está enfocada en el bienestar de la comunidad, no sirve de nada”
Juan Correa/Elige Educar
Los estudiantes de Maggie
Todos estos elementos han desembocado en una crisis de suicidios masivos traumáticos para toda la región, pero especialmente para ella y sus estudiantes quienes han tenido que enterrar a sus amigos una y otra vez. En un año, en Salluit, donde habitan sólo 1.400 personas, se perdieron un total de 10 vidas. Ahora, dice Maggie, no puede contar el número de funerales a los que ha tenido que asistir. De hecho, en las últimas tres semanas, 12 vidas más se han apagado y el problema continúa sin ser mencionado por el gobierno canadiense. “Los estudios sugieren que cuando pierdes a alguien por suicidio, eres más vulnerable a tener pensamientos suicidas”, dice MacDonnell. Entonces, ¿pueden imaginar lo que pasa por la mente de todos estos jóvenes que han tenido que enterrar a 10 o 15 amigos o incluso familiares?
Juan Correa/Elige Educar
“Hay cientos de problemas pero también sé que probablemente también hay 10 millones de soluciones”
Frente a una crisis tan compleja como esta, la mejor profesora del mundo asegura que existen millones de soluciones que surgen del talento, los recursos, los intereses y las oportunidades de los alumnos, e identificar estas cosas ha sido crucial para desarrollar proyectos basados en experiencias reales y significativas que respondan a necesidades de la comunidad. Eso significa que el trabajo de Maggie trasciende la sala de clase y transforma la realidad de muchos jóvenes que son desertores del sistema educacional y consumidores de droga. En sus proyectos, todos ellos obtienen no sólo un beneficios sino un reconocimiento.
Juan Correa/Elige Educar
Y ¿cuáles han sido sus proyectos?
Uno es el Centro de Fitness, un espacio no sólo para hacer deporte, sino un lugar de apoyo que ahora es dirigido por una de sus ex estudiantes. Este Centro de Fitness también inspiró una de las actividades que más frutos ha dado: correr, correr en equipo, porque como cita ella: “cuando corres solo corres más rápido, pero cuando corres con otros, corres más lejos”. Muchos de sus estudiantes, contra todo pronóstico, han encontrado en el deporte, la mejor razón para vivir y dejar las adicciones de lado, han corrido maratones en lugares impensables y han inspirado a muchos otros. Otro proyecto es una cafetería, liderada por estudiantes mujeres (desertoras del sistema) que un día decidieron hacer smoothies con una bicicleta-licuadora que Maggie compró. Hoy esas niñas son líderes y se ven como soluciones dentro de la comunidad. O el Club de Aventuras para Niñas, donde ellas pueden acceder a la tierra a través del deporte o incluso la caza (actividad que sólo es permitida en la comunidad indígena pues es parte de sus tradición y parte de su método de supervivencia).
Juan Correa/Elige Educar
¿Que ha aprendido?
Que el Aprendizaje Basado en Proyectos, especialmente cuando es sensible al género, ayuda a construir ciudadanía y pertenencia, a prevenir el suicidio, a fortalecer la resiliencia y a perseverar en la escuela. Hoy, muchos jóvenes se acercan a ella para decir que gracias a los proyectos, a las relaciones saludables y al empoderamiento a través de acciones que benefician a la comunidad, sus pensamientos suicidas se han transformado en ideas y en ganas de salir adelante. Los mensaje en Facebook de estudiantes que decían querer acabar con su vida, ahora son frases de aliento, energía y positivismo, todo gracias a la gestión de una mujer que no sólo es profesora de educación física, sino también una figura líder que ha sabido transformar el dolor y los problemas cotidianos en soluciones transformadoras.
Por esos estudiantes, Maggie sigue en el Ártico. Por esas personas que hoy le agradecen y han salido adelante, ella sigue luchando en medio de temperaturas bajo cero. Por esos alumnos que hoy son su familia, ella sigue convencida de que su estadía en esa pequeña comunidad aislada, sí vale la pena.
“Aún me cuesta creer que yo pude transformar sus vidas tanto como ellos transformaron la mía”.
Excelente historia, humana, real, no es difícil impactar la vida de otros, hay un atrevimiento positivo de intentar y el descubrimiento que hay miles de respuestas posibles a los problemas que tenemos como humanidad, solo hay que ir encontrándolas.
Gracias por publicar esta experiencia.