Estas docentes son parte de un equipo que decidió llevar el Programa de Integración, decretado por el Ministerio de Educación de Chile, un paso más allá. Ellas son las encargadas de transformar su escuela en un espacio de aprendizaje inclusivo que respeta y reconoce las características de sus estudiantes.
Desde 2009, el Ministerio de Educación de Chile implementa el Programa de Integración Escolar (PIE), un programa que busca poner a disposición del colegio los recursos humanos necesarios y materiales adicionales para proporcionar apoyos y equiparar oportunidades de aprendizaje y participación para todos los estudiantes, y especialmente de aquellos que presentan Necesidades Educativas Especiales (NEE).
Hace dos años, el colegio Humberto Valenzuela García, ubicado en la Población Nogales de Estación Central (Chile), decidió ir un paso más allá y complemento este programa con más recursos y nuevas estrategias. ¿El objetivo? Atender de mejor forma a una población que día a día crece en el establecimiento: los niños migrantes.
Al mando de este equipo, conformado por cuatro profesoras, se encuentra la educadora diferencial Katherine Martínez, quien recientemente ha ideado variadas actividades para poder integrar especialmente a niños y jóvenes haitianos, la población de estudiantes más grande del colegio. En la escuela hay 404 alumnos, de los cuales 165 son extranjeros y de esos,hay 139 haitianos.
“No nos podemos hacer los sordos ni los ciegos frente a esta situación. Evidentemente por temas legislativos no podemos ingresar al programa a niños inmigrantes. De partida no todos los niños que llegan aquí a Chile manejan el español, especialmente los haitianos. Entonces todos los instrumentos que ocupamos para evaluar y estandarizar a los niños, son todos para Chile. Entonces es bastante difícil poder traducirlos y además contextualizarlos. Como por ejemplo, las pruebas psicológicas tienen unas preguntas sobre las distancias de Santiago a Concepción, lógicamente un niño haitiano difícilmente va a poder saberlo, entonces es complejo. Pero buscamos darle la vuelta”, explica Katherine.
Martínez ha trabajado desde hace cuatro años -tiempo que lleva como docente en el establecimiento- para que la palabra integración se maneje en su sentido más amplio. “Tratamos de darle cobertura al 100% de la escuela, aunque por temas legislativos se nos permite trabajar con siete niños máximo con diagnóstico de tipo de necesidades cognitivas, del lenguaje, del habla, pero nosotros tratamos de hacer más cosas. Todos los días tratamos de pensar en algo”, cuenta Martínez.
Algunas mañanas durante la formación se canta el himno de Perú o de Haití y desde el año pasado se acordó que se escogería un día de noviembre para realizar una fiesta intercultural. En su primera celebración, se logró que alumnos, apoderados y profesores mostrarán comidas, bailes y fábulas tradicionales de su país de origen. Y en algunos ramos, los profesores trabajan el contenido tratando de ejemplificar con las diferentes culturas, como la peruana,argentina y venezolana, que conviven en el Humberto Valenzuela García. Además, al caminar por los pasillos del colegios, son varias las informaciones que se encuentran escritas en créole. Esos han sido algunos de los logros del equipo.
Otra meta que se han trazado como equipo, es tratar de ofrecer una atención personalizada. “Hay una educadora que asiste a cada curso, entonces la educadora dentro del aula le entrega cobertura a todo el que la necesite, sea o no del equipo de integración. Aparte, esta educadora saca niños en períodos establecidos y trabaja de forma pedagógica con ellos. Aún no tenemos nada establecido de cómo trabajar, por ejemplo, con los niños haitianos o con los niños migrantes. Nosotros vamos adaptando las pruebas según la necesidad del niño, se va ajustando el contenido. Ahí uno va flexibilizando y acomodándose”, explica Martínez.
Entre la otras labores de Martínez, además de ser la encargada del Programa de Integración desde el aspecto legal hasta el que se han planteado desde el año pasado, ha estado enseñarle a leer a los niños haitianos. A pesar de tener la barrera de idioma, logró enseñarle mediante la muestra de sonidos universales. “Por ejemplo, enseñé la M con el sonido de la vaca, enseñé las vocales como la A, mediante el sonido de un niño que lloraba. Los niños salieron leyendo, gracias a este método auditivo-visual. Fue realmente emocionante”, recuerda.
La pieza clave, una dominicana que sabe créole
Hace no más de cuatro meses, se incorporó al establecimiento Rosa Féliz, profesora titulada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en reemplazo del docente haitiano Jonas Bazile. Una dominicana que ya suma más de cinco años de residencia en Chile y que aprendió créole tras convivir varios años con haitianos.
Es ella quien se encarga de recibir a los niños haitianos, ver su nivel de aprendizaje, enseñarles español y ayudarlos con las materias que no entienden bien por la barrera idiomática. De lunes a viernes, esta docente se divide en distintos horarios para recibir a todos los estudiantes haitianos.
“Este trabajo no es nada sencillo, porque los niños igual vienen con problemas más allá del idioma. Podemos decir que un niño migrante se siente como un pez fuera del agua, porque es un mundo nuevo, por cultura, todo diferente. Entonces el trabajo de integrarlo no es sólo enseñándole el idioma. Es un un proceso amplio, que va poco a poco”, dice.
Pero una de las ventajas que tiene la profesora Féliz, según su consideración, es que ella también aprende todos los días. Como el créole no es su idioma natal, asegura que siempre hay un margen importante de error al hablarlo y por ello siempre le pide a los niños que la corrijan. “Creo que al tener la libertad de corregirme, ellos se sienten mejor, más cómodos”, considera.
Labores como estas dejan claro que necesitamos que más profesores y colegios se sumen a trabajar y comprender la integración, porque aunque seamos distintos, todos suman y aportan a nuestra sociedad. Y esos niños, aunque sean haitianos, venezolanos, argentinos, o peruanos, suman al futuro de Chile. Pero el primer paso, lo tienen que dar los docentes, como bien explica la educadora diferencial Martínez: “Nosotros los profesores, somos la primera barrera y somos los que más tenemos que trabajar por la integración”.
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