Te presentamos los perfiles de los cinco profesores y profesoras que desde diversos contextos y ciudades a lo largo de Chile, están marcando una diferencia dentro y fuera de la sala de clase.
Miles de profesores fueron nominados al Global Teacher Prize Chile 2019, premio conocido a nivel internacional como el “Nobel de la enseñanza”. Cientos de nominados concretaron su participación postulando al premio, y después de un minucioso procesos de evaluación, se eligieron 20 docentes semifinalistas. Ahora, de ese listado, un jurado conformado por importantes personalidades del mundo educativo eligió a los 5 profesores y profesoras finalistas que llegarán a la ceremonia de premiación en la cual se anunciará a la ganadora o ganador, quien ser premiado con un monto de 28.000 USD. El 65% de este premio será invertido por el ganador en una iniciativa de educación. La ceremonia se llevará a cabo en octubre. En esta instancia también se entregará, en alianza con Huneeus Foundation, el Premio Elige Educar, a la innovación regional, un reconocimiento que destacará la labor de tres docentes de la zona norte, centro y sur del país.
Los 5 finalistas de este años trabajan en diversos rincones de Chile y aunque se han especializado en distintas áreas de la pedagogía, tienen algo en común: sus logros son extraordinarios y el trabajo que realizan todos los días genera un impacto dentro y fuera de sus salas de clase. Son grandes agentes de cambio y desde la profesión docente han encontrado la manera de transformar realidades, acortar brechas y entregar verdaderas oportunidades.
La ceremonia de premiación se llevará a cabo en octubre, y hasta entonces, no sabremos quién es la ganadora o el ganador de la versión 2019 del Global Teacher Prize Chile. Mientras tanto, presentamos los perfiles de los cinco finalistas que hoy engradecen la profesión docente y representan a muchos otros profesores que, bien sabemos, también son extraordinarios.
1. Paulino Pérez Vera, profesor unidocente en una escuela rural multigrado de Guaitecas (Región de Aysén)
Paulino Pérez Vera tiene 38 años de edad. Es unidocente en la Escuela Básica Multigrado de Excelencia Repollal de Guaitecas, una comuna en la Región de Aysén ubicada en la Patagonia Occidental. Paulino es profesor hace 11 años y su principal motivación ha sido el trabajo con estudiantes en contexto rural. De los 10 años que lleva enseñando en Repollal, 6 han sido como profesor encargado de la escuela. El principal desafío que enfrenta este profesor es la insularidad. A esto se suma el contexto de vulnerabilidad en el cual está inserto el establecimiento (índice del 100%). A lo largo de los años, Repollal se ha enfrentado a la posibilidad de cierre, sin embargo, gracias a su gestión, dichas amenazas han mermado por completo y la escuela se ha vuelto una alternativa educativa muy importante para la comunidad. Hoy, la matrícula está completa e incluso existe una lista de estudiantes que esperan poder matricularse.
Cuando este docente llegó a Repollal, había un descuido general de las instalaciones; no había condiciones de enseñanza dignas y esto repercutió en los resultados académicos de los estudiantes. Entonces, él buscó el apoyo del sostenedor y diversas instituciones públicas y privadas para generar un cambio. Por su gestión, la escuela cuenta hoy con Excelencia Académica y Certificación Ambiental. A lo largo de los años, Paulino ha incorporado a más instituciones que aportan de una u otra manera al trabajo que se realiza en la escuela.
Los logros de este docente rural, alcanzados junto a sus estudiantes, son varios. Entre esos, haber alcanzado primeros lugares en concursos de deletreo y de música. Además, junto a ellos ha trabajado el estudio y la conservación de ballenas, y la protección de recursos dulceacuícolas, todo esto de la mano de científicos de diferentes nacionalidades con experiencia en conservación a nivel mundial. Paulino y sus alumnos también trabajan en colaboración con otros liceos que se trasladan a Repollal para aprovechar el contexto y aprender en conjunto. Uno de sus logros más notables es haber ganado el primer lugar en el concurso “50 ideas para mi región” de INACAP. El premio lo invirtió en una página web a través de la cual busca posicionar la experiencia de la escuela y reivindicar el valor de la educación rural.
2. Rossana Barria, profesora de inglés en un emblemático liceo público de Providencia (Región Metropolitana)
Rossana tiene 51 años. Es profesora de Educación Media y ha enseñado Inglés desde hace 17 años. Actualmente es profesora en un emblemático establecimiento de Santiago: el Liceo 7 de niñas, ubicado en la comuna de Providencia. Durante su carrera, Rossana se ha perfeccionado mucho; tiene un magíster en Educación Mención Gestión de Calidad y ha hecho clases incluso fuera del aula, en lugares como el Instituto Profesional Chileno Británico de Cultura. Su motivación más grande ha sido el trabajo en la educación pública, donde ha podido entregar verdaderas oportunidades desde su asignatura. Los logros de esta profesora de inglés han apuntado al intercambio cultural y a la enseñanza del idioma a través de estrategias innovadoras como festivales de música y videoconferencias realizadas con estudiantes norteamericanos. En ese sentido, el uso de TICs ha sido muy prioritario para ella.
Rossana ha diseñado academias de debate en inglés y con iniciativas como esta, sus alumnas han llegado muy lejos. En febrero de 2019, su equipo de debate fue invitado por Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York. Allí tuvieron la oportunidad de debatir junto a 106 delegaciones de estudiantes de muchos rincones del mundo. Las soluciones propuestas a problemáticas internacionales fueron consideradas en el informe final de la ONU. Además, gracias a su iniciativa de las videoconferencias, la profesora diseñó un Programa de Intercambio Cultural a EE.UU., a través del cual pudo llevar a 24 estudiantes de 4ºmedio a Nueva York y Filadelfia.
Su sello pedagógico también está muy marcado por la música como herramienta para enseñar el idioma, y frente a esto ha desarrollado iniciativas como El Festival de la Voz en inglés y un taller realizado en conjunto con la municipalidad de su comuna llamado El Inglés a través de la música. Su aporte ha trascendido la sala de clase y junto a sus alumnas ha logrado impulsar proyectos de recaudación de fondos con sus estudiantes en beneficio de UNICEF, particularmente entorno a la campaña: “Una cama un niño”. Entre varios reconocimientos, en noviembre de 2017 recibió la “Medalla Municipalidad de Providencia” en el grado “Distinción al Mérito” al mejor docente del año.
3. Exequiel Álvaro Coñoman Rojas, educador diferencial en una escuela especial de San Javier (Región del Maule)
Exequiel tiene 34 años de edad, es educador diferencial y trabaja en la Escuela Especial Ema Sepúlveda De Lobos F-409 de San Javier, una ciudad ubicada en la Región del Maule. Este educador tiene postítulos en Desarrollo y Alteraciones del Lenguaje Oral, en Educación Sexual y Afectividad, y un magíster en Educación Especial y Psicopedagogía. Actualmente trabaja con personas con discapacidad intelectual de edades entre los 16 y 26 años, y se desempeña como profesor asesor del Centro General de Apoderados, como profesor de aula y como coordinador del nivel laboral. Desde hace seis años también ejerce como docente en carreras de técnico en educación especial.
Son varios los desafíos que enfrenta Exequiel. En primer lugar, trabaja en un contexto cuyo índice de vulnerabilidad es del 100%. Además, el curso en el que enseña está conformado por 10 estudiantes con discapacidad intelectual, algunos asociados a otros diagnósticos como: ceguera parcial, ceguera total, síndrome de Down, parálisis cerebral y trastornos del espectro autista. Estas dificultades, además de la baja inclusión sociolaboral que sufren sus estudiantes y las complejas condiciones de vida de sus madres, lo han motivado a diseñar prácticas pedagógicas diversificadas e innovadoras. Su sello se ha centrado en el trabajo con las familias y en favorecer la adquisición de aprendizajes que posibiliten el desempeño de los estudiantes en la vida y el trabajo. Algunas actividades vinculadas a este foco son: prácticas laborales en trabajos dependientes del gusto personal de los estudiantes, equinoterapia y experiencias pedagógicas centradas en el emprendimiento familiar sustentable como un huerto escolar, la crianza de gallinas y la elaboración de alimentos.
Una de las propuestas más innovadora del educador y reconocida por la comunidad, es la elaboración y comercialización de una crema cosmética de baba de caracol. Este producto impulsó la formación legal de una cooperativa de trabajo de personas con discapacidad intelectual. Hoy, gracias a esto, 10 estudiantes y 7 madres producen y comercializan la crema. El trabajo que hace el educador con las familias también se ha enfocado en informarlas y capacitarlas con un enfoque de derecho para que reconozcan el importante rol que cumplen en el proceso de inclusión educativa y sociolaboral de sus hijos. Recientemente, el educador ganó el concurso “Premio Enseña Sustentable 2018”, organizado por la Facultad de Educación de la Universidad del Desarrollo, junto con la Universidad de Talca. Esto permitió que su experiencia pedagógica “más caracoles, más calidad de vida”, fuera publicada en un libro digital (www.enseñasustentable.com). Este logro también lo llevó a realizar una pasantía a Nueva York.
4. Gladys Virginia Pérez Sebik, educadora de párvulos en un jardín rural de Puerto Guadal (Región de Aysén)
Virginia, de 55 años de edad, trabaja como educadora de párvulos (infantil) en el Jardín Infantil El Paraíso, ubicado en Puerto Guadal, un pequeño pueblo ubicado junto al Lago General Carrera, a 115 kilómetros de Chile Chico, en la Región de Aysén. Esta educadora tiene 28 años de experiencia y eligió la profesión inspirada en su sobrino, un niño con Asperger que tuvo que sortear muchas dificultades, entre esas, escasas oportunidades de aprendizaje de calidad. Para Virginia, la docencia se convirtió en el vehículo para ofrecer oportunidades sin distinción a niños y niñas.
Esta educadora, ganadora del concurso Profe Estrella Innovadora 2013, siempre eligió lugares aislados para enseñar y por eso hoy trabaja en el jardín infantil de un pueblo remoto donde la cultura y el entorno son parte fundamental de los aprendizajes. De hecho, ella afirma que cada uno de los rincones de Puerto Guadal son salas de clase y que sus estudiantes son un grupo itinerante que se apropia del lugar y aprende a través de este. Recolectar basura, embellecer jardines, reciclar en comunidad, marchar y visitar a mujeres trabajadoras, son parte de las actividades que realiza Virginia junto a sus estudiantes de 0 a 4 años.
Desde 2018, los estudiantes de Virginia fueron invitados a ser parte de Design For Change (DFC), un movimiento global que invita a los niños y jóvenes a expresar sus ideas y ejecutarlas en su propio entorno. Además plantea la posibilidad de alcanzar objetivos no por azar, sino a través del diseño. Uno de los logros recientes más importantes de la educadora es un proyecto que se da en el marco de este movimiento. El proyecto es un libro llamado La niña que vuela, el cual fue producido por los niños. A través de este proyecto, ellos se convirtieron en agentes de cambio dentro de su localidad. Esta historia, que además tienen un video llamado “Diseña el cambio La niña que vuela Puerto Guadal”, fue elegido por Design For Change como uno de los cinco proyectos más innovadores a nivel nacional y será presentado en la Cumbre Global DFC que se realizará en Roma. Los niños, sus familias y Virginia, además de otros miembros de la comunidad, fueron invitados a participar de este espacio como representantes de la Educación Inicial en Chile.
5. Nadia Valenzuela Fuentes, profesora de Ciencias Naturales en una escuela de Angol (Región de la Araucanía)
Nadia tiene 39 años. Es profesora de Ciencias Naturales en Educación General Básica. Actualmente trabaja en la Escuela Lucila Godoy Alcayaga, establecimiento ubicado en Angol, una ciudad en la Región de la Araucanía. Su historia empieza en el Centro de Educación y Trabajo de Gendarmería de Chile. Allí rehabilitaba internos para que estos pudieran reinsertarse en la sociedad. El trabajo de Nadia está muy marcado por el trabajo científico y el impacto de proyectos que trascienden el aula e impactan dimensiones, literalmente, fuera de este planeta. La escuela donde trabaja actualmente está inserta en un contexto de vulnerabilidad del 97,3%. Pese a esto, ha logrado potenciar el desarrollo de habilidades científicas en sus estudiantes impulsando proyectos e investigaciones impresionantes, como el cultivo de semillas que en un futuro podrían llegar a plantarse en la Luna o Marte.
La siembra de estas semillas se ha llevado a cabo en ambientes de microgravedad y se ha hecho en colaboración con el Dr. Ravikumar Hosamani, científico de la University of Agriculture de India, quien va monitoreando los resultados y mantiene al tanto a los estudiantes con respecto a la posibilidad de enviar estas semillas al espacio. Este proyecto ha sido posible gracias a la Oficina de Asuntos Espaciales de la ONU en Viena, la cual seleccionó a Nadia y sus estudiantes –además de 50 colegios más alrededor del mundo–, para llevar a cabo la investigación científica. Este proyecto podría permitir que futuros colonizadores espaciales, puedan cultivar sus propios alimentos. La experiencia ha generado que los alumnos sientan que están haciendo un aporte esencial a las ciencias espaciales. Ella ha contagiado a sus estudiantes con su pasión por la ciencia, en particular, por la astronomía, y lo ha logrado enseñando de una manera diferente: con maquetas, observación, exposiciones, investigaciones y manifestaciones artísticas en las cuales los alumnos cantan, bailan, recitan, se disfrazan. A esto se suman otra serie de iniciativas que están impactando la comunidad. Por ejemplo, la recolección de basura en poblaciones o la visita a un refugio de ancianos donde además de compartir con ellos, siembran flores y árboles nativos en sus jardines y huertos.
Fuera del aula, la profesora ha sido protagonista de gestiones medioambientales relevantes. Por ejemplo, en su paso por la Escuela Intercultural Calebu, trabajó junto a sus estudiantes en la reforestación del cerro Treng Treng, sembrando 500 árboles. También ha estudiado temas complejos como la energía atómica y nuclear en lugares como Viena, y ha sido invitada a exponer sobre temas como el Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos en Austria. Por su aporte a las ciencias espaciales y su conexión con científicos y astronautas, ha recibido múltiples reconocimientos. Pero lo más importante es que este tipo de actividades fuera del aula, la han llevado a convertirse en un referente para sus estudiantes, quienes además de quererla, la admiran profundamente.
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