“¿Podemos ser los cirujanos de nuestras aulas?”, pregunta un profesor de biología que después de hablar con el médico que le salvó la vida, descubrió su rol y el de todos los educadores.
Desde hace 13 años, Ramsey Musallam es profesor de química en una escuela secundaria de Estados Unidos. En su charla TED de 6 minutos, el profesor asegura que una enfermedad que puso en riesgo su vida lo sacó de un estado de “pseudo-enseñanza” para entender, después de 10 años, el verdadero rol del educador: cultivar la curiosidad. Esa misma enfermedad le ayudó a darse cuenta que las preguntas de los estudiantes son las semillas de un aprendizaje que es real, un aprendizaje que es significativo.
Ramsey empieza su divertida charla con el video de una de sus estudiantes, Maddie.
Un día Maddie llegó a su casa y decidió practicar una demostración química que habían hecho en clase. Ramsey estaba fascinado y no sólo porque ella estuviera haciendo el experimento, sino porque su curiosidad la llevó a dar otro paso; Maddie utilizó el fenómeno que habían aprendido en clase para llevarlo a otro nivel y crear una nueva situación hipotética.
“Las preguntas y la curiosidad, como las de Maddie, son imanes que nos atraen hacia nuestros profesores, y trascienden toda tecnología o modas en la educación. Pero si anteponemos estas tecnologías a las inquietudes de los estudiantes podemos estar privándonos de nuestra mayor herramienta como profesores: las preguntas de los estudiantes”, asegura Ramsey.
Ramsey dice que tener las agallas de desconcertar a los estudiantes para dejarlos perplejos y evocar así preguntas reales, es la mejor herramienta que un profesor puede utilizar.
¿Por qué? Porque solo así se obtiene la información necesaria para adaptar métodos efectivos de enseñanza. Pero, ¿qué fue exactamente lo que le sucedió y por qué llegó a todas esas conclusiones después de 10 años de trabajo? A sus 35 años le diagnosticaron una aneurisma en la base de la aorta torácica y tuvo que someterse a una cirugía de corazón abierto. Cuando Ramsey recibió la noticia algo en particular llamó su atención: la confianza del cirujano. Entonces le preguntó al médico su inquietud, frente a lo que el médico contestó tres cosas:
Primero dijo que su curiosidad lo llevó a cuestionarse el procedimiento, lo que funcionaba y lo que no. Segundo aceptó y no tuvo miedo de llevar a cabo un proceso desordenado e inevitable de prueba y error. Y tercero, después de una intensa reflexión reunió la información que necesitaba para diseñar, revisar el procedimiento para luego, con mano firme, poder salvar la vida del profesor.
“Aprendí mucho de esas sabias palabras, y antes de volver a las aulas ese otoño, redacté mis propias tres reglas que aún están presentes en mi planificación de las clases”.
Estas son las reglas de Ramsey:
Regla número 1: lo primero es la curiosidad y las preguntas son la fuente de una gran instrucción
Regla número 2: hay que aceptar los desastres pues el error aún puede ser una parte informal de lo que los profesores hacen todos los días.
Regla número 3: practicar la reflexión para entender que lo que se hace en la escuela es importante y merece atención y revisión.
“¿Podemos ser los cirujanos de nuestras aulas?”, pregunta el profesor…”. “Si nosotros, como educadores, dejamos atrás este simple papel de difusores de contenidos y adoptamos un nuevo paradigma como cultivadores de curiosidad e investigación, puede que aportemos un poco más de sentido a la jornada escolar y que despertemos la imaginación”.
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