Si pudiéramos transmitir que los saberes científicos y ancestrales son compatibles, encontraríamos una fórmula para transmitir a nuestros/as estudiantes la importancia de la biodiversidad, ecosistemas y todo nuestro entorno.
Para partir quiero comenzar con las líneas del Jefe Seattle de la cultura Suquamisch (una tribu amerindia): “El humano no ha tejido la red de la vida, es solamente un hilo de ella. Lo que sea que hagamos a la red, lo hacemos a nosotros mismos”.
La primera vez que leí estas líneas en la carta del Jefe Seattle de una cultura ancestral, me impresioné con la profundidad de todo lo que él planteaba y comencé a interiorizarme más en la visión que tienen nuestras culturas latinoamericanas sobre la vida y sobre la biodiversidad.
Encontré en ellas muchos saberes para hacer reflexionar a mis estudiantes en mis clases sobre el cuidado de nuestro medioambiente.
Como profesora de Biología y Ciencias Naturales siempre trato de reflexionar en el cómo puedo hacer más significativos los aprendizajes de mis estudiantes y desde ese análisis surgió mi idea de preguntarme:
- ¿Qué visiones sobre medioambiente y biodiversidad quiero transmitirles?
- ¿Qué visiones sobre ciencia y naturaleza de la ciencia debo incorporar en mis clases al momento de enseñar Ecología?
- ¿Qué visiones sobre educación en ciencia debo tener para generar aprendizajes significativos en mis estudiantes?
- ¿Qué conceptos, habilidades y actitudes son realmente esenciales para que mis estudiantes comprendan la relevancia de aprender sobre Medio Ambiente?
Al ir teniendo respuestas a estas preguntas en mi mente hacían eco los profundos saberes que nos aportan sobre las culturas latinoamericanas: Rapa Nui, Quechua, Aymara, Mapuche, Selk´nam, Siox, Cherokee, Shipibo, Yawanawa, Huichol, Apaches, entre tantas otras, sobre Biodiversidad y Ecosistemas.
Algunas de éstas culturas nos hacen un llamado explícito a despertar pues ya no hay tiempo.
Debemos defender nuestra naturaleza, sus ríos, sus bosques, sus semillas, la biodiversidad. Y de ahí surge mi necesidad de hacer confluir en las clases de Biología un aprendizaje integrado entre ciencia y culturas latinoamericanas. Estimular la reflexión en mis estudiantes desde estas dos visiones me permitía como profesora acercarlos a un proceso de metacognición mayor, y desde donde podían analizar sus propias conductas y la conducta humana sobre el medio ambiente y al mismo tiempo, descubrir cómo las visiones y los contextos culturales direccionan nuestro actuar.
Para poder realizarlo me basé en usar metodología basadas en preguntas, preguntas que los guiaban a un proceso de reflexión más allá de los conceptos teóricos, un proceso que provocaba el quiebre de sus actuales paradigmas y que los enfrentaba como en un espejo a preguntarse: ¿Qué le estamos haciendo al planeta?
Existe un real desconocimiento en las personas sobre los ecosistemas y su biodiversidad, y si es que llegan a tener nociones, son poco claras, vagas o erradas. En este punto cuando se había provocado el cuestionamiento innato de mis estudiantes, sus voces y preguntas comenzaron a surgir, y comprendieron que ellos y ellas tenían el poder de cambiar lo que se está haciendo y por ello los invité a desarrollar proyectos ABP para hacer realidad sus ideas de modificar las conductas humanas sobre el medio ambiente.
Así empoderé a mis estudiantes para hacer vivo el cambio que queremos lograr para nuestro planeta, más allá de lo que representa una calificación. Como dijo Belén Curamil, representante de nuestro pueblo mapuche y “Nobel” del medioambiente: “Esto es una lucha por la vida, por la naturaleza y por lo que somos”.
Como profesores somos entes transformadores de la sociedad, los invito a conocer las culturas ancestrales latinoamericanas y a empoderar a sus estudiantes a amar al planeta como ellos lo hacían.
Karin González Allende es Académica del departamento de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile. Tras 21 años de experiencia, Karin González se desempeña como docente en Trewhelas´s School y el Liceo Experimental Manuel de Salas. Además de dictar clases en la Universidad de Chile. Esta doble militancia, entre el contexto escolar y universitario le ha permitido mantener los “pies en la tierra” al momento de formar a los futuros profesores.
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