Conectar lo matemático con el arte, es una de las formas que he encontrado para enseñar matemática para la vida; para contextualizar y motivar.
Basta reflexionar sobre las consecuencias latentes que hemos ido experimentando, por la pandemia por el Covid-19, para entender que el mundo del siglo XXI ha creado un contexto cambiante, en el que la educación se enfrenta a nuevos retos, abandonando cada vez más el modelo instrumental que busca resultados de aprendizaje estandarizados. El foco ahora está en adoptar un modelo que desarrolle las habilidades para la vida, en el que la enseñanza no sea la mera transmisión de conocimientos e informaciones, sino la construcción de la capacidad de producirlos y utilizarlos.
Según la UNESCO, para que estos desafíos sean abordados y deriven en un aprendizaje permanente, se requiere concebir la enseñanza más allá del sistema formal, incluyendo y reconociendo diversas formas de aprendizaje, brindando todas estas distintas oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida. Por esta razón es que, durante el año 2017, planifiqué e implementé dos talleres extra programáticos en Matemática, dirigidos de segundo a cuarto básico, con el propósito de facilitar oportunidades de aprendizaje en las que la Matemática sea vista desde una perspectiva menos hermética, como tradicionalmente se enseña.
Con ese enfoque, se pueden fomentar conocimientos más integrales; motivando además el interés de aquellos/as estudiantes que mantenían un desempeño menor de lo esperado en esos niveles. Ciertamente, el diseño de actividades para este taller se enmarca en el currículum nacional, pero focalizado en el estudio interdisciplinar de algún fenómeno real o situación auténtica, que reproduce el contexto.
Por ejemplo, durante 2018 se planificó una visita pedagógica a la exposición Cien es un color de la artista visual germano-chilena Cornelia Vargas, quien elabora sus obras a partir del cuadrado mágico, proyectando cálculos matemáticos y patrones geométricos en una gran diversidad de colores y formas expresadas en pinturas, artesanías y programaciones digitales. Una gran oportunidad para visibilizar la estrecha relación entre algo considerado estricto y riguroso, como la Matemática, y su variante libre y creativa: el arte.
En este trabajo de Matemática para la vida, los objetivos de aprendizaje de esta actividad fueron:
- Reconocer el entorno, describir y construir figuras 2D, identificando regularidades en expresiones geométricas.
- Comunicar y expresar artísticamente sus impresiones sobre obras de arte, explicando sus preferencias y apoyándose en elementos del lenguaje visual.
Durante las sesiones de taller previas a la visita, trabajamos observando, describiendo y construyendo patrones figurativos en teselaciones, con especial cuidado de transposicionar a un nivel comprensivo y desafiante. Este contenido que, si bien no forma parte curricular de estos niveles en Matemática, fue necesario para entender la obra artística de Vargas.
El recorrido de la exposición fue apoyado por una guía de aprendizaje que buscaba conducir la observación hacia la identificación de los elementos matemáticos que utilizaba la artista en sus obras. Por ejemplo, el uso de una matriz cuadriculada en la que Vargas trazaba sus diseños. Adicionalmente, se proponía al alumno/a elegir alguna de las obras observadas y registrarla para luego compartir sus impresiones de esta experiencia en la sala de clases.
Observé que los y las estudiantes estaban entusiasmadas, participando activamente del circuito de la exposición y vinculando este nuevo conocimiento con experiencias propias. Finalmente, ante la pregunta: "¿Qué aprendiste?" Mencionaron que “con las figuras (...) podemos hacer otras figuras que podemos ver en la actualidad” y “que podemos usar colores, patrones, figuras geométricas y números con los que podemos sacar medidas” , demostrando de esta forma que comprenden que lo matemático puede abrirse y aplicarse en contextos cotidianos.
Una invitación a siempre reflexionar sobre lo desafíos de la educación del siglo XXI
Probablemente, este conocimiento no será reflejado en las pruebas estandarizadas ni es indicio de aprendizaje en un modelo puramente instrumental, pero indudablemente presta cimientos de motivación y experiencias para construir una idea mucho más sólida, significativa y real de la educación. Esto se evidencia, especialmente, cuando en el trayecto de vuelta de la visita, una de las estudiantes me dijo: “No sabía que se podían hacer obras de arte con matemática”.
Amplio es el desafío de la educación del siglo XXI y, frente a las limitaciones contextuales, emocionales y socioculturales; muchas veces dejamos de lado este horizonte. No obstante, aun cuando la meta nos resulte abismante, lo importante es nunca dejar de reflexionar, de proponer, de movilizar, de planificar y replanificar. Solo así nos acercaremos a construir una educación que esté a la altura de las demandas actuales; una educación donde se impulsen y potencien las habilidades para hoy y para el mañana.
Valentina Elizabeth Fuenzalida Aguirre es profesora General Básica con Mención en Matemática de la Pontifica Universidad Católica Chile y docente generalista en primer ciclo de enseñanza básica. Actualmente enseña en el Complejo Educacional Maipú, ubicado en Santiago de Chile.
El artículo original fue publicado en la Revista Educando, gestionada y publicada por los docentes del Complejo Educacional Maipú, Anexo Rinconada.
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