Como docente, considero que el proceso de filosofar puede tener un impacto importante en los procesos de enseñanza. Aquí te cuento las razones.
Como todos saben la Filosofía nace de la mente de un griego: Sócrates. Aquel personaje al que el oráculo de Delfos había dicho que era el más inteligente de la Tierra. Este hombre por primera vez, no solo se cuestiona su propia realidad, sino que se propone buscar la verdad. Se crea la filosofía, φιλοσοφία, ese amor profundo por el saber, por dilucidar lo desconocido. De su mano, aparece Platón y su escuela, la Academia; allí difundirá el idealismo, aquella visión que muestra la perfección del ser humano en el pensamiento. Un discípulo, Aristóteles, a su vez –en su escuela el Liceo– difundirá una nueva teoría, el materialismo, en donde el ser humano es el protagonista de su existencia.
Estos tres filósofos y sus teorías, dan la base de la civilización occidental y explican el deambular de toda la Filosofía hasta nuestros días. En tanto, si queremos enseñarles a pensar a nuestros niños, primero debemos asombrarnos nosotros por el logro de tres hombres, que dieron un salto cualitativo basados en la verdad y la moral.
Enseñar a filosofar es un proceso que lleva años, no solo de teoría, sino de práctica
Requiere de algunas características de quien enseña. Debe tener un conocimiento vasto cultural y político, experiencia en diferentes artes, la τέχνη (técnica en griego), el summun de saber social y, quizás lo más preponderante, un trabajo cotidiano con personas que tengan las mismas capacidades intelectuales. Teniendo estas cualidades se puede enseñar tanto a un niño como a una persona adulta.
Lo peculiar de la Filosofía para niños, es que se enfoca de forma escalonada, desde los primeros niveles de la enseñanza. Debe partir de un proceso de asombro, pasando por lo concreto hasta llegar a la abstracción de las cosas.
Hay que distinguir que el filósofo no es el docente y el παιδαγωγος (pedagogo en griego), no es el esclavo que lleva a los niños al colegio (σχολή), a ese lugar del ocio. Es el hombre libre que busca liberar a otros, nuestra mente no debe estar esclavizada por nuestro cuerpo.
Los niños deben descubrir y maravillarse con cosas que no han visto
Deben hacerlo con colores, texturas, el paisaje y el juego, entre otras. Es decir, la primera aproximación a conocer es mediante los sentidos. Después, empieza otra etapa, en conjunción con el aprendizaje del lenguaje, donde es necesario avanzar hacia lo concreto. Comienzan a conectar cosas y necesitan de lo real para conocer su mundo.
Generalmente, se coarta en la educación este último proceso, porque se necesita tener un producto. No importa tanto el desarrollo, sino avanzar y mostrar avances, que sean rápidos. Esto atenta y se ve reflejado en la sociedad, en personas a las que les cuesta buscar las causas de las cosas o tener una imagen general de un problema.
Como corolario, mientras antes enseñemos a filosofar a los niños, el producto de esa enseñanza será niños críticos, inquisidores, seguros de sí mismos y sus capacidades. Filosofar los llevará a lograr avances cualitativos del conocimiento en todas las asignaturas.
Rodolfo Alejandro Manzo Guaquil es profesor y licenciado en Filosofía de la Universidad Católica de Valparaíso y MBA de la Universidad de Santiago de Chile. Actualmente es docente en el Complejo Educacional Maipú, ubicado en Santiago de Chile.
El artículo original fue publicado en la Revista Educando, gestionada y publicada por los docentes del Complejo Educacional Maipú, Anexo Rinconada.
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