Cuando tenía 11 años, Andrea Henríquez fue víctima de acoso escolar. Hoy comparte su historia y hace parte de un proyecto que busca empoderar a los jóvenes para que sean ellos parte de la solución.
Por el trabajo de su padre, Andrea Henríquez tuvo que dejar su hogar en Chile e irse a vivir a Ecuador. En ese entonces tenía 11 años y como no podía quedarse sin educación, ingresó a la escuela en este nuevo país que abría sus puertas. En principio, su acento y sus costumbres fueron una novedad para todos su compañeros, pero muy pronto, lo que había sido muy positivo, se convertiría en una experiencia de vida muy dolorosa y compleja. Todo comenzó con malas caras y gestos de un grupo pequeño de personas que ella ni siquiera conocía. Pero lo que comenzó en con unos cuantos, se multiplicó, llegando a una masa que abarcaba casi la mitad de su generación. Su mejor amiga hacía parte de esa lista de personas que se aliaron en su contra, utilizando incluso, toda la información que sabía sobre ella para perjudicarla. Las malas caras, dice Andrea, se transformaron en 35 voces que gritaban “muñeca de plástico”.
A simple vista, Andrea era una niña que se veía como cualquier otra.
A simple vista no existía nada que la hiciera blanco de críticas o acoso dentro de un colegio, pero sí lo fue y este hecho la marcó para siempre. Primero fueron las palabras, después el rechazo se convirtió en obras de teatro, mensajes de textos que decían cosas como “te odiamos, att: toda la generación”, empujones, bailes, burlas, botellas de agua volando sobre su cabeza, además de humillación y rumores que se fueron convirtiendo en soledad. Uno de los hechos que más la marcó fue el día en que descubrió que un grupo de alumnas de su generación tenían unas camisetas blancas con un cuadrado rosado que adentro contenía insultos, una Barbie (que se suponía que era ella) y dos animales en sus hombros que eran las dos únicas amigas que se atrevieron a defenderla. Estas camisetas fueron repartidas entre todos los estudiantes. Andrea recuerda ese momento como si hubiera sido ayer. Tenía 11 años… al igual que muchos niños y niñas que hoy son o han sido víctimas del acoso escolar.
“En Chile, uno de cada diez niños dice haber sido o ser víctima de maltrato escolar”, asegura Andrea en esta sincera charla TED.
De los 10, sólo uno es una víctima, “pero por víctima ¿cuántos agresores hay?”, pregunta ella de manera retórica. Suma a esto, la cantidad de espectadores que de una u otra forma están involucrados. Esos espectadores tienen a su vez, familias e incluso profesores… personas que hacen parte y que deberían convertirse en actores activos para la superación de este problema dentro de las escuelas. Andrea menciona además el rol de unos personajes que son indispensables en la búsqueda de una solución: los jóvenes. Cuando Andrea experimentó el drama de las camisetas, los padres castigaron a sus hijos y los profesores intervinieron, y aunque su apoyo fue fundamental para que ella pudiera superar lo vivido, lo que más llamó su atención es que las alumnas más grandes del colegio se indignaron profundamente y se organizaron para llevar a cabo un seminario en el cual buscaban explicar de forma directa, qué es el maltrato escolar o bullying y cómo puede afectar a una persona. Sólo ese día, quienes habían sido cómplices del maltrato escolar, pidieron perdón y la vida de Andrea cambió radicalmente.
Andrea siguió con su vida pero un par de años después, se dio cuenta de que había otras personas sufriendo lo que ella había vivido.
Inspirada en su propia historia, realizó entrevistas sobre los casos de bullying que había en cada curso y habló con la directora para replicar el modelo que se había aplicado unos años atrás cuando ella era la víctima. La directora aceptó de inmediato y se reunió a un grupo de 30 alumnas voluntarias de distintos cursos, quienes durante las reuniones iban entregando ideas para combatir el bullying. Así nació lo que hoy se llama Volando en V, un proyecto guiado por alumnas, con testimonios, charlas y actividades para crear conciencia sobre el bullying. El proyecto busca además generar un círculo de apoyo potente a los niños que son víctimas y entregar consejos a padres y educadores de cómo apoyarlos durante este proceso.
El nombre del proyecto hace referencia a la formación de las aves en vuelo.
“Es una explicación científica potente: cuando un ave vuela delante de otra implica que le hace el vuelo más fácil a la de atrás, el mecanismo está estructurado de tal manera que todas se necesitan, es como un gran ejemplo de compañerismo”, explica Andrea a Mujer Impacta.
Cuando Andrea notó que la solución a su dolor había sido gestionada por los propios alumnos, supo muy bien que tenía que motivar a otros a hacer lo mismo. Ella está convencida de que las escuelas tiene que abrir espacios para que los alumnos se capaciten y se conviertan en aves que lideren las soluciones que cambiarán la vida de miles de niños que tal como ella, sufren a diario en silencio.
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hola soy Edda liz Echevarria una enfermera escolar en la isla de Puerto Rico buscando sobre el temas del bulling me salio su pagina quisiera hacerle una charla a mis estudiantes sobre el bulling. necesito mas informacion gracias Dios te bendiga mucho