Para modificar los espacios de esta escuelas, los arquitectos encargados del proyecto se reunieron con los niños para aprender de sus ideas e intereses. Este fue el resultado de ese trabajo colaborativo.
Die Baupiloten es un estudio de arquitectura que surge de la Universidad Técnica de Berlín y el estudio de arquitectura Susanne Hofmann Architects. Sus proyectos, enfocados en estructuras educativas y el desarrollo de vivienda, son diseñados por estudiantes de la universidad con el apoyo y la supervisión de los arquitectos de Hofmann. Juntos han realizado muchas obras, pero hay una en particular que llama la atención por su particular foco pedagógico. Se trata de el rediseño de la escuela Carl Bolle Elementary School en el barrio Moabit de Berlín, un proyecto centrado en fomentar el desarrollo del lenguaje, la exploración, la imaginación y la actividad física, hecho que se percibe a simple vista. Pero, ¿cómo lo lograron?
Una historia de espionaje
Los diversos espacios que componen el área de esta escuela están inspirados en una historia que Die Baupiloten desarrolló con los niños llamada “El espía de la capa brillante”. El objetivo era permitir a los alumnos, tener un intercambio rítmico entre el aprendizaje y el tiempo libre para convertir el establecimiento, en un espacio viviente. Para esto, la historia creada por los estudiantes fue realmente clave.
En una primera etapa, el estudio invitó a los niños a un taller a través del cual esperaban aprender de sus ideas. La historia de espionaje fue una de las cosas que surgieron del taller y finalmente, el elemento que se convirtió en la base de esta propuesta que en términos espaciales, buscaba transformar grandes espacios que antes eran inaccesibles. De acuerdo con la visión de los niños y el lema de la escuela orientado en el “lenguaje y movimiento”, los pasillos de este lugar se transformaron en espacios que fomentan un “aprendizaje exploratorio”. Otras ideas que surgieron del taller fueron títulos inventados por los niños como “El jardín secreto del ocio”, “Mundo nieve” y “Laberinto de verano”. De esto títulos y la historia del espía, los arquitectos pudieron descubrir que los niños querían dos cosas: espacios para jugar con otros niños y espacios donde pudieran relajarse.
Aprendizaje exploratorio
El rediseño de esta escuela incluye fenómenos espaciales acústicos y visuales que permiten a los niños realizar observaciones científicas serias de una forma lúdica. Ellos pueden hacer uso de espacios de comunicación, ejercicios e investigación de alta calidad en diversos grados. Por ejemplo, pueden hacerse una idea de cómo funciona un periscopio, explorar el espectro de colores o incluso inventar códigos para comunicarse con otros niños.
En el Carl Bolle Elementary School, cada acción dentro de la historia que crearon los niños, corresponde a una actividad pedagógica. Empezando por la entrada al edificio donde los niños deben perseguir a un “espía” que se va movilizando a lo largo de los corredores. Esta es la lógica central de lo que sucede en la escuela: seguir a un espía mientras se desarrolla un aprendizaje basado en los procesos científicos, la observación y el juego.
El espacio
En la entrada del colegio hay una galería donde los estudiantes pueden ingresar en una especie de obra de arte. Esto refleja la misión que tiene la escuela con los estudiantes: “emplear todos sus sentidos para desarrollar no solo su propia imagen, sino también una imagen de sus pares y del mundo”. Después de la entrada se encuentran cinco secciones más: “La puerta centelleante”, “La escucha sensible”, “Muro de disfraces”, “Muro espía” y “Periscopio/escotillas”.
Cada sección convierte las acciones del espía de la historia en una actividad para los niños. Por ejemplo, tal como se describe en el medio Entertainment Designer, la parte de la historia que corresponde al “Muro de disfraces” dice lo siguiente: “Su disfraz es engañoso. Él lo quita, se mezcla con los niños y luego se congela y permanece inmóvil en el espejo espía mientras examina los reflejos. Desde aquí puede vigilar todo muy de cerca. ¿Códigos secretos?” La instalación correspondiente a esto es una red de espejos unidireccionales iluminados con los colores del espectro de luz visible. Cada espejo puede rotar para reflejar diferentes colores y cambiar la transparencia del panel. Se alienta a los niños a desarrollar códigos entre sí reflejando la luz de diferentes maneras. A través de su interacción con los espejos, aprenden sobre la luz y el color, y también se comunican con sus compañeros.
El fin de la historia
Al final de la historia, el espía desaparece y en este punto en el área de la escuela destinada al ocio, los niños también tienen la oportunidad de desaparecer. Allí se relajan en las escotillas de lectura, pero también pueden espiar a través de periscopios, si así lo desean. Aunque la historia del espía termina –como cualquier otra historia–, la experiencia de los niños no. Moviéndose por las paredes, observando los espacios desde distintas perspectivas, pasando tiempo a solas leyendo, entre muchas otras cosas, estos estudiantes viven el aprendizaje de una forma totalmente diferente, interactiva, didáctica e inspirada en sus propios intereses en su curiosidad y en su espíritu exploratorio.
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