Erin Castillo, profesora de educación diferencial, implementó una gran dinámica de comunicación segura que podría replicarse en las salas de clase de cualquier parte del mundo.
La profesora de educación diferencial (educación especial), Erin Castillo, decidió convertir su sala de clase en un espacio seguro para apoyar y educar a sus estudiantes con respecto a los trastornos mentales. Lo hizo a través de una estrategia muy simple pero potente: un check-in de salud mental no verbal y semi-anónimo para que sus estudiantes pudieran comunicar sus emociones. Todos los días, en este registro, los jóvenes deben identificar cómo se sienten en una escala que incluye las siguientes frases: “estoy genial”, “estoy bien”, “estoy más o menos”, “tengo problemas”, “estoy en un mal momento, no me interesa la tabla de registro” y “estoy en un lugar muy oscuro”.
Para identificarse con alguna de estas frases, los estudiantes toman un Post-it, escriben su nombre al respaldo y luego pegan el papel en la frase con la que más se identifican. De esta forma, sólo Erin puede leer los nombres para detectar quiénes están pasando por un mal momento. La idea se le ocurrió después de ver que otra profesora diseñó esta actividad, pero en formato digital y dirigida a docentes.
Además de apoyar a sus alumnos y generar un espacio seguro, ¿qué detonó el interés de Erin en esta dinámica de salud mental?
En los último cinco años se registraron varios casos de intentos de suicidio en San Francisco, California, ciudad donde la profesora trabaja. Además, diversos estudios han evidenciado la correlación que existe entre las dificultades de aprendizaje y los comportamientos suicidas, particularmente en las mujeres y en personas con autismo.
Como educadora diferencial, Erin creyó que este registro de salud mental, era perfecto para generar lazos de comunicación y confianza en sus estudiantes. “Los niños necesitan escuchar que no están solos y necesitan visualizar qué significa tener apoyo”, comentó la profesora en una entrevista con Insider. “La escuela secundaria a veces es dura, pero me alegra que ellos tengan un espacio seguro para comunicarse y trabajar en algunas de sus emociones”, agregó.
Lo mejor de la iniciativa de Erin es que muchos otros docentes se sintieron inspirados.
Después de publicar su actividad en un grupo llamado “Suicide Awareness/Prevention”, la actividad se volvió viral en EE.UU., y muchos maestros replicaron la dinámica y compartieron sus versiones del check in. Además, muchas personas en redes destacaron el valor de la potente iniciativa. Para Erin fue conmovedor e inesperado. “Empecé a llorar. Mi esposo me preguntó por qué lloraba y le dije: ‘porque los niños están siendo salvados en todas partes’”, comentó la profesora en una entrevista. Para seguir generando un impacto, ella incluso creó una herramienta digital gratuita para otros docentes interesados en introducir esta metodología en sus salas de clase.
“Muy bien por esa profesora. Las habilidades para la vida son mucho más importantes que el álgebra y Pitágoras. Necesitamos más de esto”.
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