Jordi Longás es un español con más de 30 años de experiencia en la sala de clases y en la universidad. A lo largo de su trayectoria profesional, también ha realizando investigaciones con el fin de lograr que la educación sea una actividad en la que todos sean parte a través de la colaboración.
Antes de convertirse en una voz líder sobre liderazgo e innovación pedagógica, el español Jordi Longás fue ingeniero agrícola. Pero a sus veinte años tuvo la oportunidad de enseñar y guiar a jóvenes en temas de alpinismo; así, nació su interés por la pedagogía. Decidió entonces, estudiar educación social y después pedagogía. “Terminé toda esas carreras, es que soy muy tesudo -cabeza dura- y mi familia es del campo, de las afueras de Barcelona. Por eso a mí me encanta la naturaleza y de ahí nacen muchos de mis intereses”, dice.
Jordi actualmente es Coordinador Académico del Máster de Liderazgo de la Innovación Pedagógica y Dirección de Centros, y profesor de la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte de la Universidad Ramón Llull. Además es miembro del grupo de investigación de la institución y ha centrado sus estudios en temas como el éxito escolar, las redes socioeducativas, la gestión escolar y el bienestar docente. Pero antes, trabajó más de 10 años en una escuela técnica, donde ejerció como profesor de matemática, educación física y por varios años, de director.
Sobre sus experiencias e investigaciones llegó a hablar a Chile, invitado por Fundación Chile. Y con la Red de Escuelas Líderes realizó un seminario titulado: Redes de colaboración y confianza para abordar los desafíos de la educación. Sobre ese tema habló con Elige Educar y estos son los consejos que le deja a todos los profesores:
1. Atreverse a la co-docencia
El experto propone que es importante que el establecimiento educacional tenga como premisa que los docentes trabajen en equipo en las salas de clase. También propone que se realicen proyectos de colaboración entre salas de distintos niveles o entre profesores de diversas materias. Por ejemplo, que un profesor de lenguaje decida trabajar con uno de arte. También se puede dar que un profesor de historia acompañe a uno de matemática y después de la clase, se compartan lo bueno y lo malo de la experiencia en su forma de dar clases, entre otros aspectos.
“Estas son grandes oportunidades de aprender a colaborar, y yo diría que lo que suele pasar en el docente es que muchas veces hay miedo, comodidad o falta de tiempo. Pero al hacer estos trabajos de co-docencia hay una vivencia de estimulación aquí, especialmente cuando se piensa que el trabajo del docente es muy individual. Aquí se necesita actitud, porque esto es un ‘yo gano, tú ganas’. Esto empieza por uno mismo”, dice Jordi.
2. Trabajar el liderazgo y los espacios colectivos en las escuelas
“Hace falta el liderazgo de la institución para esto que voy a decir, porque si bien el tiempo a veces es un problema, hay maneras de reorganizar. Esto, en el sentido que hay actividades o reuniones que pueden ser diferentes o pueden ser un correo, más dinámicas. Hay que trabajar por la creación de espacios conjuntos, donde los equipos docentes compartan experiencias,se reúnan a resolver casos, tener feedback, y hacer formación conjunta. Todo eso se facilita si se trabaja con horizontalidad máxima”, explica Jordi.
En las asesorías que ha realizado Jordi, asegura que uno de las soluciones que han brindado para crear espacios colectivos de trabajo en las escuelas, ha sido lograr que los profesores de cursos superiores visiten a los de los grados menores y viceversa. “Así se logra un primer espacio de intercambio, que ojalá pueda seguir creciendo. Pero repito, aquí es muy importante que exista un buen líder interesado en buscar estos espacios y no en la burocracia”, asegura.
3. Ser parte de las comunidades que rodean las escuelas
El último consejo que entrega Jordi se basa en que es importante no solamente salir de la sala de clase a conocer los museos o las bibliotecas de la zona donde se encuentra el colegio, sino también invitar a diferentes actores a ser parte del proceso de aprendizaje. Por ejemplo, que los padres y madres impartan clases de su área de experiencia, o que un grupo de enfermeros del sistema de salud de la zona entren a las salas de clase para dar una charla sobre educación sexual.
“Aprovechar el entorno puede ayudar a que el aprendizaje sea más significativo y muy gratificante para todas las partes, porque la persona que está afuera y de repente se le invita a ayudar en la educación, generalmente se va a sentir reconocida y agradecida. Al final, repito algo que dije al principio: en los colegios hay que trabajar por las experiencias, para que éstas nos vinculen a todos”, dice.
La invitación de Jordi es que estas redes sirvan para promover la creatividad, el trabajo en equipo y la construcción de capital humano necesario. “Finalmente, la educación es un ejercicio de corresponsabilidad”.
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