¿Quiénes influenciaron el desarrollo de una Educación Parvularia establecida en Chile y cómo llegó a ser lo que es hoy?
Los inicios
Los pueblos originarios del territorio chileno prehispánico, al igual que los europeos, creían que la niñez era simplemente una etapa previa a la vida joven y adulta, sin embargo, a diferencia de ellos, tenían un sistema de crianza con personas y prácticas enfocadas en atender y educar a los pequeños.
Sin duda alguna, había una preocupación por la infancia y esto se reflejaba por ejemplo, en los ritos que los mapuche realizaban antes del nacimiento para fortalecer al niño en el periodo de gestación, y también en la figura de las “madrinas” creada por la cultura yámana. En la etapa de crianza, las madrinas ayudaban a estimular al bebé con masajes y ejercitación motora.
Además, los yámanas también tenían un espacio (choza), donde los niños se reunían con los adultos para ser partícipes de actividades como la recolección de leña. En sus costumbres, los kawéshkar no se quedaban atrás… dentro de sus costumbres tenían prácticas similares y otra muy especial que consistía en dar nombres a cada miembro de la comunidad después de encontrar alguna característica propia del niño o niña que nacía (un rasgo físico o un sonido hecho durante sus primeros años de vida). Estos primeros rasgos de preocupación por la infancia, se transformarían más adelante en la preocupación de las primeras órdenes religiosas que en el siglo XIX se ocuparon de niños huérfanos en centros de acogida, orfanatos y escuelas de párvulos donde se impartía la formación religiosa.
Un cambio en la visión
Sólo a finales del siglo XIX y a principios del siglo XIX, empezaron a surgir en Europa, nuevas visiones como la de Jean-Jacques Rousseau, quien afirmaba que la niñez era un estado especial del desarrollo humano. El niño, empezó a ser concebido como un individuo diferente al adulto y al joven, un individuo con características propias y con necesidades físicas y afectivas importantes. Parte de esta visión fue impulsada por los miembros de un movimiento reformista que surge en Estados Unidos y Europa y del cual hacen parte íconos importantes de la pedagogía como Pestalozzi, Fröebel, y más adelante Tolstoi, Dewey, Montessori, Ferriére, Cousinet, Freinet, Piaget, Claparéde y Decroly.
De aquella visión reformista, surge lo que es considerado el origen de la Educación Parvularia: la Escuela Nueva o Escuela Activa un movimiento pedagógico crítico de la educación tradicional, caracterizado por ser formal y el cual buscaba responder a las necesidades específicas de cada alumno. En la Escuela Nueva, al niño debía estar en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje y profesor debía ser un “dinamizador de la vida en el aula, atento a las necesidades e intereses de sus alumnos”. (Los niños del 70, Ediciones de la Junji, Pg.125).
Pestalozzi, Fröebel y Montessori
Se empiezan a producir cambios importantes en la concepción de la niñez y de la mano con ello, aparece la visión de algunos pedagogos cuya influencia sigue vigente: el sueco Johann Heinrich Pestalozzi, el alemán Friedrich Fröebel y más adelante, la educadora italiana María Montessori. Pestalozzi es conocido por su trabajo en la educación popular y la creación de la Granja Nueva, un espacio donde niños y niñas huérfanos podían estudiar, trabajar y alimentarse. Para Pestalozzi la individualidad del niño, el juego, la espontaneidad, las manualidades, el dibujo, el lenguaje y el apego familiar eran prioridades.
Por su parte, Fröebel, quien fue discípulo de Pestalozzi, tuvo como principal propuesta el Sistema del Jardín de la Infancia, en donde el juego era la herramienta pedagógica más esencial. Se dice que fue él quien creó el concepto de jardín infantil, o kindergarten –que significa “el jardín de los niños”–. Para este pedagogo, la formación de los maestros era una prioridad y fue él también quien diseñó un enfoque teórico-práctico, con lo que la educación infantil comenzó a tener un nuevo estatus.
Años más tarde, la italiana María Montessori elaboraría un método novedoso y muy vigente basado en el desempeño del maestro, en la existencia de grupos con edades heterogéneas, la selección del trabajo dependiendo del interés o las habilidades de los niños, la adecuación de la propia velocidad de aprendizaje y el material multisensorial para la exploración física.
En Chile
Es importante este contexto, porque gracias a estos visionarios, Chile pudo dar el primer paso. La práctica de la Educación Parvularia en el país comienza a fines del siglo XIX. Específicamente la Escuela Nueva llegan al país a través de libros y viajes realizados por personas delegadas por el gobierno. Esas personas exploraron nuevas tendencias para conocer las teorías iniciales de los kindergártenes con el fin de instalarlas también en Chile. Así se forjan los inicios del Estado docente (1842-1851).
Más adelante, Domingo Faustino Sarmiento fundaría la Escuela Normal de Preceptores (la primera de Latinoamérica en formar maestros) y realizaría diversos viajes de estudio para conocer y replicar las experiencias internacionales sobre Educación Parvularia. En 1864 y muy influenciados por una visión francesa, empieza a funcionar la primera Escuela de Párvulos en el Departamento de Santiago. Su dirección estuvo a cargo de una monja (hermana de la caridad) y maestras preceptoras chilenas, entre ellas, Carmen Torres y Emilia Lavín. A partir de ese momento, otras escuelas similares se crearon y en el año 1883, ya había cuatro escuelas enfocadas en atender a niños y niñas provenientes de sectores marginados. A finales del siglo XIX se instalaron también algunos kindergártenes en el ámbito privado, principalmente en colegios particulares pertenecientes a colonias extranjeras como el Santiago College (1891) y el Deutsche Schule (1898).
La influencia alemana
Por los aportes del intelectual Valentín Letelier, quien viajó a Alemania y rescató el funcionamiento de sus jardines infantiles, el país empezó a considerar el modelo educativo alemán como el más adecuado. Así, de la mano con la corriente germana, se empezó a desarrollar de una forma mucho más sistemática la Educación Parvularia y el 16 de agosto de 1906 se crea el primer kindergarten público, anexado a la Escuela Normal N° 1 de Santiago. Al año siguiente se realiza el primer curso de “Maestras de Jardín Infantil”, al que asistieron profesoras normalistas. El recinto fue dirigido por la austriaca Leopoldina Maluschka, quien dedicó su esfuerzo a preparar personal para introducir en Chile un kindergarten fröebeliano.
“Es así como ella, a lo largo de su carrera de pedagoga y formadora de educadoras de párvulos, se transformó en una de las más destacadas impulsoras y promotoras del derecho a la Educación Parvularia en Chile como medio esencial para superar la pobreza, cuya labor también resaltó por crear y organizar el gremio de las maestras. La Educación Parvularia, inspirada en la corriente alemana, se arraigaba así en Chile de la mano del ideario de Fröebel y su paradigma, sustentado en la concepción de una educación que empieza desde el nacimiento, con enfoque de calidad en los contenidos para propiciar un trabajo activo de los párvulos, con respeto a la integralidad y características del desarrollo de los niños, con el juego como herramienta docente, en contacto directo con los padres en la tarea de formación de sus hijos”. (Los niños del 70, Ediciones de la Junji, Pg.134).
Jardines “nacionalizados”
En el año 1910, se consideraba que los jardines infantiles ya estaban “nacionalizados”, pues contaban con un programa educacional propio. Además, los cursos para maestras se habían extendido desde Tacna hasta Punta Arenas. Mientras tanto, Maluschka seguía trabajando y se preocupó particularmente por aportar a los sectores vulnerables, creando el primer Kindergarten Popular en 1911.
Más adelante, en 1925, a raíz de un trabajo de investigación, Aída Larraguibel Moreno –una alumna de la carrera de Inglés de la Universidad de Concepción–, conoció el enfoque del sistema Montessori y decidió profundizar en éste viajando a Buenos Aires donde conoció a su creadora y visitó establecimientos educacionales que ya habían incorporado el innovador método. A su regreso, trató de buscar oportunidades para aplicarlo en Chile, pero no fue mucha la repercusión que este método tuvo en el ámbito estatal. Su acogida se centró en establecimientos particulares, donde prosperó y adquirió prestigio. Mucho conocieron el enfoque y lo adoptaron, pero solo Aída Larraguibel trabajó en su aplicación permanente.
La Universidad de Chile
En el año 1944, La Universidad de Chile tomó el liderazgo en la educación de los niños menores de 6 años, creando la Escuela de Educadoras de Párvulos, que marcó la pauta en este campo. Con bases filosóficas, psicosociológicas y pedagógicas, esta universidad ofrecía al país un nuevo concepto de Educación Parvularia. Amanda Labarca fue la fundadora y directora de la escuela. La formación de las futuras educadoras de la Universidad de Chile, liderada por Labarca, se centró en dos focos: el conocimiento de sí mismas y el conocimiento del camino hacia una idea. Dichos principios eran también aplicados a las necesidades del párvulo a través de cursos de metodología, literatura infantil, nutrición y diferentes seminarios.
Para 1970, la educación de párvulos en Chile ya tenía su identidad propia. “Se inicia así el periodo fundamental en la universalización de los jardines infantiles. La promulgación de la ley que de manera oficial creaba la JUNJI, en abril de ese año, era el signo de que la infancia pasaba a constituirse en prioridad para Chile” (Los niños del 70, Ediciones de la Junji, Pg.143).
Muchas gracias por este valioso aporte