Entre los desafíos del siglo XXI, es importante visibilizar la diversidad de culturas presentes en un contexto escolar.
Desde que en Chile entró en vigencia la Ley de Inclusión Escolar No 20.845, se han desarrollado una serie de debates en torno a la admisión de los establecimientos, la eliminación del copago y la forma de evaluar los contenidos curriculares. Además, las escuelas han debido transformar la perspectiva de sus proyectos educacionales abandonando el paradigma de la exclusión social, para acoger la perspectiva de la universalidad de los Derechos Humanos.
En este sentido, son múltiples los desafíos que abre esta reforma educacional, porque altera las prioridades de las escuelas y establece como centro las necesidades de los estudiantes, de manera integral.
Ya no basta solo con pensar en cumplir con los contenidos curriculares, sino que cada vez toma mayor fuerza la formación valórica para una sana convivencia escolar. En tanto, dentro del actual contexto de pandemia – se ha hecho evidente la necesidad de que en las escuelas se preparen a los estudiantes para desarrollar habilidades socioemocionales.
Es en este contexto de desafíos de inicios del siglo XXI que la perspectiva antropológica de la interculturalidad toma sentido, para la construcción de la sociedad desde la educación formal. Esta perspectiva nos permite visibilizar la diversidad de culturas presentes en un contexto escolar determinado, además de analizar las relaciones que se entretejen entre una mayoría y una minoría determinada y fortalecer las relaciones entre estas partes, para crear una convivencia escolar de la diversidad.
La interculturalidad ofrece múltiples oportunidades
"En este sentido, la interculturalidad y la educación intercultural adquieren especial relevancia al desarrollar y fortalecer competencias y prácticas ciudadanas que posibilitan relacionarse con lo diverso de manera respetuosa, empática y simétrica, transformando el cómo se entiende al otro al otorgar valor y sentido a las distintas visiones de mundo, culturas y lenguas que conviven en un mismo territorio", se lee en el Programa de Educación Intercultural Bilingüe (2017) del Ministerio de Educación de Chile.
Esta perspectiva tiene su origen pedagógico en Europa durante los años 90, cuando la población de inmigrantes comenzó a aumentar aceleradamente. En América Latina, fue cuando los estados tomaron conciencia de la necesidad de crear políticas públicas que contribuyeran a preservar las culturas indígenas, que hasta entonces se habían visto presionadas por las demandas socioculturales de la modernidad.
Estas consideraciones no son menores, porque en la actualidad un 10% de la población en la región se reconoce como parte de algún pueblo indígena y son ellos quienes dan vida a más de 500 lenguas autóctonas.
En Chile, la interculturalidad se ha abordado durante las últimas dos décadas
Se ha trabajado desde una posición relacional y funcional, abocada principalmente a desarrollar una educación bilingüe, incorporando la lengua indígena en aquellos establecimientos que tengan más de un 20% de la matrícula perteneciente a algún pueblo indígena.
En primera instancia las demandas de una educación intercultural se focalizaron en establecer que los centros de educación formasen a los educandos en la lengua materna de su comunidad, luego en establecer una educación bilingüe y finalmente en modificar los contenidos curriculares, hacia una inclusión de los saberes, tradiciones, valores e historia indígena, concretado desde el 2010 bajo el Decreto Supremo de Educación N°280, que incluyó como sector de aprendizaje a la Lengua Indígena.
El decreto tiene el objetivo de que los estudiantes indígenas se puedan desenvolver con total libertad desde las dos sociedades a las que pertenecen. Así mismo, de manera gradual, ha ido tomando importancia esta perspectiva para referirse a las minorías étnico-culturales, afrodescendientes y migrantes que han ampliado el horizonte de la pedagogía hacia la diversidad.
Estos objetivos educativos van mucho más allá del contenido de las asignaturas
Se trata de la organización del sentido y la práctica de la cultura en la escuela y la vida en sociedad que trasciende el resultado esperado en las pruebas estandarizadas.
La enseñanza desde esta perspectiva se centra en el fortalecimiento de la identidad del estudiantado y formar niños/as con una identidad cultural clara implica formar niños/as seguros emocionalmente de sí mismos, que se sientan orgullosos de ser quiénes son. Cuestión que constituye un principio funda- mental de la ley de inclusión.
En este artículo el acento está puesto en la diversidad étnica o nacional que pueda haber en un contexto educativo. Sin embargo, la perspectiva intercultural ofrece una mirada mucho más profunda donde la atención también pasa por otras variables a considerar como el respeto a la igualdad de género, diversidad sexual, discapacidad, pluralidad de credos religiosos y distintas culturas urbanas que puedan estar presentes en un mismo establecimiento.
La ley de inclusión no es suficiente
Si la ley solo se centra en la regulación de la admisión sin discriminación de los estudiantes, nunca será suficiente. También depende de la capacidad que posea cada establecimiento de construir una trayectoria educativa inclusiva y feliz para cada uno de ellos/as.
En la medida que se fortalezcan las relaciones sociales en base al respeto irrestricto por el otro/a se potenciarán las posibilidades de enseñanza-aprendizaje y la formación de una ciudadanía preparada para convivir en la diversidad.
En nuestro colegio los desafíos están presentes
El Departamento de Historia realizó una encuesta para identificar la cantidad de estudiantes que pertenecen a algún pueblo indígena y 116 de ellos afirmaron pertenecer al pueblo mapuche, 3 al aimara, 2 al quechua y 1 al chibcha. Si bien falta corroborar esta información de manera meticulosa, es un punto de partida para reconocer su existencia en nuestro colegio y tener la certeza de que la diversidad es parte de nuestra comunidad.
Ahora, el siguiente paso para nuestra comunidad es responder: ¿cómo contribuiremos a reconocer y fortalecer la identidad cultural de estos estudiantes?
Camila Jiménez Hernández es Profesora de Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Lleva ejerciendo 6 años como docente y sus temas de interés en investigación se vinculan con los estudios de género e interculturalidad. Actualmente es docente en el Complejo Educacional Maipú, ubicado en Santiago de Chile.
El artículo original fue publicado en la Revista Educando, gestionada y publicada por los docentes del Complejo Educacional Maipú, Anexo Rinconada
Me encantó la publicación, que bueno que se investigue en esta Área y se reconozca a quienes pertenecen a pueblos originarios. Cuando lo vi en el colegio era como algo antiguo, desde hace años. No nos enseñan que están entre nosotros los descendientes de esos pueblos. Quizás cuantas compañeras eran mapuche o de otra etnia y no tenía idea. Ojalá esta intención se replique en otros colegios y se aprenda su/nuestra lengua antes que lenguas extranjeras.
Enseño que la inclusion es “no dejar a nadie fuera” “Que nadie quede fuera” Esta idea ayuda mucho a las niñas a comprender la tolerancia, el respeto y la participación…La palabra incluir es discriminatoria….