Si aprendí algo durante las clases en pandemia, es la importancia de conectar con las emociones de los estudiantes. Por eso, considero más importante transformar historias que usar la última herramienta tecnológica.
Estamos en la recta final del año 2021, momento ideal para reflexionar sobre cada proceso realizado durante el año escolar. Por ello, en esta oportunidad trataré de compartir algunos aprendizajes que me tomaron gratamente por sorpresa mientras impartí clases en este tiempo de pandemia.
En un contexto general, donde en la mayoría de los establecimientos educacionales estuvieron en un proceso de transición paulatino –según cada situación sanitaria– los docentes poco a poco volvieron a las aulas y muchos se enfrentaron a las clases híbridas. Esto dificultó el desarrollo de las clases y sus dinámicas naturales, porque el docente debió desenvolverse en un espacio presencial y virtual, al mismo tiempo que buscó despertar el interés de los estudiantes.
Probablemente, en la gran mayoría de clases híbridas, los estudiantes estuvieron con sus cámaras apagadas mientras el/la docente brindó sus clases expositivamente; preguntando cada cierto momento, si hay dudas o comentarios al respecto. Si es así, no se sienta mal colega. Todos pasamos por eso.
Apostar por lo tecnológico o por las conexiones humanas, el gran dilema
Algunos con herramientas tecnológicas, plataformas educativas o juegos virtuales trataron de dinamizar sus clases, para lograr romper con la monotonía y despertar interés y participación de los estudiantes. Bajo la lógica que si es tecnológico, niñas y niños van a estar interesados/as. Una estrategia que a veces funciona y otras, todo lo contrario. Por la verdad, el dinamismo no depende de las innovaciones tecnológicas, sino del contenido y profundidad con el que se aborda.
En nuestra cotidianidad, donde estamos sumergidos 24/7 en la tecnología y sus avances, el interactuar con más herramientas tecnológicas para impartir contenidos, probablemente no sea la diferencia que esperamos. Frente a este contexto, un tesoro encontrado fue el de las historias, relatos, narrativas o cuentos al interior de las salas de clases. Un concepto también conocido como: storytelling.
El conectar nuestras experiencias personales con las emociones de los estudiantes es una oportunidad única para imaginar y escaparse por un momento de la cotidianidad de las clases. Ya sea una relato personal o una curiosidad extraída de un libro, son insumos que el docente pueda utilizar, para crear un relato atractivo y transformar contenidos monótonos en historias inolvidables para ellos.
¿Lo mejor de esta herramienta? Que es inmune a los espacios virtuales o presenciales, porque si la historia contada es atractiva, despertará el interés en cualquiera que la esté escuchando. Aquí no importan las herramientas tecnológicas, sino la capacidad del docente de generar un vínculo emocional con sus estudiantes a través de sus palabras.
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