Según la profesora de matemática, Cecilia Flores, la idea de integrar a las familias en las salas de clase del Liceo República de Brasil partió como un sueño; el sueño de imaginar una escuela cada vez mejor.
El martes 19 de junio en la mañana, las mesas de la sala del 5º en el Liceo República de Brasil (Santiago, Chile), estaban dispuestas de una forma diferente. Los pupitres no apuntaban hacia la pizarra, estaban unidos y formaban en total, seis mesas compartidas por cinco o seis estudiantes que estaban listos para su clase de matemática con la profesora Cecilia Flores. Ella no estaba sola… seis personas más apoyaban a Cecilia en su labor, entre esas, una practicante, una profesora de educación diferencial (especialista que hace parte del programa de integración de la escuela) y cuatro mamás voluntarias que a lo largo de toda la clase estuvieron apoyando a los niños con los ejercicios matemáticos que debían realizar. Cada mamá empezaba en una mesa y después de un tiempo, Cecilia decía enérgicamente: “¡cambio!”. Entonces, los estudiantes permanecían en sus puestos mientras que las mamás cambiaban de lugar para apoyar a otro grupo de alumnos diferente. Cada “cambio” correspondía a una guía de trabajo diferente que los niños debían resolver de forma individual, pero con el apoyo de sus compañeros y de los adultos allí presentes.
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Mientras tanto, la profesora daba vueltas por la sala, apoyando a todos quienes la necesitaban.
Cecilia nos cuenta que la actividad se llama “Grupos Interactivos” y hace parte de un proyecto más grande llamado Comunidades de Aprendizaje. La implementación de éste empezó en 2015 y hoy, Cecilia (quien es profesora en la escuela hace 34 años), lo lidera. Comunidades de Aprendizaje es un proyecto de Focus que involucra a las familias y voluntarios en las decisiones y actividades que se realizan al interior de las escuelas. El proyecto, que se está implementando en distintos rincones de América Latina, busca fortalecer la convivencia y mejorar tantos los aprendizajes de los estudiantes como los resultados de la escuela. El proyecto se basa en siete prácticas educativas avaladas por la comunidad científica internacional. Estas son: la Participación Educativa de la Comunidad, las Tertulias Dialógicas Literarias, la Formación Dialógica del Profesorado, la Formación de Familiares, el Modelo Dialógico de Resolución de Conflictos, la Biblioteca Tutorizada y los Grupos Interactivos, aquellos que Cecilia realiza muy a menudo en su sala de clase.
Elige Educar/Cecilia
Implementar el proyecto, explica Cecilia, ha sido un proceso lleno de desafíos. Algunos de éstos son la mejora de los resultados y el esfuerzo por motivar a las familias para que participen.
Pero si bien no ha sido simple, se está logrando paso a paso. Según cuenta la profesora, todo partió como un sueño, el sueño de imaginar una escuela cada vez mejor y en los años que lleva el proyecto, las cosas se han estado moviendo. Cada vez son más los padres que se animan a ser parte de una iniciativa que los integra por completo. “Los apoderados que vienen les gusta y también les gustaría venir más”, explica la profesora. De hecho, esas familias que hoy se integran en actividades como los Grupos Interactivos, se esfuerzan por lograr que cada vez más familias se involucren de manera voluntaria en los aprendizajes de todos los estudiantes de la escuela, no sólo en los de sus hijos. Esto sucede porque los papás y mamás que son partícipes de esto, no sólo están presentes en las clases de sus hijos, también apoyan los procesos en otras aulas y niveles educativos. “Los apoderados no vienen sólo por sus hijos, vienen por todos los niños”, cuenta Cecilia. Mínimo una vez a la semana, las familias del Liceo República de Brasil apoyan a docentes que como Cecilia, abren las puertas de su sala para que sus alumnos puedan aprender de una manera diferente. Les sirve a los niños y les sirve a ellos, quienes si bien se sienten nerviosos al principio, se adaptan rápidamente.
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“Cumplo un sueño frustrado, me gustaría haber sido profesora, así que me encanta participar porque me siento profesora por un día”, dice María Eliana Barros, una de las mamás que estaba presente en la clase de Cecilia.
María Eliana, al igual que otras madres como Carolina Retamal y Alejandra Castro, reconocen el impacto de este tipo de actividades, no sólo porque les permite entender cómo están aprendiendo matemática los niños, sino porque valoran la forma como se apoyan entre ellos en actividades donde todos son protagonistas. “Son como mini profesores”, explica María Eliana y esto le encanta, pues como ex-alumna del colegio, recibió una educación muy diferente. Esta forma de enseñar, afirma María Eliana, es necesaria y responde a los cambios que que estamos enfrentando como sociedad. Cecilia está totalmente de acuerdo con esto y además rescata tres puntos claves de dinámicas como estas: lo primero es que los niños aceptan a las familias en sus procesos de aprendizaje, lo segundo es que ellos aprenden de sus pares pues están interactuando de forma constante y lo tercero es que ellos, como docentes, tienen la opción de crear relaciones diferentes con los padres, “una relación basada en el respeto, en la comunicación y en el apoyo”, dice Cecilia. Además, para mamás como Carolina Retamal, estar en la sala de clase es otra forma de reconocer la importante labor que realizan los profesores a diario. “Siempre he valorado mucho la pedagogía, no es una profesión fácil, es vocación, entonce para mi, estar ahí, es confirmar lo que ya se acerca de esta labor”.
Elige Educar/ Carolina (Izquierda) y María Eliana (Derecha)
Uno de los principales objetivos de Comunidades de Aprendizaje es mejorar los resultados académicos de la escuela y Cecilia es muy consciente de esto.
Sin embargo, se centra también en rescatar otros aspectos claves de este proyecto que hoy lidera. La profesora afirma que se han visto mejores resultados y que aún falta mucho para seguir avanzando en este sentido, pero lo mejor de los Grupos Interactivos y otras estrategias de Comunidades de Aprendizaje, es la mejora en las relaciones sociales y los cambios con respecto a cómo se enfrentan los niños al aprendizaje. Al trabajar en estas mesas de trabajo en conjunto con sus pares y las familias, la cotidianidad es diferente. Los niños no están mirando hacia la pizarra, están en mesas compartidas, hacen ejercicios cortos y Cecilia siempre intenta incluir algún elemento más lúdico como un dominó o la calculadora. Si los estudiantes realizan, por ejemplo, 6 hojas de trabajo a lo largo de la clase, ella pregunta, al finalizar la sesión, cuál de todos fue el ejercicio más simple y por qué. De esta forma le da voz a sus alumnos y rescata desafíos para las siguientes sesiones.
En los Grupos Interactivos, ellos siempre son el centro y deben encontrar la manera, no sólo de resolver los ejercicios, sino de apoyar a los demás, de ser solidarios, de explicarle al otro y de trabajar de la mano con sus pares y con las madres o padres allí presentes. En una comunidad donde muchos de los estudiantes son migrantes, estas relaciones que se construyen al interior del aula son vitales, pues están basadas en el respeto hacia el otro, en la interculturalidad y en la integración de todas y cada una de las partes del proceso de enseñanza-aprendizaje.
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“Aprender del otro”, dice Cecilia, “te hace vivir la vida de una manera diferente” y esto es quizás lo más relevante de las Comunidades de Aprendizaje.
La profesora dice que más allá de los resultados o logros académicos, lo que más les interesa es formar “mejores personas”. Personas que saben trabajar en equipo, personas que son solidarias, inclusivas y personas que valoran al otro sin importar las diferencias. Esto lo están logrando al generar espacios diferentes e integrando no sólo a los niños, sino a los padres quienes en este espacio también se convierten en protagonistas. “Ojalá muchos colegios pudieran optar por comunidades de aprendizaje”, explica Cecilia, pues hacerlo, es el primer paso hacia una educación que marca la diferencia.
Elige Educar/Cecilia y sus estudiantes
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