Nicolás Vargas y Marco Antonio Díaz son los encargados de realizar este taller que se extiende durante 12 sesiones por semestre, con el que buscan que todos los niños y niñas del Trewhela’s School en Chicureo trabajar una educación integral desde el movimiento.
“¡Este parkour es muy difícil, pero es muy divertido!”, dice un niño mientras hace equilibrio entre unos bloques de madera. “¡Mira cómo hago equilibrio, lo logré!”, grita una niña al caminar por un banco. Esto pasa un viernes en la mañana en una sala del colegio Trewhela’s School en Chicureo, una localidad a las afueras de Santiago de Chile. Una sala que antes era una biblioteca y ahora tiene un piso de goma eva y está llena de aros, conos, pelotas, globos, barras, túneles, bloques de goma y madera. ¡Y muchos colores! Todo con la finalidad de trabajar la psicomotricidad.
Los profesores de educación física Nicolás Vargas y Marco Antonio Díaz son los encargados de trabajar, con los niños y niñas entre 3 y 6 años, cada una de las actividades que tienen como finalidad nivelar a los estudiantes del establecimiento en todos los aspectos motores y emocionales, de una forma integral desde la psicomotricidad. Lo logran con 12 sesiones en un semestre, en las que sacan de las salas de clases a aquellos que tras una evaluación no resultaron con el óptimo nivel de equilibrio, coordinación, conocimiento de su cuerpo o integración en comparación con los compañeros.
“La psicomotricidad es importante por el desarrollo cognitivo que se adquiere entre los 3 y los 6 años, es una etapa ¡muy! importante, es una etapa neuronal clave, porque es cuando la sinapsis es mucho más rápida y hay que trabajarla desde el movimiento”, explica Marco Antonio.
Por eso, este Taller de Psicomotricidad -en el que cada sesión suele durar 45 minutos- para Marco Antonio y Nicolás es importante observar previamente el estado de ánimo de niños y niñas antes de empezar a trabajar, aunque cada clase ya esté planificada. “En estos talleres también se busca potenciar el trabajo en grupo, el respeto, el control del cuerpo, seguir instrucciones, de eso también se trata la psicomotricidad. Generalmente los niños que vienen tienen alguna dificultad, como por ejemplo, que no tienen control de su cuerpo. Por eso no toca adecuarnos a ellos. Por ejemplo, si llegan muy inquietos, hay que trabajar algo más tranquilo”, cuenta Nicolás.
Un trabajo en equipo a través del emo
Para Nicolás y Marco Antonio este trabajo debe continuar más allá de las sesiones del taller. Por eso, algunos trabajos de motricidad lo realizan las educadoras dentro de las salas de clases. También es clave el trabajo de los padres fuera del colegio. “Nuestra principal invitación es que jueguen con sus hijos, cualquier juego, que saquen el tiempo para jugar. El sedentarismo no es bueno para un niño. Lanzando una pelota o corriendo; con cualquier juego que requiera actividad física se adquieren otras habilidades”, dice Marco Antonio.
Con esa intención, este proyecto del Taller de Psicomotricidad que empezó en el Trewhela’s School de Providencia en el año 1992 y que se implementó en la sede de Chicureo desde 2012, espera evolucionar convirtiéndose en la necesidad central de los niños y niñas del establecimiento. “Lo ideal para nosotros es que las clases de educación física sean clases de psicomotricidad, porque este es un trabajo mucho más integral”, considera Nicolás.
También sería ideal extender el trabajo psicomotor a todas las edades. “La verdad, esto es algo que se debe trabajar siempre”, dice Marco Antonio. Porque en algo que insisten ambos es en la importancia de entender que el movimiento es la base del desarrollo de todo niño y niña, porque construye conexiones neuronales.
Por esa razón, en la sala de Nicolás y Marco Antonio hay aros, con los que se trabajan principalmente temas de espacios. “El estar adentro o afuera. También sirve para que el niño ingrese, pase por debajo o que se imagine que está manejando un auto. Fomentar la imaginación de los niños es importante en este taller”, explica Marco Antonio. También hay barras, para trabajar los multisaltos o pasar por debajo. Las bancas, para hacer equilibrio. Un mini trampolín, para rebotar. Túneles, para que gateen. Rompecabezas de goma eva, para que ellos puedan construir y aprender. Globos, para que trabajen en no dejarlo caer la piso. Y muchos elementos más para que todas muevan su cuerpo.
“La clave es que todo sea muy colorido, eso les llama mucho la atención y ayuda a que cognitivamente estén más alerta. Y la razón por la que este piso es goma eva, es para que ellos estén sin zapatillas ni calcetines y puedan experimentar texturas. Y por eso tenemos también gomitas con diversas texturas. También es importante el espejo en la sala, es para que ellos se puedan ver y ver lo que están ejecutando, es parte de entender el cuerpo”. explica Nicolás.
“¡Me agarro el pie!”, exclama sorprendido un niño al terminar una de las sesiones del Taller de Psicomotricidad y Marco Antonio y Nicolás sonríen, quizá porque ya ven parte del avance y de la importancia del movimiento, de conocerse. De lo que ellos llaman desarrollo integral.
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