Estudiantes y profesores preparan el suelo, plantan, trasplantan y cosechan en un huerto educativo. Un gran trabajo de valoración que lidera el profesor Cristian Cofré.
Antonio Cristian Cofré Mardones es un docente de Ciencias Naturales que trabaja en el Liceo Bicentenario de Excelencia Técnico Profesional People Help People. Se encuentra ubicado en la comuna de Panguipulli, al sur de Chile, donde hay un profundo vínculo por lo ancestral y por la cultura Mapuche.
La intención de visibilizar el trabajo y la producción local y el hecho de que un gran porcentaje de estudiantes pertenece al territorio –y sus familias se sostienen a través del trabajo rural–, fueron los factores que llevaron al docente a crear el proyecto Huertos Compartidos, que desde 2021 busca generar instancias de aprendizaje con una mirada gastronómica y agronómica.
La idea es traer de vuelta a la educación formal el conocimiento ancestral, para generar un vínculo estrecho con las huerteras de la zona, y por consiguiente, con la comunidad mapuche del territorio. El proyecto está destinado a estudiantes de tercero y cuarto medio, con la intención de desarrollar en ellos la necesidad de pertenencia, el volver al saber ancestral y a los cuidados de la tierra.
Siembra, preparación, cultivo y cuidado, la clave de Huertos Compartidos
La metodología –para la actividad agropecuaria– bajo la cual se desarrolla este proyecto, consta de un problema planteado a los alumnos, la cual debe ser resuelta. Por ejemplo: ¿Es necesario plantar los almácigos que tiene preparada la huertera en un sector determinado que no está en condiciones? Luego, en la actividad gastronómica, deben cocinar con los productos del propio huerto.
La idea de Cristian es que al entender procesos de preparación, cuidado y cultivo, la capacidad indagatoria de los estudiantes se vea potenciada. El proyecto los sitúa en su territorio para resolver problemáticas, trabajando la economía circular y desarrollando el pensamiento crítico y reflexivo.
El proyecto pretende promover que los alumnos sean conscientes de su entorno
La reflexión es un punto muy importante del proyecto, ya que motiva a que los estudiantes se den cuenta de la importancia de cómo se alimenta su cuerpo y el valor agregado que tiene saborear algo que ha sido preparado, cultivado y cuidado con tanto tiempo y dedicación.
“Existe un problema en torno al estudiantado, asociada a la débil valoración que tienen los alumnos respecto de su propio territorio y los productos con alto valor gastronómico que se generan en él”, indicó el docente.
De esta manera, Huertos Compartidos considera aspectos más didácticos y derriba paradigmas respecto a cómo aprenden los estudiantes y cómo se puede planificar una experiencia de aprendizaje entretenida, novedosa y potente.
“La heterogeneidad de los participantes nos permite compartir experiencias entre las especialidades: gastronomía de Panguipulli y agropecuaria de Pullinque, por lo que siempre al inicio de la experiencia educativa hay un espacio para conocernos”, explicó el docente.
Los docentes que se incorporan en la actividad son como otro alumno más
El fuerte trabajo colaborativo y horizontal entre estudiante y docentes, permitió transformar la relación pedagógica tradicional del establecimiento.Por otra parte, en el centro de la actividad de la huerta se rescatan los conocimientos transmitidos de generación en generación, por encima de los conocimientos técnicos.
Por eso, en Huertos Compartidos los tutores gastronómicos y agropecuarios enaltecen la relación entre los conocimientos ancestrales en las actividades, que se desarrollan con los estudiantes.
En la actividad gastronómica cada participante debe cocinar con los productos del huerto
“Hemos denominado a cada actividad considerando los siguientes conceptos: suelo, siembra, emergiendo, control sanitario y cosecha”, indicó Cristian. Lo anterior entrega un valor gastronómico muy potente a la preparación, finalizando con una reflexión acerca del pensar sobre el comer. Cada una de estas actividades tiene una duración aproximada de 3 horas y para el desarrollo del proyecto está pensado la ejecución de al menos 5 de estas actividades. Cada una con una relación estrecha con los procesos al interior de un huerto.
“Es así como hemos denominado a cada actividad considerando los siguientes conceptos: suelo, siembra, emergiendo, control sanitario y cosecha”, indicó el docente líder del proyecto.
Además, el proyecto invitó a realizar un recorrido por 6 sectores distintos de la zona, donde estudiantes y docentes encontraron una variedad de suelos y productos de cultivo. Esas actividades le permitieron establecer un fuerte vínculo no solo con las huerteras, sino con el territorio de Panguipulli, puesto que dependiendo de la zona, estudiantes y docentes se encontraron con climas, suelos y cultivos diversos.
¡Una mezcla perfecta de saberes ancestrales y técnicos! Por esto y mucho más, Huertos Compartidos es uno de los proyectos finalistas al premio Elige Innovar 2021.
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