Hilda Carrera es profesora de biología y química en un colegio de mujeres de Punta Arenas, una de las ciudades más australes del mundo. Desde hace 16 años ha cautivado a sus alumnas con la ciencia, alcanzando logros extraordinarios desde muchos rincones extremos del planeta.
Hilda Carrera ha estado en lugares como Kangerlussuaq, en Groenlandia. Ha visitado el Polo Norte y también conoce la Antártica. Sus alumnas la han visto recoger muestras en impresionantes glaciares, y otros estudiantes, de países como Dinamarca y Estados Unidos, han tenido la oportunidad de tenerla como profesora. Ella ha podido visitar lugares del mundo geográficamente inalcanzables para muchos, ha hecho un puente de unión entre los dos extremos del globo terráqueo y lo ha logrado siendo profesora. De hecho, todos sus logros como científica, están atados a sus logros como docente de Biología y Química del Liceo María Auxiliador, un colegio ubicado Punta Arenas –Chile–, una de las ciudades más australes del mundo. Allí ha hecho clases por más de 15 años y como maestra científica, se ha dedicado a enseñar sólo a mujeres.
Hilda se formó en la Universidad de Concepción y su primera incursión en el mundo de la educación fue en este liceo de la Región de Magallanes.
Pero su carrera partió antes de llegar al aula. Cuando estaba en la universidad, participó en un proyecto –que también fue su tesis–, llamado Educación Interactiva. Este consistió en hacer clases en diversos colegios de Chile, recorriendo lugares muy extremos del país y utilizando materiales que ella diseñó en conjunto con otros futuros profesores. “Ahí fue donde yo empecé a ver la realidad de los distintos establecimientos y el cómo se estaba enseñando la ciencia en dichos contextos. Entonces entendí la necesidad de impulsar un cambio, porque sentía que la ciencia no estaba trabajándose de la manera más adecuada, y tampoco se estaba enseñando de la forma más motivante para los estudiantes”, cuenta Hilda. Esa experiencia marcó un hito en su carrera, marcó el camino en su forma de enseñar y le dio el impuslo necesario para pensar en metodologías perfectas para potenciar capacidades y fomentar el amor por la ciencia.
“Mis clases son prácticas. Siempre combino la teoría con laboratorio y me he centrado en fomentar mucho la investigación científica escolar”, comenta la profesora.
De hecho, la investigación ha sido la puerta de entrada a muchas ferias científicas en las que, junto a sus alumnas, ha sido reconocida. Entre esas están la la Intel Isef –Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería de Intel, y la FAE –Feria Antártica Escolar–. Ser ganadora en esta última la llevó a la Antártica junto a sus alumnas. Además, justamente por su trayectoria, la INACH –Instituto Antártico Chileno– la invitó a postular a la pasantía que le permitió llegar a Groenlandia. “Estar allá implicó un mes de trabajo con estudiantes de la isla, de Dinamarca y Estados Unidos. Como profesora también estuve realizando clases en Kangerlussuaq; específicamente, mostrando el trabajo que realicé acá en estudios escolares en la Antártica. Y durante una semana también estuve en la base científica Summit Camp en el Polo Norte, haciendo trabajo científico escolar”, afirma la profesora.
Hilda ha llegado lejos, pero eso no lo ha distanciado de la sala de clase… todo lo contrario.
Sus experiencias se siguen sumando a la lista de razones por las cuales eligió y volvería a elegir la pedagogía. Y una de esas razones es justamente su pasión por la ciencia y la necesidad de enseñar esta materia de una manera diferente, sobre todo, en un contexto 100% femenino. “La pasión que tengo por la ciencia es la misma que quiero traspasar a mis alumnas, pues son ellas las que efectivamente van a tener que impulsar los cambios para el mundo”, afirma Hilda. “Muchos preguntan por qué no me quedé en una carrera como bioquímica… pero yo siento que la ciencia no debe ser trabajada sólo en un laboratorio, y tampoco debe centrarse únicamente en la publicación de papers; la ciencia tiene que partir de una base y la base es generar conciencia científica en los estudiantes. Sólo así generamos los cambios. El adulto ya está formado, aquí es donde hay que hacer el trabajo”, agrega.
De los polos a la sala de clase, y de la sala de clase a la universidad. Hilda Carrera ataca hoy todos los frentes para cumplir su objetivo.
Actualmente, además de estar en el liceo, trabaja en la Universidad de Magallanes, donde forma a los futuros profesores en indagación científica. La profesora está encargada de la Unidad de Recursos Pedagógicos de ICEC, un programa de innovación que se implementa en 13 universidades del país y que busca mejorar la calidad de la educación en ciencias. ICEC reúne a tres niveles educativos para reflexionar sobre la ciencia y su enseñanza permitiendo a educadores infantiles y docentes tomar un rol protagónico para asumir los desafíos de la educación en ciencias de la región.
Hilda también dirige Comunidades de Aprendizajes de Punta Arenas, con un grupo diverso de profesores que están intercambiando experiencias pedagógicas a través del trabajo colaborativo. Además es mentora de otros profesores y se está formando en este aspecto para acompañar a los docentes en estrategias que puedan nutrir su trabajo en las salas de clase. “Yo soy una profesora de aula, tengo 40 horas de trabajo en terreno, entonces, todo lo que transmito a los profesores lo he probado antes. Estar en la sala me ha permitido entender si algo funciona o no y creo que esto es significativo para los profesores con los que trabajo”, explica la profesora.
Desde sus inicios, esta profesora no ha dejado de perfeccionarse. Y esto, dice ella, le ha permitido formarse como una buena profesora, nutriendo sus prácticas, tanto en el aula como en la universidad.
A su formación y empeño se suma su rol como mujer en una escuela femenina, el cual ha sido determinante en la vida de muchas de sus alumnas que incluso han elegido ser profesoras o científicas. “Algunas de las cosas que intento fomentar son las grandes capacidades y fortalezas que tenemos como mujeres, e incluso como madres, pues somos nosotros las que generamos vida y la biología es vida. ¿Y por qué hablar de todo esto? “Porque mi rol no sólo es explicarles la materia a las niñas, sino también darle significado”. Hilda lo ha hecho… le ha dado significado a su materia, a su profesión, ha trabajado detonando la motivación y además, compartiendo su propia vida, convirtiéndose así en una inspiración para ellas y en la prueba viviente de que los sueños sí se alcanzan.
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