Una experta comparte descansos cerebrales y prácticas de atención que pueden ayudar a los estudiantes a lidiar con el estrés y enfocarse en el aprendizaje.
La Dra. Lori Desautles, asegura en un artículo publicado en Edutopia, que la adversidad y otros de estrés son parte de la biología humana. Muchos de estos están presentes en las salas de clase, cambian la forma cómo los estudiantes aprenden y en ese sentido, es responsabilidad de los profesores atender esos problemas y preparar el cerebro de los estudiantes para que el aprendizaje suceda. Esto significa, añade Lori, entender en profundidad cómo se desarrolla el cerebro y cómo éste responde a ciertas situaciones. Además es importante analizar cómo las relaciones y otras estrategias que promueven una regulación emocional, pueden afectar de manera positiva la salud, física, cognitiva y emocional de los estudiantes.
Basada en esto, Lori, (quien durante muchos años enseñó a niños y jóvenes a lidiar con desafíos emocionales y además trabajó como consultora de comportamiento en la unidad psiquiátrica adolescente del Methodist Hospital en Indianápolis), comparte algunas prácticas sencillas que además de responder de manera positiva al estrés en la zona del cerebro límbico, atienden sistemas sensoriales y motores en el área del tallo cerebral (aquellos que se ven comprometidos por un estrés crónico que reprograma neuro-biológicamente la forma como un niño o adolescente responde a la adversidad). Dichas prácticas las divide en dos áreas: “Descanso cerebral” y “Prácticas de enfoque de atención”:
El descanso cerebral estimula muchas áreas del cerebro que se enfocan en la curiosidad y en prestar atención, regulando así, las emociones. Para esto, Lori sugiere los siguientes ejercicios:
1. Hablar chistoso: los estudiantes tendrán que tocar ligeramente el paladar con la lengua. Luego deben hablar. Todos juntos podrán cantar una canción o el profesor también podrá modelar el discurso de la clase.
2. Estirar la lengua: con las manos limpias o un pañuelo, pide a tus estudiantes que estiren su lengua lo que más puedan. Esto relaja la garganta, la paleta, el cuello y el tallo cerebral.
3. Tararear: escojan una canción para tararear o haz que tus estudiantes muevan los brazos y las piernas mientras que alguien tararea. Esto libera el estrés y los bloqueos del tallo cerebral.
4. Garabatos con ambas manos: pide a tus estudiante que usen dos marcadores. Uno en cada mano y cada uno de diferente color. Al ritmo de la música, tendrán que dibujar o garabatear con las dos manos al mismo tiempo. Cuando terminen, vean si los dibujos tiene un aspecto familiar o extraño. Haz que los niños compartan sus trabajos con toda la clase.
5. Las dos manos: tus estudiantes tendrán que escribir su palabra preferida cuatro veces con su mano dominante. Luego repetirán la acción con la otra mano. Después tendrán que discutir cómo se sintió, qué fue más difícil, por qué, y qué pasó en sus cerebros cuando usaron la mano no dominante.
La prácticas de enfoque de atención calman el estrés, estimulan la atención sostenida y regulan las emociones. “Un cerebro calmado y regulado, es un cerebro listo para aprender”, dice Lori. Para esto, ella sugiere estas actividades:
1. Cubo de hielo: dale a cada uno de tus estudiantes un cubo de hielo y una toalla de papel o servilleta. Mientras sostienen el hielo, pídeles que se enfoquen en analizar qué sienten en sus manos y en qué sensaciones piensan. Mira si pueden estar quietos hasta que el hielo se derrita.
2. Respirar profundo: haz que tus estudiantes estrechen los dedos de sus pies y crucen las piernas por los tobillos. Después tendrán que cruzar el brazo izquierdo sobre el brazo derecho, juntar sus manos, mantenerlas así y llevarlas hacia el pecho. Pídeles que sostengan esta postura durante 30 segundos mientras hacen cinco respiraciones profundas. En otros 30 segundos volverán a una posición normal. ¿Qué sintieron después de esto?
3. ¿Y qué?: pide a tus alumnos que cierren sus ojos y se sienten en sus sillas de una forma erguida. Una vez hecho esto, tendrán que visualizar una especie de hilo dorado que conecta el corazón con el estómago. Mientras inhalan un impulso del hilo viaja desde el estómago hasta el corazón y mientras exhalan, un impulso del hilo viaja del corazón de vuelta al estómago. Frente a cada pensamiento negativo que aparezca, dile a tus estudiantes que digan “¿Y qué?”
4. Sensación corporal: para empezar el día, dile a tus estudiantes que compartan cómo se sienten sus cuerpos, a través de una imagen o frases como: relajado/calmado/en paz, o fríos/tibio/caliente… Cuando los estudiantes pueden identificar esas sensaciones, pueden empezar a identificar dónde se esconden ciertos sentimientos negativos. Algunas preguntas que se pueden hacer son: ¿qué estás sintiendo?, ¿en qué parte de tu cuerpo?, ¿por qué crees que sientes eso?, ¿puedes dibujar dónde o cómo se siente esa sensación?
¿Qué estrategia aplicarías con tus estudiantes?
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