Las circunstancias nos han llevado a repensar las bases de nuestra sociedad. Por eso, se hace necesario recordar que educar es la tarea social más importante.
La escasa matrícula nueva en las carreras de pedagogía comentada en su editorial del pasado domingo es una manifestación del poco atractivo que presenta la carrera de profesor en nuestro país. Nadie duda de su importancia social ni de la satisfacción misma de enseñar, pero hoy los jóvenes están bien informados de las condiciones laborales y saben que el profesor pasa muchas horas frente a demasiados alumnos, sin espacios para pensar, preparar sus clases o corregir las pruebas que tiene por delante, y con una retribución económica inadecuada.
La escasez de docentes que esta situación provoca, expuesta crudamente por el reciente estudio de Elige Educar que la editorial destaca, no es un fenómeno nuevo. Ya en 2003 una publicación sobre profesores en ciencias delataba una patente escasez y que menos de la mitad (48%) de los docentes que exponían el ramo de física, por ejemplo, eran idóneos, es decir, se habían formado en la especialidad para enseñarla.
La falta de atención que por décadas ha recibido la actividad de profesor se debe en parte a que es muy caro para el estado corregir sus deficiencias, e implica un proceso lento cuyos tiempos superan los ciclos electorales de quienes hacen política pública. Hoy que las circunstancias nos han llevado a repensar las bases de nuestra sociedad se hace necesario recordar que educar es la tarea social más importante y que es hora de situar la actividad en ese lugar prioritario que le corresponde.
Francisco Claro, es ex Decano de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile y co-fundador de Elige Educar. El texto fue publicado originalmente como Carta al Director en el diario La Tercera, el 24 de marzo de 2021.
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