¿Por qué nos sorprende tanto que un estudiante con puntaje nacional opte por pedagogía? ¿La profesión docente no merece a los mejores candidatos?
Franco Hontavilla es el nombre del estudiante de ingeniería y dos veces puntaje nacional, que este martes se tomó las redes sociales y conmocionó al país tras anunciar que postularía a Pedagogía en Matemática.
Corría el año 2009, cuando obtuvo por primera vez puntaje nacional en la Prueba de Selección Universitaria (PSU). Ese año le recomendaron que “aprovechara el puntaje” y se decidió por estudiar ingeniería, pese a que su vocación iba por otro lado. Este año repitió nuevamente la hazaña, pero ahora para seguir su vocación: ser profesor.
Sin buscarlo, Hontavilla se convirtió en el valiente joven chileno que – inspirado por su profesora – decidió estudiar pedagogía incluso después de haber optado por una de las carreras más valorada socialmente y mejor remunerada, y haber estudiado en una de las universidad más prestigiosas de Chile y Latinoamérica.
La historia de Franco conmueve y llena de esperanza. Es un ejemplo de lo que aspiramos como país: que las personas con mayor vocación y mejor rendimiento de cada generación sean los tengan en sus manos la educación de niños, niñas y jóvenes.
A ojos de algunos, la decisión de este joven puede parecer equivocada pero es todo lo contrario. Es precisamente lo que sucede en países que destacan en el ámbito educativo. Ellos reconocen la importancia del rol docente y saben que los profesores son el factor intraescuela más importante cuando hablamos de calidad y equidad educativa.
Como país nos acercaremos a esta realidad, no cuando tengamos más casos como el de Franco, sino cuando este tipo de noticias dejen de sorprendernos.
¡Que nunca más nos sorprenda que un estudiante talentoso y con vocación opte por pedagogía! Cuando dejemos de hacerlo, habremos dado un gran paso como sociedad.
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