Sin duda, la profesión docente requiere adecuaciones y apoyos sustanciales para avanzar hacia la educación del Chile que viene.
Hace unos años, la profesora de Angol Nadia Valenzuela conoció al astronauta Takao Doi, quien le informó que la NASA estaba donando unos instrumentos para hacer experimentos en microgravedad. Fue así como su escuela se convirtió en uno de los 50 establecimientos en el mundo en recibir un clinostato, que le permitió a sus alumnos estudiar las semillas que podían responder favorablemente a la alteración del campo gravitatorio y evaluar la posibilidad de realizar futuras granjas espaciales.
Al igual que la profesora Nadia, en Chile, miles de docentes están abordando el proceso de enseñanza-aprendizaje de una forma innovadora, colaborativa e interdisciplinar –y lo más importante de todo–, dando un rol protagónico a los estudiantes en la construcción del aprendizaje. Pero, ¿nuestro sistema educativo está preparado para que los profesores puedan implementar un cambio de paradigma en las aulas? Aún queda mucho trabajo por hacer, por lo que como país debemos repensar un modelo educativo que nos permita enfrentar desafíos del siglo XXI, como el cambio climático o la cuarta revolución industrial.
En primer lugar, para poder enfrentar los desafíos del siglo XXI, es fundamental priorizar a la profesión docente en las políticas públicas. En esa línea, los docentes necesitan una formación adecuada, tiempo para preparar sus clases y condiciones que permitan ejercer correctamente su labor. Sin embargo, en un contexto de cambios globales y locales tan disruptivos, no basta solo fortalecer la profesión docente que hoy conocemos, sino que también replantearnos qué educación requieren los estudiantes y el mundo de hoy –no del futuro, porque el siglo XXI ya está suficientemente avanzado–, y cuál es el rol de la docencia frente a este desafío.
A través del proceso de participación Tenemos Que Hablar de Educación, convocado por Acción Colectiva por la Educación –una red de 25 organizaciones de la sociedad civil–, y al alero de Tenemos Que Hablar de Chile, las comunidades educativas plantearon la necesidad de avanzar a una revolución pedagógica. ¿Qué significa esto? Principalmente, avanzar a una educación que posicione a los estudiantes como protagonistas de la construcción del aprendizaje, el desarrollo de habilidades que permitan su desenvolvimiento pleno y favorezcan una mejor convivencia social.
Actualmente, la profesión docente requiere adecuaciones y apoyos sustanciales para avanzar hacia la educación del Chile que viene. Una que permita que más profesores como Nadia Valenzuela cuenten con el apoyo y las condiciones para innovar e invitar a sus estudiantes a soñar con granjas espaciales. Por eso, es fundamental que tanto la nueva Constitución como las políticas de un próximo gobierno prioricen a la profesión docente como la más transformadora para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
Joaquín Walker es Director Ejecutivo de Elige Educar. Esta columna fue publicada originalmente en La Tercera.
Hola:
buenas tardes ,comparto el objetivo en que los docentes ejerzan una docencia transformadora hay que apoyar esta iniciativa.
¿CÓMO SE EMPODERA UN DOCENTE ? es más que su actitud, es una Quijotesca política pública necesitan un Estado que primero los proteja a ellos. Que soledad querer ” construir tanto” entre tanta estructura rígida y abandono.
Solange Flores Sobarzo
9 75742296
Pedro Aguirre Cerda 1295 . Villa Kimpeñ Angol Novena región Chile.