¿Cómo enseñar en un contexto vulnerable? Así lo están haciendo en esta escuela del Bronx en Nueva York, de la mano con una organización llamada Turnaround for Children.
No es común hablarle de neurociencia a los niños, sin embargo, en la Escuela Fairmont del Bronx (Distrito de Nueva York), la profesora Sarah Wechsler está intentando integrar el tema en sus clases, haciendo preguntas a sus estudiantes y hablando de la facultad que tiene el cerebro de cambiar y adaptarse a diversas situaciones. Su objetivo principal es evidenciar que el cerebro crece, cambia y “se vuelve más inteligente” cuando se aprenden nuevas cosas. En otras palabras, ella busca mostrarles lo que es la “neuroplasticidad”. Lo mejor es que los niños parecen estar entendiendo muy bien lo que esto significa:
“Hay cosas dentro del cerebro que si te enfrentas a un desafío y te apegas a éste, hará que tu cerebro sea más inteligente, lo que te hace más inteligente a ti”, dice una de sus estudiantes.
¿Por qué hablar de neuroplasticidad?
Los niños en esta escuela no están aprendiendo esto sólo para enriquecer su vocabulario científico, lo están haciendo porque de la mano con una organización llamada Turnaround for Children, la escuela está intentando empoderar a niños que nacieron en un contexto vulnerable, a través de herramientas basadas en investigaciones que sugieren que ellos pueden transformar el desarrollo de sus propios cerebros. Esto significa que explicarles que su cerebro en realidad puede crecer, cambiar y sanar, es fundamental.
El contexto
La zona del Bronx donde se encuentra esta escuela, no es muy diferente a lo que podría ser un sector vulnerable de alguna ciudad en Latinoamérica. Un alto porcentaje de niños allí viven en las calles o en refugios; la comida es escasa, el sueño es limitado y el estado mental en el que se encuentran, hace difícil su conexión con los adultos. Dicha adversidad, según los expertos, altera la forma como los niños se desarrollan como estudiantes y los resultados frente a esto no son positivos. La Dr. Pamela Cantor, fundadora de Turnaround for Children, dice que:
“La adversidad tiene un impacto biológico en el desarrollo de un niño a través del estrés. El cortisol (la hormona que se libera cuando una persona está estresada), es tóxico para el desarrollo del cerebro y el sistema inmune. Éste impacta el desarrollo de la arquitectura del cerebro y de esta forma, los niños no crecen teniendo un control de atención y comportamiento que les permita comprometerse como estudiantes”.
ACES
Además de la pobreza, las investigaciones sugieren que los niños que crecen en comunidades como el Bronx, son más propensos a tener “experiencias adversas de la niñez” (ACES), es decir, eventos como el encarcelamiento de un miembro de la familia, violencia doméstica, abuso físico o sexual, negligencia o adicción, enfermedad mental, entre otros. Ahora bien, cuando un niño experimenta más de cuatro de estos “ACES”, el impacto puede durar por décadas, lo que se puede ver reflejado no solo en su salud mental, sino en enfermedades crónicas e incluso cáncer.
El tema es complejo, pero frente a esto, la Dr. Canto asegura que si bien el cerebro de los niños puede verse afectado por el trauma, éste mismo también puede ser resiliente en un contexto donde los adultos se preocupan. Si a los niños se les da la oportunidad de tomar mejores decisiones, en lugar de ser castigados, aprenderán que pueden tener auto control y de esta forma, se preparan para aprender.
Neuroplasticidad y meditación
Además de enseñarle a estos niños la palabra mágica “neuroplasticidad”, en esta escuela intentan crear justamente un espacio donde los más grande se preocupan, un espacio seguro donde el cerebro tiene más oportunidades de seguir creciendo, cambiando y mejorando. Para esto, la organización Turnaround le ha dado una mano a los profesores, ayudándoles a crear espacios indicados.
En esta línea, se están llevando a cabo en la escuela sesiones de meditación después del almuerzo. Dichas sesiones se hacen a través de una aplicación llamada Headspace y van de la mano con la idea de enseñar neurociencia, pues como dice la Dr.Cantor, “la meditación tiene sus bases en la neurociencia”. Meditar de forma regular reduce el estrés y de hecho, encoge la amígdala (el “centro del miedo” en el cerebro). Esto significa que los niños que trabajan para calmar la mente, permanecen en un estado mental en el cual están dispuestos a aprender. Esto, de la mano con un programa de entrenamiento en “mentalidad creciente” (la idea de que con esfuerzo y disposición, cualquier puede aprender y mejorar) que se está llevando a cabo, ha convertido a este establecimiento educativo en un espacio donde quienes más han sufrido por su contexto social y económico, pueden abrir la mente al aprendizaje.
Leave a Reply