“Mi esperanza es que en cinco o diez años, mis antiguos alumnos recuerden sus experiencias de aprendizaje en mi clase y recuerden con cariño su relación con el contenido y conmigo”.
“Me gustaría pensar que las impresiones que dejé fueron favorables e incluso memorables”, dice en Edutopia el profesor veterano Ben Johnson. Al hablar de estas impresiones, el profesor piensa principalmente en el éxito de sus estudiantes, pero cuando se refiere al éxito no piensan en notas, sino en alumnos que realmente lograron aprender lo que querían y necesitaban. En otras palabras, este docente siempre ha aspirado a que sus estudiantes sientan que vale la pena recordar lo que han aprendido y entiendan que vale la pena porque realmente es valioso y útil. Probablemente, Ben comparte el mismo objetivo con muchos otros docentes que esperan que el aprendizaje trascienda las aulas. Pero ¿cómo se logra esto exactamente?, ¿cómo es posible que el aprendizaje vaya más allá de la sala de clase y la escuela?, ¿cómo lograr que el aprendizaje sea para toda la vida? Esta es la fórmula o receta que Ben Johnson propone:
Planear a conciencia
Ben asegura que un tipo de aprendizaje que trasciende no ocurre de la noche a la mañana. Lo que ha hecho este profesor durante años es preparar a sus estudiantes planeando lecciones a conciencia que involucren altas demandas cognitivas para lograr así, que desarrollen una memoria a largo plazo. Este profesor trabaja para que sus alumnos recuerden lo que han aprendido explorando, descubriendo y aplicando sus conocimientos y habilidades para resolver problemas del mundo real. En otras palabras, él permite que sus alumnos practiquen lo suficiente para que puedan desarrollarse plenamente.
Lo más clave para esto, afirma el docente, es planear múltiples oportunidades de aprendizaje. Esto significa abordar un mismo tema de formas diversas. “Esta repetición también ayuda a la memoria”, dice él. Además, es clave hacer suficientes comentarios sobre su progreso para que sepan qué han logrado y en qué área necesitan más práctica. Lo que hace él para retroalimentar de forma consistente e integral es hacer preguntas, juegos de roles o a veces simplemente saludar con un apretón de manos e iniciar conversaciones de una forma informal.
Curiosidad y confianza
Si los estudiantes se sienten exitosos con sus experiencias de aprendizaje, dice el profesor, podrán tener la confianza necesaria para demostrar sus capacidades y aplicar lo que aprendieron. Pasa muchas veces que un estudiante que no tiene éxito en una clase de matemática, por ejemplo, decide no volver a enfrentarse al tema. Lo evita a toda costa, incluso en su adultez. Algo diferente pasa cuando un profesor es capaz de planear una clase de matemática que pueda inspirar a los estudiantes. Una clase así, ayuda a que los alumnos superen sus fobias y enfrenten desafíos de aprendizaje de manera exitosa.
Pasión
Mostrar emoción y entusiasmo es probablemente la mejor herramienta para aumentar la posibilidad de dejar impresiones positivas en los estudiantes. De la mano con esto deben estar los espacios para que los estudiantes experimenten el progreso y el éxito en el aula.
“Mi esperanza es que en cinco o diez años, mis antiguos alumnos recuerden sus experiencias de aprendizaje en mi clase y recuerden con cariño su relación con el contenido y conmigo, y también cómo se sintieron como estudiantes dentro del espacio. Y eso no tiene nada que ver con una calificación”, afirma Ben, quien con esta fórmula ha logrado marcar a sus estudiantes durante años. Planificar a conciencia, despertar la confianza, la curiosidad y trabajar con pasión, son los elementos de una mezcla perfecta para cumplir este objetivo.
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