No sólo es importante el qué, sino también el cómo. La forma como un niño de esta edad ubica los objetos que dibuja en el papel, indica mucho acerca de su desarrollo cognitivo.
Después del garabateo desordenado, el garabateo controlado y el garabateo con nombre, el niño empieza una etapa de creación mucho más consciente. En esta etapa, el niño es finalmente capaz de crear formas que conscientemente tienen una relación con el mundo que lo rodea. Esta etapa llamada “preesquemática”, es un cambio enorme para los niños y sobre todo, trascendental en su desarrollo pues, básicamente, los trazos que realizan en este período son el inicio de una comunicación gráfica que trasciende el movimiento y representa algo mucho más significativo.
En la primera etapa de este periodo (4 años), la forma sigue siendo confusa y resulta complejo entender qué está representando el niño, sin embargo, con el tiempo, dichas figuras empiezan a ser mucho más reconocibles. Más adelante se empiezan a observar figuras más concretas como personas o árboles y pasados los 5 años, los dibujos evolucionan y se constituyen como dibujos que además de tener una temática, se distinguen claramente. Otras cosas suceden en este periodo, como el gozo por la actividad, el uso del color y otros elementos como el desarrollo de la espacialidad en los trazos que se ven en el papel.
Los dibujos en este primer nivel de la representación, indican un concepto de espacio muy diferente al de los adultos.
La representación del espacio de un adulto depende no solo del individuo, sino también de la cultura en la que se ha desarrollado. Por ejemplo, se considera correcta, en nuestra sociedad, una representación espacial hecha por medio de la perspectiva, una perspectiva mecánica, una línea de horizonte y puntos que se esfuman. Esto, sin embargo, no se ha aceptado en otras culturas o épocas. Un concepto oriental del espacio, por ejemplo, señala la distancia entre objetos dibujándolos más arriba en la hoja de dibujo. Además, muchos artistas contemporáneos han rechazado la perspectiva mecánica del espacio ubicando objetos en superficies de dos dimensiones.
Así funciona en los adultos, pero, ¿qué pasa con el espacio en los dibujos de los niños que están en la etapa preesquemática? A simple vista, los objetos que dibuja un niño parecen tener un orden caprichoso. Sin embargo, una observación más detallada ha demostrado que el niño concibe el espacio como aquello que lo rodea. Esto quiere decir que los objetos aparecerán arriba, abajo o uno junto a otro, en la forma en que el niño lo comprende. Además, éste no se ve a sí mismo en el piso, junto a otros objetos que también están en el piso. En otras palabras, no se ha establecido ninguna relación espacial fuera del concepto que tiene el niño sobre sí mismo, esto significa que el espacio se concibe como algo que está alrededor de éste. Por ejemplo, un niño de cinco años piensa: “Aquí estoy yo, hay una ambulancia, hay unos aviones, están en el cielo”. No establece una relación entre los objetos y el resultado de esto es un dibujo de él, junto a la ambulancia y los aviones:
Es muy interesante lo que significa el espacio para un niño de esta edad, pues lo relaciona principalmente con su cuerpo.
Por esto mismo, es simple ver que la organización espacial en los dibujos de los niños es muy diferente a los que los adultos consideramos correcta. Esta misma lógica de objetos que parecen desorganizados, se replica en la forma como el niño habla pues suele hacer comentarios deshilvanados y poco coordinados. Por ejemplo, si le preguntamos a un niño de cinco años qué hizo en la fiesta de cumpleaños en la que estuvo, su respuesta no tendrá ninguna secuencia lógica y de hecho, la importancia de sus observaciones estará íntimamente ligada con su significado afectivo más que con la disposición ordenada de los hechos.
En el jardín infantil, las educadoras tienen un rol fundamental.
El de identificar esta etapa y descifrar a través de los dibujos, si el niño está maduro para participar en nuevas actividades que requieren mayor coordinación espacial. Esto es clave pues si se le obliga a un niño a realizar tareas para las que aún no está listo, esto puede conducirlo a ciertas acciones o actitudes indeseables que pueden durar incluso más tiempo que la actividad en sí misma. Como el niño se encuentra en una etapa en la que él es el centro del ambiente, las experiencias que se relacionan con él, son realmente significativas. Piaget explicaba que el concepto que tiene un niño sobre su mundo puede estar tan ligado consigo mismo, que llega a confundir sus propios pensamientos con las cosas que lo rodean. Entonces, si se cae en una silla, él puede puede sentir que la silla se ha lastimado.
Evidentemente, la forma en que un niño dibuja o representa el espacio está totalmente ligada a su proceso mental. Y entender dicho proceso es FUNDAMENTAL.
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